¿Un campamento? ¿Un mes? ¿Todo el verano?
Realmente a veces no entiendo a mis padres. Me aman, eso está claro, pero querer deshacerse de mi todo el verano está muy extraño. No soy la persona más sociable del mundo, pero tengo algunos amigos, de he...
Fue difícil evadir a los chicos pero finalmente logramos salir del campamento. Subimos a mi auto y comencé a conducir a la ciudad.
_____(Tn) iba en el asiento del copiloto tocando el viendo por la ventana. Era una criatura hermosa, ya no podía recordar porque alguna vez Kristine me importó. Me estaba enamorando de alguien que conocía sólo hacia dos semanas ¿Qué diablos? Pero mientras más trato de no sentir, más siento cosas por ella.
—¿Qué miras?—me preguntó sonriendo.
—Miro lo bonita que te ves en mi auto—coqueteé y tomé su mano un momento para besar el dorso de esta.
—Daniel ¿Qué pasará cuando termine el verano?—cuestionó tristemente.
—Seguiré irrevocablemente enamorado de ti—confesé, no quería que ella estuviera triste.
Pero era casi inevitable pensar en el después.
—Hablo en serio, tonto—dijo riendo un poco.
Estaba sonrojada y eso la hacía ver tan perfecta.
—Yo también hablo en serio—repliqué mirando el camino.
Ya íbamos a llegar.
—Daniel, es algo de lo que tenemos que hablar. Yo no sé que haremos, no quiero dejar de verte—habló con un tono de voz decaído.
—Yo tampoco quiero dejar de verte—me detuve en un semáforo—Pero debemos aceptar que ese día va a llegar tarde o temprano—tomé sus mejillas—Mientras llega, quiero estar cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo de este verano contigo—le dije y besé sus labios.
—Te quiero, Daniel—susurró en medio de un beso.
Mi corazón se enloqueció.
Un claxon nos hizo terminar el beso, ya la luz estaba en verde. Así que tomé de nuevo el volante y seguí conduciendo.
—¿A dónde vamos? Muero por saber—____(tn) estaba impaciente.
—Ya lo verás—aseguré.
Encendí la radio y empezamos a cantar todas las canciones, teníamos el mismo gusto musical, su voz era dulce y me sorprendía que nunca allá cantando frente a nadie.
—Me encanta tu voz, cantas muy lindo—le dije mientras aparcaba el auto.
—Claro, eso sólo lo dices porque te gusto—alargó bajándose del auto.
—Error—reproché cerrando la puerta del conductor—Me encantas—le dije caminando hasta estar frente a ella.
—¿Vas a dejar los rodeos y me dirás dónde estamos?—insistió acariciando mi barbilla.
Gracias al cielo estaba algo ciega y no había visto el parque a sus espaldas.
—¿Lista?—pregunté y la cargué y comencé a correr a la entrada del sitio.
—¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, DANIEL?—gritaba entre carcajadas—BÁJAME—decía sobre el sonido de la música.
—Es aquí—anuncié dejándola de pie frente a la entrada del parque de atracciones Valleyfair.
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