Anécdotas de un mexicano

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Hace 32 años durante el temblor del 85 perdimos a muchos cercanos, pero una de las historias que más me llegó fue la de un amigo de mi hermano que había decidido cambiarse al Conalep que colapsó y estaba desaparecido, era solo unos años mayor que yo.

Como muchos otros jóvenes en aquel momento, sin pensarlo dos veces me fui a la cruz roja y me puse a ayudar en lo que se necesitará, por azares del destino terminé en la cocina preparando alimentos para damnificados y rescatistas, ¿influyó en mi decisión de carrera?, no lo sé.

A los días del terremoto 2 amigos del CIE, encontraron al amigo de mi hermano bajo los escombros del Conalep, tristemente se encontraba sin vida, pero para admiración de todos estaba abrazando a una niña por la que se había regresado, cosa que nos enteramos después, él era un héroe, a mi corta edad tenía un ejemplo a seguir, un hombre que pensó más en ayudar que en preservar la vida.

Los años pasaron y los que fuimos tocados por la historia nunca olvidamos que hay que pensar que en esas circunstancias hay quienes tienen el valor de no olvidar a los demás.
El pasado 19 de septiembre el destino nos volvió a encontrar, un terremoto, un desastre y los mexicanos nos reencontrábamos. Mi generación aprendió que no debíamos esperar a ver qué hacíamos, brincamos pero al mismo brincaron los millennials. "Apáticos", "valemadristas", "desinteresados por los demás" eran algunos de los términos que había escuchado hacia ellos, ¡NO!, encontré una serie de ángeles en mi camino dispuestos a hacer lo que fuera; dirigir tráfico, recolectar, limpiar y por supuesto, rescatar a otros mexicanos entre los escombros, cada vez que quería flaquear recordaba a aquel muchacho que me enseñó que en este momento hay que buscar a quien abrazar.

El segundo día decidí irme a Morelos a ayudar a los rescates porque aquí sobraban manos. Me encontré a un equipo de ángeles que sin pensarlo se subieron a mi camioneta para ir a ayudar, Victor, José Antonio, , Adolf, Becks, , , , todos ellos ajenos a mi generación, uno de ellos estaba en la panza de su mamá en el 85, los demás ni cerca.
Estudiantes o recién egresados, algunos de ellos estaban subidos en la camioneta a escondidas de sus familias que les dijeron que no podían salir para allá, pero ninguno dudó que el acto rebasaba la decisión familiar, esos millennials se convirtieron en mi brigada y trabajamos ese día hasta que el cuerpo dio. 

El día siguiente nos empezamos a conectar con otras brigadas. Nosotros teníamos equipos para rescate; palas, picos, cascos y guantes de más, por lo que nos contactaron con una brigada que se iba a ir en ese momento a Morelos a escombros, nos contactamos con y quedamos de vernos en alberca olímpica.

Al llegar como solía pasar nos agradecimos los apoyos, por que en ese momento crees que es personal y es a ti a quien ayudan y sin perder tiempo cambiamos material de camioneta a camioneta y decidimos que mi brigada se iba con él y nuestras dos camionetas se quedaban a cargar víveres y medicamentos. Como ya había salido la caravana en la que se irían, yo los llevaría a la caseta, Christian por "azares del destino" se subió a mi camioneta con la brigada.
Como transportaba medicamentos principalmente, desde el primer día me dejaron poner una bandera de la Cruz roja en el tablero de la camioneta que me ayudaba a que me abrieran paso por zonas acordonadas.

La camioneta era nuestro santuario, normalmente era el lugar donde reíamos y decíamos tonterías para poder despejarnos de las cosas que veíamos, así que aprovechamos para platicar con Christian, era amigo de uno de los nuestros, por lo tanto, era de los nuestros.
A la mitad del camino, de la nada me pregunta "oye Carlos, ¿y esa bandera?, nadie había preguntado, le comenté que me había acompañado desde el 85 y que la había guardado esperando nunca más usarla, pero que ahí estaba, ayudando. Me preguntó dónde estuve durante aquel tiempo y le platiqué, le pregunté porque la duda y me comentó que era algo que no platicaba mucho pero que el había perdido a un hermano en el temblor, después de un intercambio de miradas por el retrovisor que fueron más claros que mil palabras, siguió, murió en el Conalep. Me puse frío, hubo un silencio y terminó, se regresó a salvar a una niña que se tropezó, sin pensarlo terminé "lo encontraron abrazándola".

Tras un silencio y ya con lágrimas en los ojos los dos le dije, tu hermano era Flavio, 32 años después el hermano de Flavio, aquel amigo de Federico mi hermano estaba subido en mi camioneta, recordándome una vez más que la vida vale más cuando se busca abrazar a otros.
En ese momento llegamos al destino, todos en la camioneta trataban de ocultar lo tocados que estaban una vez más por Flavio, nos despedimos con un fuerte abrazo, un beso en la mejilla y un cuídate hermano.

Durante los días siguientes todos los de la brigada nos hemos separado porque tomamos para donde nos necesitan, pero nos reportamos constantemente para saber que seguimos bien.
No importa en qué creas, si no crees que tengo estos ángeles en la tierra y uno arriba viéndome, no se en qué podrías creer.

Carlos Valdés

24 de septiembre del 2017 a las 19:38

La foto mostrada es Flávio Vargas Oropeza.

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ANÉCDOTAS DE AYER Y HOYWhere stories live. Discover now