I. El falso dios:

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Esta mañana desperté aterrada,
sin poder conciliar otra vez el sueño.
El sopor en el que me encontraba en aquel momento
me impedía con claridad poder verlo;

Una sombra que en la oscuridad yacía,
mirando con deseo
mi alma dormida.
Los dos agujeros brillantes que en su rostro había,
no eran más que aquellos ojos con los que me veía.

Podía sentir aún más la fuerza de su mirada,
si mis ojos incrédulos se cerraban.
Y mientras su suave aliento como fuego mi piel quemaba,
subiendo por mi pierna y llegando hasta mi cara,
para entonces susurrarme de manera descarada:

-Sabes quién soy y lo que busco,
tu ser y tu mente con fuerza me llaman.
Sabes también, a quien desea tu pobre alma;
más impía y hambrienta que las temibles llamas.

Ya no debes esperar por mí,
ha llegado la salvación de tu espíritu,
la cual crucificará boca abajo tu ser,
en la misma cruz en la que yo he sufrido-

Un largo y sonoro bostezo se escapó de mí,
una vez que tan soporífero discurso había concluido,
pero al caer en cuenta de lo que aquella sombra parloteó,
mi boca inconsciente, como veneno escupió:

-¿Quién crees tú que eres,
para ofrecerme tal cosa como la salvación?
vienes y te apareces
haciéndote pasar por un dios,
un dios en el cual dejé de creer
cuando de mi vida se desentendió,
cuando al darme la espalda
mi sufrimiento ignoró.

Porque en un pasado imploré
y no me escuchó,
recé por su misericordia
y a cambio me castigó,
serví por años de rodillas a sus pies
y con una patada me pagó,
¡confesé mis más oscuros pecados!
¡Y aun así... aun así no me perdonó!
¡¿Y tú me hablas de salvación?!

Ahora responde tú,
¿Quién crees que es peor?
aquel que me prometió y no cumplió,
y mi vida de miseria por años llenó,
o aquel que siempre en silencio y escondido entre llamas
mis maldiciones escuchó
y mi alma en sus brazos recibió,
cual princesa del dolor
una más, como él;
rechazados por dios-

Tal espectro impactado,
si bien un rostro no poseía,
sabía yo muy bien que con vergüenza me observó,
ante tal discurso que ante mi presentó.

Y sin decir más nada,
en una nube de ébano se convirtió,
en un pestañeo desapareció,
y ante mí, mas nunca se presentó,
no al menos, mientras yo,
despierta observara, hasta el más oscuro rincón.

Y sin decir más nada,en una nube de ébano se convirtió,en un pestañeo desapareció,y ante mí, mas nunca se presentó,no al menos, mientras yo,despierta observara, hasta el más oscuro rincón

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