XII. Guerras

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Una guerra es un asilo. En donde se interna el pasado y allí conviven todos los días con la duda, y el rencor.
Donde los días sin acento, profesan su afán por poseer una inmortalidad desmesurada fuera de las manos, fuera de los ojos, fuera del recuerdo.
Tararea el despertador, bailan las balas, cantan los moribundos y estalla la melodía. El cielo cierra sus puertas para que se someta al azar su acceso. Quizá es la misma razón, por la cual oscurece y contadas luces de los edificios vigilan la madrugada. Y se encoge la tierra, quien al verla desde sus medallas, no supo escucharla.
Somos náufragos en busca de sirenas. Y cuando nos encuentran, Dios cierra sus ojos.
Suben siluetas como espuma cubriendo la cordillera, se acercan las formas del terror a recolectar la muerte de la resurrección.
Armas, hombres que luchan por sus líderes.
Hambre, mujeres que fortalecen nombres cuidándolos entre sus brazos.

No queda más que nombres que arrullar.

Sigo el recorrido del llanto y este dibuja oscilaciones frente a la vida. Frente a la última página que goza la mirada con si creación; que se regocija en su significado.
El mismo que una noche prestada ilustró a los hombres, que ya no sienten ni curiosidad ni asombro por la ambición.
Que con palabras despierta el brazo remiso de aquellos que huérfanos, se proclaman herederos de una búsqueda por la libertad que ya les pertenece.

Así es como el odio rinde cuentas al odio.
El amor, al mismo amor.
Y el olvido al olvido.

Y unos cuantos estáticos aguardan la muerte que siempre viene a tiempo, vista en carrera, con sudor en su frente, con sangre en sus manos, fatiga...y los oídos cansados.

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Espero que te haya gustado este poema escrito en prosa.

Pregunta: ¿Qué es para ti la guerra?

GRACIAS

El funeral del tiempo (AZUL) (En edición)Where stories live. Discover now