c e r o

748 78 4
                                    

    Me he perdido hace tanto tiempo.

    Me perdí entre sonrisas falsas y risas forzadas, entre mentiras necesarias y felicidad fingida. Me perdí en él por primera vez y luego me desintegré. No recuerdo cuando todo éste ciclo constante de infelicidad ha sido creado pero sé que ha sido por mi causa, ha sido debido a mí. A veces las personas sin buscar o querer crear nada lo hacen, no sé si inconscientemente o simplemente deciden evadir ese hecho pero ocurre... como pasó conmigo. Me he perdido hace mucho que no recuerdo como era antes de todo esto, me veo inmortalizada en fotografías familiares pero hasta me desconozco como cuando me observo al espejo. Lo único que si reconozco a la perfección es aquel brillo en mis ojos, un brillo para nada esperanzador. 

    Le doy vueltas a éste hecho tanto dentro de mi cabeza que por ello me he desconectado de tantas personas, he perdido amigos y me he distanciado de familiares. Me he distanciado de mí misma, de mis amigos, de mis padres y más importante, mi hermano. He perdido una valiosa conexión que iba más allá de la fraternidad. Y todo eso lo he creado yo misma, he de añadir que tampoco estoy orgullosa de ello...

—Bien, creo que eso es todo por hoy—susurro a la nada mientras lo publico luego de verificar que no hubiera ningún error ortográfico. Me recuesto por el respaldar de la silla mientras observo como lentamente recibo algunos comentarios en mi blog. Suspiro con cansancio y cierro mi laptop, agotada. 

    Con pereza me recuesto en mi cama y me tapo por completo, ya protegida entre la intimidad de mis sábanas me dispongo a pensar. La verdad que no sé si ha sido buena idea crearme un blog pero al menos tengo una forma saludable en donde puedo descargar todas mis penas y lamentos, todos mis errores y arrepentimientos. Tener dieciséis y cargar con tales sensaciones no es como planeaba pasar mi adolescencia, pero es lo que te toca, o uno elige. Abrumada cierro mis ojos en un vano intento de quedarme dormida.


    Para comenzar octubre el clima es insoportable, el frío logra traspasar mis capas de ropas y envolver mis huesos que tiritan a medida que camino al instituto. Para colmo me he despertado tarde y he tenido que venir con prisas.

—Ésto apesta—murmuro en un gruñido mientras tapo mi nariz con ayuda de mi bufanda y acelero el paso. Desde aquí escucho la campana tocar.

    Con un pequeño trote llego a tiempo. En la entrada me encuentro con Mayu, la adorable loli idol de primer año quien me sonríe con amabilidad, ella es sin dudar tan buena con todos, yo le devuelvo el gesto mientras la veo marcharse. Suspiro mientras camino a mi primera clase.

    Al llegar me siento en mi lugar, al lado de Aria, quien se nota igual de desganada que siempre. A veces siento que no todo es tan malo y agradezco que cuando cambiamos de asientos a mitad de año me haya tocado ella como compañera. No es conversadora y se nota bastante reservada, me gusta eso. 

—¿De verdad? ¡Ja, ja, ja!—Escucho desde mi lugar la escandalosa risa de SeeU, ella es un ejemplo claro de quién no me hubiera gustado como compañera. No es que tenga algo en su contra, simplemente me gusta ser invisible y pasar desapercibida.

    En eso mi vista viaja por la habitación y se detiene en una cabellera bastante familiar. Su perfil es precioso, mandíbula bien marcada y pómulos cincelados, sin hablar de sus largas pestañas que enmarcan a las perfección el penetrante color de esos iris zafiro. Un suspiro inconsciente sale de mis labios al verlo reír tan dichosamente, y cuando el profesor se digna a hacer acto de presencia giro mi cabeza hacia la ventana a mi costado, dejando de contemplar la perfección de mi hermano. 


    Me refugio en la biblioteca junto con Galaco antes de que toque el timbre de salida, estudiamos un poco y repasamos algunas materias en dónde necesitamos ponernos al día.

—¿Sabes? El otro día escuché algo interesante—murmura Galaco, yo le observo algo confundida antes de asentir y volver la vista a mis apuntes.

—Mmm-hmm, ¿y qué fue lo que escuchaste?—Cuestiono sin realmente querer saber la respuesta, sinceramente no me interesa.

