CAPÍTULO XIV

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Lexa tiró de mí hasta el baño de la discoteca, del que lógicamente salía una fila bastante considerable de chicas. Para mi asombro, no nos quedamos a esperar a que nadie terminara lo que estuviera haciendo. Entró en el cuarto y se metió en el primer baño que quedó libre, empujándome a mí delante de ella.

Una serie de gritos nos persiguió. Sí, nos acabábamos de colar en un baño de una discoteca para calmar un calentón. Había una decena de chicas enfadadas por eso. Pero en ese momento nos dio bastante igual.

Terminé de cerrar la puerta con ella y me lancé a su boca. Vaya par de adolescentes estamos hechas. Sus manos se movían con prisa por mi espalda, acercándome más a su cuerpo. Podría alimentarme de tus labios toda mi vida. Se coló por debajo de la camiseta que llevaba y me desabrochó el sujetador. No pares nunca, Lexa. Callábamos los gritos y los golpes a la puerta con nuestros besos y nuestras cada vez más aceleradas respiraciones. Ignóralo, por favor. Pero hubo un comentario que no pudo ignorar. O no quiso.

- ¿Esa era Lexa Woods? Qué fuerte. Así que era cierto que le iban las tías.

Se paralizó entre mis brazos, dejó de besarme y me empujó ligeramente hacia detrás. Claro que no había cambiado nada en tres días. El alcohol sólo la había desinhibido un poco de sus pensamientos negativos hacia nuestra relación en público. Negó para sí misma y al siguiente toque que dieron en la puerta, la abrió y salió de allí.

En ese momento lo único que me apeteció fue romperme. Ahí mismo. En mil pedazos. Podría recuperar las imágenes y sacar el fotograma exacto en el que se me rompió el corazón. Pero que mi novia—porque eso era, ¿no?— sucumbiera a la presión y me dejara ahí tirada era todo lo que estaba dispuesta a aguantar esa noche. Salí de ahí antes de que nadie pudiera hacer más preguntas. ¿Queréis conclusiones? Sí, me la iba a tirar hasta que nos molestasteis. Le gustan las tetas más que a un tonto un lápiz.

Pero no íbamos por ahí.

Salí de la discoteca intentando olvidarme de lo que acababa de pasar. Trabajo, Clarke. Mañana tienes que estar decente. ¿Dónde vas cuando sientes que todo se acaba? Pues a la protección de una cama. Busqué el hotel en Google. 15 minutos andando. La escena se repetía una y otra vez en mi cabeza. Si fuera una película estoy segura de que se pondría a llover como nunca y de fondo sonaría Raign. Cualquier canción suya. Pero estaba en Barcelona en pleno mes de Julio a las tantas de la noche. La calle casi desierta, el sol todavía se podía sentir y el único ruido que me acompañaba en ese paseo era algún coche que me adelantaba.

¿Llorar? Para qué. Sabías que esto iba a pasar. ¿Lo sabía? Puede que sí. Pero no lo quise ver. Tampoco quería darle demasiadas vueltas. Necesitaba hablar con Lexa de manera calmada—o intentarlo—y solucionar todo esto.

Cuando llegué al hotel no había ni rastro de ella. ¿Se quedaría en la discoteca después de lo que pasó? Otra cosa que no me apetecía pensar. Tenía tan pocas ganas de verla en ese momento y a la vez sentía la necesidad de abrazarme tan fuerte a ella que no sabía muy bien cómo sentirme en realidad. Sólo quería un "todo va a ir bien, Clarke".

Caí rendida presa de mis desvariaciones nocturnas. Hasta que me desperté, lo que supuse, poco tiempo después, solo con la camiseta que llevaba y dentro de la cama a su lado. Al final has decidido volver. Le aparté el pelo de la cara, murmuró algo y se abrazó a mi cintura.

***

Ay Lexa... si tu yo consciente viera a tu yo subconsciente estoy segura de que no harías lo que haces. Y cuando me abrazabas así lo único que yo quería era apagar todas las alarmas que me decían que acabara con eso de una vez y saliera corriendo de allí.

[Clexa AU] Cuando me elegí a míWhere stories live. Discover now