Capítulo 2

2.6K 174 160
                                    

KEITH
La cabeza me daba vueltas y me dolia como el infierno. No tenía idea alguna de dónde estaba o como llegué allí. Desperté en una especie de celda, lo único fuera de lo normal, era lo limpia que estaba, como si alguien la hubiera preparado con antelación. Sus paredes blancas como la nieve hacían que mi mente doliera aún más. Me percaté de que me encontraba atado a la pared con mis muñecas por encima de mi cabeza. Tardé varios segundos en darme cuenta de que no llevaba mi ropa, había sido substituida por un atuendo apretado de cuero negro que marcaba cada parte de mi cuerpo. Me sonrojé de sólo pensar que alguien tuvo que cambiar mi ropa. Una silueta detuvo mis pensamientos. Un muchacho alto y delgado, de piel morada y pelo platino se encontraba delante de lo que ahora parecía una puerta corrediza.
El muchacho era bastante atractivo, tenía los ojos azules y un pelo lacio color plata. Sus ojos estaban clavados en mi y de nuevo sentí que me estaban viendo por dentro. Tenía la extraña sensación de que ya lo había visto antes. No tuve mas tiempo de pensar puesto que comenzó a hablar.

-Por fin despiertas~♡- dijo con un tono que yo asocié como...coqueto?.

-Dónde estoy?- pronuncié sin más interés.

-En la flota galra! Te encontraron deambulando por las calles muy solito y quería hacerte compañía.

-No necesito de tu compañía, ni nada tuyo...- mi cabeza no paraba de dar vueltas y eso hacía que me mareara.

-No te quejes, hasta te he puesto un nuevo modelito que te favorece mucho más que los trapos que llevabas.-dijo relamiendose de manera lasciva.

-No me interesa lo que me cuentas, ¡sueltame!- dije mientras trataba de desatarme las muñecas. Mi cabeza, dolia demasiado.- su...el...ta..me -Cada vez mi cabeza dolía más y más hasta el punto de simplemente perder la consciencia.

Desperté poco después encontrandome ahora atado de manos y pies a una camilla. Recorrí  con mi vista la habitación, al parecer estaba en lo que parecía un laboratorio y me temo que yo sería el experimento.

Una mujer de bata blanca se encontraba plantada a mi lado, se acercó más a mi con una aguja que contenía un líquido blanco. Sin, al parecer, pensárselo mucho me inyectó el líquido directamente en la arteria aorta. Inmediatamente mi cuerpo empezó a convulsionar de la manera más violenta posible. Sentía cada músculo contraerse en una especie de sinfonía dolorosa. Yo no hacía nada más que gritar del dolor que esa cosa me causaba porqué, joder, de verdad que dolía.

-Parece que tu cuerpo no está aceptando de todo el suero, supongo que es a causa de tu parte humana... Pero, tranquilo después de las siguientes dósis lo amarás.- dijo la mujer.

-Q-que m-me est-áis ha-a-ciendo?- logré pronunciar a duras penas.

-Vaya! Aún tienes fuerzas para hablar, los humanos no dejáis de sorprenderme... sobre tu pregunta, estamos alterando tu organismo para que seas capaz de engendrar vida.- dijo la extraña mujer mientras me inyectaba nuevamente el suero. El dolor disminuyó.

-Lo que estais haciendo es anti-natural.- dije ya más calmado por la segunda dosis. Era como si mi cuerpo hubiera aceptado aquel líquido y ahora sentía un poco más de calor.

-No hay nada anti-natural para la ciencia... veo que el suero esta surgiendo efecto- dijo señalandome.

Después de esa corta conversación me introdujo repetidas veces el suero.
Me sentía realmente acalorado, jadeaba, me sentía débil, notaba mi parte trasera húmeda y por no hablar del pequeño bulto que estaba creciendo entre mis piernas.

-Veo que oficialmente estas en celo, Lotor va a alegrarse de estas notícias.-sin nada más que decir se fue de la sala dejandome a mi solo con este vergonzoso estado. De pronto unas sirenas de alarma empezaron a sonar sonoramente taladrandome los tímpanos. La puerta de la sala se abrió y pude divisar una silueta conocida en el marco de la puerta.

Something just change <<KLANCE>> Where stories live. Discover now