—Era sobre tí—bueno, ahora me interesa—, estaba en el baño cuando escuché a Neru decir que eras lesbiana—cuenta mientras yo le observo divertida.

—¿Y le crees?—Con genuina curiosidad inquiero mientras le presto atención, ella se sonroja un poco y niega.

—No, sé que no lo eres pero... no me gustó que haya dicho aquello—explica frunciendo el ceño, noto algo de enfado en sus bonitos ojos y suspiro.

—Simplemente ignóralo, no es algo demasiado importante—hablo mientras me encojo de hombros, pero ella se nota reacia a dejarlo pasar.

—Pero, Rin, no podemos simplemente dejarlo pasar, ¿y si extiende alguna clase de rumor? ¿Y si todos comienzan a decirlo? Yo sé quién eres porque te conozco pero los demás no, ellos critican y juzgan sin saber simplemente para pasar un tiempo hablando de algo que consideran interesante y mientras que no sea sobre ellos mejor, además no será difícil que lo crean viendo tu historial amoroso—yo frunzo mis labios.

—¿Qué historial amoroso?—Cuestiono extrañada y Galaco se exalta.

—Exactamente a eso me refiero, no has salido con ningún chico en todo lo que llevas en la secundaria, literalmente con nadie, nunca. Eso solo será motivo para que su rumor se haga creíble—yo ruedo mis ojos ante su dramatismo—. Esto es serio, Rin, sé que a diferencia de otras tú esperas por el hombre indicado o uno que al menos valga la pena, pero ellos solo lo verán como una razón más para creer que eres una especia de lesbiana en el clóset—manifiesta y yo cierro mis ojos, algo cansada.

—Bueno, si eso llega a suceder, no importa—ella parece que va a protestar pero se lo impido—. Porque al fin y al cabo tú y yo sabemos quién soy, ¿verdad? Y eso es todo lo que realmente me importa—termino y ella se nota derrotada.

—Como sea...


    De mi camino de regreso noto a un gato descansando en una caja con mantas y me agacho a observarlo mejor, aunque mi distancia es casi nula éste no parece inmutarse y sigue con sus ojos cerrados y un ronroneo apenas perceptible. Lo contemplo algo maravillada y cuando se anima a abrir sus ojos de forma perezosa el azul que escondía es tan escandaloso que parpadeo un poco. El gato me observa con cara aburrida y ojos cansados y yo me tambaleo hacia atrás algo aturdida. Es precioso, demasiado.

—¿Acaso estás abandonado?—Pregunto pero no recibo respuesta, el gato cierra sus ojos nuevamente y yo me levanto y lo miro una última vez antes de seguir con mi caminata, pero un maullido me hace detenerme. Al girarme lo observo, al igual que él me observa a mi con sus profundos ojos azulados—. Perdona, pero no me dejan tener mascotas—explico y el gato cierra sus ojos nuevamente—. No te abandonaré, te visitaré seguido—digo pero el gato ni se inmuta y yo sigo mi camino.


    Antes de llegar a casa veo una cabellera rubia en el portal y cuando escucho unas voces me detengo en seco y me escondo al acto.

—¿Cuándo me presentarás a tu familia? Ésto de que seamos un secreto es bastante molesto—escucho a alguien quejarse y una risa familiar suena al instante.

—Perdona, prometo hacerlo pronto, simplemente...

—¿Simplemente qué? Vamos, Len, ya serán cuatro meses, ¿qué más esperas? Te presenté a los míos, ahora te toca a tí.

—Teto, no seas dura conmigo, solo dame algo de tiempo para ordenarlo todo, ¿sí?—Luego no escucho nada y por alguna razón doy media vuelta y me largo.


—¿Sabes? Yo lo sabía todo éste tiempo, pero no es lo mismo saberlo que presenciarlo, y aunque creí que tenía bajo control mis emociones al parecer soy más vulnerable de lo que pensé—me desahogo mientras observo al gato comer el atún anteriormente comprado, suspiro y me permito acariciarlo, él ronronea cuando lo hago y sonrío, sintiendo el camino de mis tibias lágrimas que se deslizan por mis mejillas.

    En eso el bolsillo de mi abrigo vibra y cuando saco mi celular observo que es un mensaje de Len:

    ¿Dónde estás? Se está haciendo tarde, regresa a casa, estoy preocupado.




Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora