Capítulo 6

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Me quedé sentada en el suelo del baño por lo que parecieron horas. Cuando las lágrimas por fin dejaron de salir me lavé la cara y volví a la habitación. Había ropa y cojines por todos lados pero no iba a hacer ni un solo esfuerzo por ordenar aquél lugar, por alguna razón sólo quería huir, huir de todo, huir de aquí. Cerrar los ojos e imaginar que todo estaba bien, que todo estaría bien.

Cuando conocí a Castiel todo se trató de conseguirlo, y lo tuve, dos veces. Estábamos juntos ahora, yo lo amaba y probablemente él también a mí ¿Ese debería ser el final de la historia, no? Seguía pensando en esto.

Ahora mismo me sentía herida y molesta, no tanto por el beso sino por la manera en que simplemente se fue, como si arreglar esta situación no valiera la pena. Podía entender el beso, estaba borracho y tal vez ni siquiera se dio cuenta, aunque aún así dolía.

Mi celular sonó y lo tomé entre mis manos mirando la pantalla antes de contestar. Era Laeti.

Laeti. No iba a responderle ahora, no porque no quisiera hablar con ella o arreglar las cosas sino porque sabía que si le contaba lo de Castiel comenzaría a decirme las mismas cosas de siempre, que podía encontrar algo mejor, que él no parecía un buen chico, y justo ahora temía que pudiera convencerme de aquello.

Bajé el volumen del celular y me lo guardé en un bolsillo. No quería estar aquí, atrapada entre estas paredes.
Busqué las llaves entre el desorden hasta encontrarlas.

―¿Quieres dar un paseo? ―dije mirando a Demonio. Él ladeó la cabeza moviendo las  orejas. Tomaría eso como un sí.

Enganché la correa a su collar y caminó junto a mí, bajando las escaleras con cuidado.

Demonio parecía emocionado, supongo que hace mucho no salía a dar un paseo así que solamente lo dejé arrastrarme por las calles, mirando a todas partes, queriendo huir de mis propios pensamientos.

Cuando bajé del piso noté que el bar estaba cerrado, lo cuál significaba que él no estaba allí aunque su auto seguía estacionado.

Por una parte estaba molesta pero me repetía a mi misma que no podía dejar que estas actitudes de Castiel me sorprendieran. Yo lo conocía, conocía estos aspectos. Hoy había comprobado que gran parte del chico de instituto que solía ser seguía aquí.

Aún así dolía.

Dolía mucho.

Y lo peor era que a pesar de que ahora mismo una gran parte de mí lo odiaba, sabía que en el fondo lo único que yo quería era estar bien con él.

Era una idiota.

Demonio mantuvo el paso, moviendo la cola y ladrandole a todo lo que parecía tener vida. Yo me mantenía en mis pensamientos, tan concentrada en ellos que ni siquiera me di cuenta cuando habíamos ido mucho más allá de los caminos que yo conocía.

Miré a mi alrededor, perdida, mientras agarro fuerte la correa del perro para que no siga deambulando.

No podía estar perdida, no tenía que estar realmente lejos. Sólo había estado caminando por unos treinta minutos, tal vez cuarenta.

Pero sí lo estaba, lo supe cuando, intentando volver, no logré más que perderme más, caminando hacia la nada por casi una hora más.

Parece que cada vez que creo que las cosas no pueden ponerse peor, lo hacen. Empeoran, siempre.

―Mierda ―gemí con desespero. Estar pérdida en una ciudad que ni siquiera conocía no era algo que me emocionara.

Miré al cielo, preguntándome si de pronto iba a largarse a llover ya que era lo único que me faltaba. Afortunadamente había sol, un gran y caluroso sol.

Corazón de melón: Lo intentamos ||LSDP#2Onde histórias criam vida. Descubra agora