Derecho a amar [Atsushi x Kyouka]

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La pequeña, que aún lo era en varios sentidos, suspiró sin apartar la vista de encima de Atsushi, que inmerso en completar el reporte de su última misión, ni siquiera la notaba. En ocasiones como esa detestaba su edad. Muy joven para tener un escritorio propio en el cual dedicarse al papeleo y muy grande para jugar despreocupada.

Giró el rostro hacia Rampo, entretenido en observar el mundo a través la canica obtenida, a la mala, del cuello de la botella de un refresco. Ojalá le resultara fácil como a él el entretenerse. No obstante, no es como si quisiera entretenerse nada más, sino que quería una atención en particular, la de Atsushi. De pensar que una simple hoja de papel conseguía ser más importante que ella, sentía una presión fuerte y aguda en el pecho y que le subía por la garganta posicionándose detrás de su lengua.

¿Estaría enferma?, negó. No. No era eso. Era distinto lo que le sucedía, y no iba a fingir que no tenía ni idea de qué se trataba.

Estaba enamorada del chico. Enamorada al grado de que un objeto inanimado le producía celos.

Apretó los puños. Se miró las palmas marcadas por las uñas. Había matado. La cantidad ya no importaba. Había matado. Punto. Había arrebatado vidas, felicidad. Con eso a cuestas, ¿era digna de ese sentimiento tan maravilloso?, ya ni siquiera se detendría a pensar si merecía ser correspondida, sólo, ¿estaba bien que ella amara?

Mordió su labio, aguantando la tristeza. Llenó los pulmones de aire, recordando las lecciones que Kouyou le dio: "oblígate a respirar pausado, así tu cuerpo minimizará el impacto fisiológico de cualquier emoción". El impacto fisiológico de la tristeza: respiración lenta, fatiga, torpeza motriz, llanto.

—Kyouka...

Dio un respingón, olvidando el ciclo artificial de su aliento, la mordaza que le colocaba a su corazón, y al alzar la vista, encontrándose con el dorado inocente de Atsushi, las lágrimas desbordaron dolorosas.

—¡¿Kyouka?! —aterrado y sorprendido, alertando al resto de la agencia que enseguida acudió, Atsushi entró en pánico, sin saber qué hacer o decir.

No necesitaba que le dijera o hiciera algo en particular. Cuanto necesitaba era una señal que le indicara que sí, estaba bien que amara, que tenía derecho a hacerlo.

Crónicas del AmorWhere stories live. Discover now