»¿DÓNDE ESTÁ FR(g)A(y)NK?

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¿Que qué se siente besar a un hombre?

Primeramente sientes el apoyo labial que es algo suave y la diferencia de tamaño es notable, creo, luego está la sensación de humedad y después... Bueno, no sé qué viene después.

Ya habían pasado un par de días de aquello, y en cada uno de ellos lograba darle un "nuevo" nombre en lo que Victor otra vez ya no me hablaba. Pero si con ese chico das un paso y retrocedes cuatro. Si sabía ni lo besaba.

Un poco exagerado el nombre para un choque barato de labios, ¿no te parece?

Puede ser. Mejor pienso en otra cosa.

¡La escuela! Ah sí, la escuela es... normal. La única novedad es el nuevo ambiente del país y lo raro que les resultaba mi acento ya que el de ellos es un poco más pronunciado y ¿exagerado? En fin, no me topé con ningún bullie y por el momento mi materia favorita aquí es Historia porque bueno, es novedoso saber de este país en el ámbito histórico.

Hablé solo con un chico, Andy, que también es un alumno de intercambio. Nos resultó fácil coincidir ya que básicamente estábamos en la misma bolsa de "qué rrrraro tu acento".

Y luego de eso. Ya no hay mucho que contar.

Había llegado hace más o menos treinta minutos de la escuela, estaba en la cocina comiendo algo mientras observaba como Gerard iba y venía por toda la casa.

—¿Puedo ayudarte en algo?—le pregunté en uno de sus recorridos.

Pero no me hizo caso. Siguió caminando con la mirada baja, perdida, una mano detrás y la otra con tan solo un dedo tendido en el borde de sus labios.

Desde ayer Gerard había comenzado a estar un poco raro, ¿Y Frank? él no estaba la mayor parte del tiempo, a veces lo oía a penas llegar pero entre sueños, lo que significaba que era tarde.

—...¿Por qué no me deja cumplir mi turno? ¿Por qué siempre él quiere atender nuestro café?—logré entenderle mientras balbuceaba.

Y siguió caminando.

—¿Gerard?—repetí. ¿Dónde está también Vic?

—¿Sí, Frank? Ah, no, Vic. Quiero decir, Kellin.

Fruncí el ceño. Se parecía a mi mamá confundiéndome con mis hermanos.

—¿Estás bien?

Gerard dejó escapar aire por su boca y su espalda decayó un poco. Se acercó a la cocina y se sentó en uno de los bancos, agarró mi taza con leche y chocolate y la bebió.

—Sí. Todo bien, cariño, ¿tú, qué tal la escuela?

—Educativa—le contesté—. Te noto algo preocupado.

—Pensaba en cuentas, de la casa, ya sabes—rió para nada creíble—. Es todo. No deberías preocuparte.

—Si quieres, podría pagarte un poco más por la habitación—propuse, traicionando mi propia "naturaleza ahorrativa".

—No, Kellin. ¿Tienes algo que hacer ahora?—negué—. ¿Te gustaría acompañarme al trabajo un segundo? A Vic no le gusta, así que...

—Claro. No hay problema.

Gerard asintió y con sus llaves en mano salió, diciéndome que iría a sacar el auto. Yo también le seguí después de agarrar un abrigo por las dudas, y cuando estábamos por subir al auto e irnos... Cierta persona apareció en el lugar.

—¿A dónde vas, pá?—preguntó Victor, después, me notó—. Con Kellin.

—Iba a ver una cosa al café, y Kellin me iba a acompañar.

La casa de los gays [Kellic/Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora