Capítulo 28

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"En casa de tu madre el sábado al medio día... Irene Bae"

Ese simple mensaje de texto me tiene pensando desde ayer que llegó a mi celular, han pasado dos días desde que estuvo en mi casa, no he vuelto a saber de ella, ni una llamada, nada... y ahora ese mensaje es la única prueba de que todavía existe. ¿Irene Bae?... no nos hemos tratado así desde que nos conocimos en el colegio ¡diablos! Ya no sé si todavía pueda existir alguna relación entre nosotras pero Wendy tiene razón, debemos desprendernos del pasado, de lo que nos hace daño.

No entiendo la razón de ir a la casa de mi madre ¿por qué precisamente debemos encontramos en ese lugar? desde que mi padre me echó no he vuelto, no sé todavía como relacionarme con mi madre, no puedo solo llegar y tratarla como si las peleas y diferencias nunca hubieran sucedido, sé que se lo prometí a papá, pero al igual que con él, ella deberá tener paciencia... recorro el lugar sin prisas, el jardín ha vuelto a resplandecer, parece ser que alguien se ha vuelto ocupar de que todo reverdezca, las flores se ven hermosas, las yemas de mis dedos las acarician tenuemente, la casa parece inmune al tiempo, bueno yo le digo casa, pero la verdad es que es una de las mansiones más elegantes del sector, no entiendo como mi madre sigue viviendo aquí, tantas habitaciones vacías... los empleados me reciben amablemente. —Señorita Seulgi, hace tanto que no venía usted por aquí, ya le aviso a su madre. —La señora Sunye me recibe con una amplia sonrisa, desde que tengo uso de razón trabaja en la casa, su cabello canoso da muestra de los años que ha pasado en este lugar.

—No, yo puedo ir a buscarla. —Le contesto con una leve sonrisa, mis ojos escanean el lugar, parece que mi madre remodeló hace poco, se nota su buen gusto.

—¿Se le ofrece algo de beber? —Inmediatamente pienso en whiskey para calmar los nervios de volver a ver a Irene pero no es buena idea con mi madre en el mismo sitio.

—No... gracias. —Subo tranquilamente las escaleras, tantos recuerdos, abro lentamente las puertas de las habitaciones de mis hermanos, todo parece estar intacto, ni el polvo se atreve estar en este sitio, imagino que mi madre tiene mucho que ver en que todo siga igual, finalmente giro la perilla de la puerta de mi habitación, para mi sorpresa todo está incólume, por un momento lo dudé, pensé que todo había desparecido después de que me fui de casa pero no, los trofeos de los campeonatos de tenis siguen ahí, las fotos del colegio que me tomaba con Irene, mi raqueta de la suerte, la tomo en mis manos y hago leves movimientos en el aire, la vuelvo a descargar donde la encontré, decido revisar el clóset, no puedo creer que todavía esté mi uniforme de saco rojo y falda escocesa jajaja ¡demonios! Las imágenes vienen velozmente a mi cabeza.

—No permití que se cambiara nada. —La voz de mi madre me hace salir de los recuerdos, está recostada en el marco de la puerta, todavía sigue usando ropa negra guardando luto por la muerte de mi padre.

—Eso veo. —Termino de cerrar el clóset.

—¿Lo dudabas? —Entra tímidamente, como esperando mi aprobación.

—Sí... Pensé que era alguien que debía desaparecer solo por no ser como los demás. —Los recuerdos no se hacen esperar, todo fue gritos, llanto, mi padre furioso echándome de casa si no me retractaba, mi madre con lágrimas en los ojos solo hablando de que como afectaría las habladurías el apellido de la familia, mi hermana tratando de que todo no se saliera de control diciendo que era algo normal y mis padres con cara de no creer semejante cosa... decirle a mi familia que me gustaban las mujeres no fue un asunto sencillo.

—Seulgi, no... —Frunce el ceño, no quiero escuchar ahora que no fue así.

—¿Qué?... ¿ahora me vas a decir que no tienes problema con que me gusten las mujeres? —Cruzo los brazos.

La Promesa | SeulreneWhere stories live. Discover now