V E I N T I S I E T E

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La puerta fue forzada y una pequeña risita bastante tosca, se oyó del otro lado.

- Se lo he dicho, que esperara, idiota, necio.

Un escalofrío recorrió mi columna al reconocer la voz, en mis brazos sostenía a mi bebé que mantenía sus ojos abiertos expectantes. Quise escaparme y encerrarme en mi habitación, pero la mata de cabellos castaños y sonrisa divertida se asomaron en mi visión y sentí enseguida como Hansol era arrebatado suavemente de mis brazos.

En estado de shock dirigí mi vista a mi regazo y luego a Issing que movía sus labios como patos balbuceando palabras.

- ¿Por- por qué estás aquí? - logré formular utilizando un tono brusco.

- Sabes que me agradas, ¿no?

- ¿Qué?

La sonrisa burlona desapareció de los labios ajenos y dejó libre una mano para llevarla detrás de su espalda, cuando la pude visualizar de nuevo un jadeo salió de mis labios.

- Lo siento.

- Issing, por favor.

La pistola se alzó apuntando directamente a mi frente.

- Me sigues agradando, pero el trabajo, es el trabajo.

- Por favor. - musité con la voz desgarrada.

Tapé mi boca con rapidez para no asustar a Hansol.

- No puedo creer lo fácil que fue forzar la puerta. - chasqueó la lengua. - Cuando el enanito regrese, dile que asegure mejor la casita, cualquier cazador malo podría irrumpir aquí.

- ¡Issing, por favor!

- Un movimiento más y disparo.

Como si hubiese encendido algo, mi cuerpo se congeló, mi vista se intercabala entre Hansol y Issing.
Mi bebé estaba tan tranquilo, ajeno a todo.

Mi alma cayó al ver como retrocedía sobre sus pasos sin dejar de apuntarme hasta cerrar la puerta.
Tropezando con mis pies caí al suelo y grité de la frustración, me puse en pie corriendo a abrir la puerta, no había rastros de humanos.
No iba a darme por vencida, entre sollozos y gritos de frustración aceleré el paso al punto de correr, mi cabeza giraba a todas las direcciones escuadriñendo con la mirada cada piso del edificio hasta que llegué al portal aun sin rastros de mi hijo.

El portero deformó su rostro al verme deshecha en llanto, intentó acercarse a mí, sin embargo salí de allí en el momento justo cuando una camioneta negra emprendía camino lejos de mí.

Mis piernas comenzaron a temblar, incapaz de seguir sosteniendo el peso de mi cuerpo, caí al piso de rodillas. Llevé mi mano derecha a mi bolsillo trasero para poder llamar a la policía, pero mis manos también temblaban que el aparato cayó al suelo.

- No, no, no. - golpeé mi mano con frustración.

Una camioneta paró enfrente de mí, pero no le di mucha importancia.

Dios, era tan inútil, tan torpe, tan descuidada, Jungkook tenía razón, no podía cuidarme sola, mi hijo fue secuestrado delante de mis ojos y no pude detenerlo.

- ¡Lenahi!

Mi cuerpo convulsionó por los sollozos, unos zapatos grises aparecieron ante mi, pronto unos brazos me rodearon y me ayudaron a ponerme de pie.

- Llegué tarde.

- Yo...yo. - mi voz quedó atorada en mi garganta, no pude seguir.

- Vamos.

Me ayudó a subir a la camioneta y salimos detrás de ellos a toda velocidad.

- ¿Recuerdas cómo el vehículo?

- El mismo que tenía en China.

Una mano huesuda y pálida se abrazó a la mía, mordí mi labio inferior conteniendo las lágrimas, no podía seguir llorando, debía ser fuerte. Desvíe mi mirada a nuestras manos entrelazadas y luego a su rostro para luego desviarla de nuevo al frente.

- ¿Cómo lo has llamado?

Luego de unos largos segundos capté su pregunta y una pequeña sonrisa se asomó en mis labios.

- Hansol.

- Park Hansol.

- Sabes que mi apellido es Park.

- Lo sé.

Mordí mi labio inferior sintiendo el ambiente incómodo. Mis ojos se agrandaron al ver a la misma camioneta unos cuantos metros por delante.

- ¡Es ese!

- Los seguiré desde lejos, no debemos levantar sospechas.

- Yoongi, yo quiero salvar a mi hijo.

- Lo salvaremos, conozco a Jimin y no sería capaz de lastimar a su hijo.

- No es su hijo. - advertí.

Yoongi no volvió a decir nada y así estuvimos todo el camino hasta salir de la ciudad. Estaba desgastando mis uñas de tanto mordisquearlas y debes en cuando sentía apretones en mi mano.  La camioneta negra se desvió y no tuvimos otra opción que esperar unos minutos para ir tras ellos, a unos pocos kilómetros de allí se encontraba un puerto desierto sin emplearse hace bastante tiempo, se detuvieron al lado de una pequeña edificación, luego entraron allí con suma calma, noté la cabellera de Issing junto a la pequeña cabecita de Hansol.

- Debemos ir allí caminando. - solté su mano y asentí frenéticamente.

Se inclinó y abrió la guantera, sacó un arma de allí, uno muy parecido al que tenía Issing.

- No...no, Hansol, puede resultar herido. - balbuceé a punto de lanzarme a llorar de nuevo.

Colocó el arma en su cintura después de verificarlo y que tuviera puesto su seguro. Sus manos agarraron mis hombros y las apretó.

- Mírame, por favor. - mis ojos encontraron los suyos en unos pocos segundos. - Hansol estará bien, yo me aseguraré de que lo esté.

- Gracias.

Un pequeño roce de labios dibujó una pequeña sonrisa y con la mano me indicó que ya era hora de bajar.

Al salir del vehículo no cerré la puerta a pedido de Yoongi. No estábamos tan alejados del puerto, pero estábamos ocultos y eso era una gran ventaja, un pequeño llanto me desesperó, estuve a punto de salir a socorrerlo cuando una mano me detuvo.

- No así.

Tragué saliva y me mantuve suyo. Avanzamos lentamente, pero segura, al llegar enfrente de la puerta del edificio me detuvo y sacó el arma sin el seguro, pateó la puerta, pero no hubo ningún movimiento.

Un click sonó a nuestras espaldas y Yoongi se puso delante de mí cubriendo casi todo mi cuerpo.

- No pensaba verte por aquí, hermano.



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