Pequeños detalles

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Soy un trapo de piso.

Uno muy bonito y rojo.

Pero un trapo de piso en fin.

Me he puesto al viento para ventilarme un poco, es lo que tenemos los trapitos de piso. Debemos cuidarnos mucho por qué sino nos entra el mal olor y luego nos tiran. Tenemos sentimientos ¿Saben? ¡Claro que sí! ¡Los tenemos!

Ya no entiendo mi vida y lo que es peor, no creo tener ganas para descifrarla. Hasta hace dos días era una alumna más en Hogwarts. Una buena y aplicada y pelirroja. Premio anual, amiga incondicional.

Pero ahora soy presa de mis no decisiones. Si, ya saben, de esas que toman otros por uno por más que nos neguemos. Creo que me sentiría igual de mal si viviera en la edad media y mis padres me obligaran a desposar a uno de los ancianos amigos de mi padre. ¿Qué asco no?

Es lo que me repito una y otra vez, antes o después de decir: podría ser peor.

Pero no.

Con mi tendencia adolescente a pensar que todo lo malo me sucede a mi no puedo imaginarme fehacientemente que las cosas pueden estar peor.

No hay quien me ayude.

Ni siquiera la jefa de mi casa. Es más, la vi muy convencida. ¡Le daba la razón a él! ¡Sí! A ese...ese...no quiero ni recordar su nombre. Esto tan jodidamente enfadada. Y triste.

― Lily, como sigas poniéndote así en los ventanales terminaras cayéndote del otro lado. ― Esa es la idea Sam, esa es la idea.

Déjame sola.

― Llevas dos días en este estado. ―

Cuenta desde que comenzó la desgracia y te cerraran las cifras.

No puedo creer que fuera de mis casillas hubiese repetido el mismo milagro que hice con Bill hace días. ¿Puede la suerte caer dos veces en el mismo lugar? no, esperen, creo que esos eran los rayos.

Bueno, no importa, para el caso es exactamente lo mismo.

Si, volé, y atrape la maldita y hermosa Snitch casi con los dientes. Es que...es que... ¡me sacó! Ese ruidito que hace, el zumbido. Es la maldición de la mosca veraniega. No, si tengo que hacer una película de esto, de otra forma nadie me creerá.

Como cuando quise explicar mi reacción, no una, sino, dos veces. Primero ante el e quipo de Gryffindor y luego ante McGonagall. Pero nada, cero naranjas. Nadie se da cuenta que mi don no es más que un error de la existencia. Ser intolerante a las moscas no es algo que me enorgullezca, son seres vivos y prometí desde que era una niña pipirisnais que no odiaría a ningún ser vivo, se arrastre, vuele, sea baboso o cante.

...

Los escalones no cuentan, están hechos de piedra.

No soy discriminadora pero todo el mundo sabe que el mármol es racista. ¿Por qué habría de comportarme bien con el escalón si fomenta el odio entre los seres? ¿Ah? ven, no tiene sentido.

De igual forma, no creo estar exagerando.

Ah, mira, ahí están. Já. Que gracia. ¿Estás contento Potter? Radiante, si lo notó. Es muy gracioso que mi desgracia te alimente. No tienes idea de cómo te desprecio ahora. Y Black, mírate, no, no mires así acá. ¿Y encima saludas? ¿Tienes un gas en vez de cerebro? ¿Por qué habría de devolverte el saludo cuando saliste de testigo del innombrable de tu amigo? Ya estaba metida en el barro hasta el cuello y fue tu pata fea la que me hizo perecer.

Vete-al-maldito-infierno.

― ¡Ey Evans, quita esa cara! ― reclama divertido el muy...

― ¡Black! ¿Por qué no te vas a un poco a- ? ―

Monólogo adolescenteWhere stories live. Discover now