S E I S

1K 136 35
                                    

Issing palpaba los bolsillos de su pantalón en busca de sus llaves, aún estaba a tiempo de poder escapar, mi lado racional me seguía insistiendo que estaba mal, pero no tenía otro mejor lugar.

- Las encontré. - murmuró triunfador.

Introdució la llave a la cerradura y giró lentamente, la puerta hizo <<click>> y se abrió sola.

- Las damas primero.

Mis piernas se movieron por sí solas, el aroma a vainilla invadió mis fosas nasales mientras observaba mi nuevo entorno.

Las paredes estaban bañadas con un suave tono azulado, la decoración era bastante simple, Issing cerró la puerta y se adelantó sentándose en el único sillón individual que había allí.

- Siéntate. – pidió el chico con un gesto amable.

Con los pies enredados accedí a su pedido, evitaba mirar a sus ojos directamente.

- ¿Cuántos años tienes? – preguntó con cautela.

Mi cuerpo se puso rígido, no sabía que contestarle, estaba agotada mental y físicamente.

- No lo sé. – murmuré tímidamente.

Issing soltó un jadeo, y se levantó del sillón para hincarse delante de mí, tomó mi mano derecha y la estrechó entre las suyas.

- ¿De quién escapas? – dijo en voz muy baja y templada.

- Y-yo. – balbuceé sin saber que decir, como siempre.

- No te preocupes, yo no se lo diré a nadie, puedes confiar en mí.

- No escapo de nadie, solo no tengo en donde quedarme, so-soy nueva en la cuidad.

Parecía no creerme del todo, se puso de pie y me llevó con él, abrió una puerta color crema y nos adentramos.

- Está será tu habitación.

- Gracias. – intenté sonreír, pero más bien fue una mueca.

- De nada. – contestó risueño.

Inclinó su rostro hacia mí y en un segundillo su labio rozó con él mío, retrocedió unos pasos mientras yo lo observaba boquiabierta y atónita, me guiñó el ojo antes de cerrar la puerta. El sonido del pestillo me atrajo a la realidad, mi respiración se cortó, lancé el bolso al suelo y comencé a golpear la puerta con fuerza, mi sangre palpitar se oía ferozmente retumbando en mis oídos.

- ¡Ábreme, Issing!

- ¿Cuánto tardará en hacer efecto? – preguntó una voz distinta a la de Issing al otro lado de la puerta.

- Unos minutos más, sé paciente.

Seguí golpeando la puerta a puños cerrados, mis nudillos estaban sangrando mas no me importaba, fui tan idiota para confiar en un completo desconocido, el doctor tenía razón y no lo había obedecido, quizá nunca tuve que haber abandonado la casa de Namjoon.

Mi cuerpo se sintió pesado luego del vigésimo golpe, sin más fuerzas caí dormida cayendo directo al piso frío de mármol negro.

- Te amo, te amo, no puedo dejar de decírtelo, ¿por qué no correspondes a mis sentimientos? ¿Acaso no sientes lo mismo? – gritaba una voz a lo lejos.

Abrí los ojos de golpe y me senté, mi pecho subía y bajaba con rapidez, mi piel estaba húmeda por el sudor, llevé mis manos a mi cabeza y solté un gemido de dolor.

- Lenahi. – mis ojos se salieron de su órbita al oír esa voz, la misma de mis sueños.

Una fuerte punzada en mi cabeza hizo que soltará otro gemido, mi corazón bombeó con fuerza y me sentí en júbilo.

- O debería decirte, Haesoo.

Despejé mi vista y me topé con unos orbes oscuros que me observaban minuciosamente, mi cerebro comenzó a atar cabos sueltos en mi cabeza y cada vez el eco de mi subconsciente se oía más claro, repetía una y otra vez el mismo nombre; <<Jimin>>

- ¿No me reconoces o no lo quieres hacer? – preguntó acercándose.

Ladeé una sonrisa y abrí mis brazos listos para recibirlos, Jimin no tardó ni un segundo en envolverme entre sus brazos con fuerza.

- Jimin, no sabes cuánto tiempo he estado esperando por ti. – susurré.

Su cuerpo se tensó notoriamente y me apretujó más contra su cuerpo, unos silenciosos sollozos me revivieron el alma, sentir las gruesas gotas manchar mi vieja camiseta gris me hizo saber que esto estaba pasando y que tenía devuelta a Jimin junto a mí, desde ahora en adelante nunca más me separaré de él.

- No sabes lo difícil que fue vivir sin ti todo estos años, te necesité a cada instante, en cada respiro. – dijo entre sollozos.

- Yo también te extrañé mucho.

Se separó unos centímetros de mí y tomó mi mentón entre sus dedos pulgar e índice, sus ojos estaban traspasando los míos, delineó todo mi perfil antes de sonreír.

- Nadie nos volverá a separar, mataré a todos los que se opongan.

- No creo que haga falta, yo siempre te elegiré a ti.

Sus ojos volvieron a aguarse y esta vez me contagió, su rostro se contrajo de dolor y se desplomó sobre mi regazo.

- No te vayas por favor, no me dejes.    


Acaricié su cabello con afecto y sequé las lágrimas que comenzaban a aparecer, no entendía porque Jimin estaba actuando de esta manera, tan arrepentido y sumiso, ¿Qué habré hecho en el pasado para que se estuviese comportando así?

Él no tenía la culpa de dejarme aquí sola, estaba fuera de sus límites negarse a ir al extranjero y lo entendía completamente. La voz de Jugnkook invadió mi cabeza y recordé algo.

- ¡Jungkook! Jungkook desea verte.

Negó con su cabeza mientras comenzaba a tranquilizar su respiración.

- Yo solo deseo estar aquí contigo. 

AnormalWhere stories live. Discover now