o n c e

258 47 11
                                    

    Rin se encuentra en el sofá mirando un documental sobre tiburones mientras come palomitas de maíz que recién ha hecho, yo le miro desde la cocina, algo confundido. Cuando siento algo suave entre mis piernas me levanto asustado y observo al suelo, nuevamente el gato gordo y pulgoso, quien maúlla inocentemente. Desde la sala escucho la risa suave de Rin, y frunciendo el ceño levanto la mirada, ella sigue mirando la televisión pero aún así... aún así se que se ha reído de mi. Refunfuño mientras junto mis útiles, ¿por qué siquiera he venido a estudiar aquí? Me pregunto enfadado conmigo mismo mientras camino a las escaleras. 

   Pues porque la extrañas y no sabes como acercarte a ella sin dañarla.

    Me muerdo la lengua ni bien el pensamiento aparece y sigo caminando, sintiéndome muy apagado, algo desvanecido. Mis ideas no son claras, mis acciones se notan desprolijas y mis palabras vacilantes, ¿qué estoy haciendo? ¿Qué he hecho? Inquiero mientras camino a mi cuarto, pero al pasar por el cuarto de mi madre la escucho sollozar, me quedo al lado de su puerta, escuchando el llanto con algo de impotencia.

    Nos parecemos en tantos ámbitos, pienso con amargura, después de todo, ambos tenemos la capacidad de espantar lo que más queremos. Rendido voy a mi habitación, no sirvo en este estado deplorable, me digo mientras prácticamente me tiro en mi cama, muy herido para siquiera intentar existir.


    Me levanto agitado, con el corazón acelerado y mi entorno sumergido en una absoluta oscuridad. Con mis manos tanteo debajo de mi almohada, buscando mi celular, cuando lo toco lo saco y desbloqueo, fijándome la hora. Son apenas las tres de la madrugada, con un resoplido caigo nuevamente en mi cama, aún algo aturdido y abrumado por mi sueño.

—A la mierda con todo—mascullo antes de levantarme y con pasos perezosos salir de mi habitación.

     En el pasillo e intentando no hacer mucho sonido voy a la habitación de Rin, abriendo su puerta con cuidado y escabullendome en su cama con cautela. Ella se nota profundamente dormida y como siempre, hermosa. Yo suspiro antes de rodear su silueta con mis brazos y traerla hacia mí, ella se queja un poco entre sueños antes de acomodarse en mi pecho y calmarse, yo sonrío levemente antes de cerrar mis ojos e intentar conciliar el sueño nuevamente.

       Pero la pesadilla que me despertó aún me sigue, la silueta de un hombre alejando a Rin de mis brazos se reproduce en mi mente, eso solo logra que abrace a mi hermana con más fuerza.


—...en, ¡Len!

      Quejándome hundo mi cabeza aún más en aquella almohada, ¿por qué me despiertan tan temprano? Pienso con molestia mientras intento perseguir mi placentero sueño, es inútil cuando una mano cálida me remueve.

—¿Qué?—Pregunto en una queja mientras parpadeo levemente y miro hacia un costado, ver la silueta de una despeinada Rin es una buena forma de despertar.

—¿Qué haces aquí?—Ella pregunta bruscamente, sonando casi molesta mientras se cruza de brazos, yo suspiro mientras su dulce aroma llega a mi nariz.

—Dormir, pensé que era obvio—me burlo con una sonrisa descarada, eso no parece calmar a Rin.

—No me refiero a eso, sino a porque lo estás haciendo en mi habitación—demanda con ceño fruncido y yo dudo un poco, sintiéndome inseguro luego de tanto tiempo, es extraño.

—Tuve una pesadilla—confieso en un susurro, Rin enarca una ceja mientras me hace un gesto para que continúe, yo ruedo mis ojos—. Yo solo... sentí como si me estuviera ahogando—explico, de una forma en la que ella pueda sentirse identificada también, de que pueda comprenderme y quizás apiadarse de mi. 

—Oh... entiendo, pero no es excusa para que duermas conmigo, Len, ya no somos más niños—aclara y yo resoplo, gruñendo un poco mientras me siento en la cama.

—Lo sé, pero como mi sueño se trataba de ti abandonándonos bueno... no pude calmarme hasta que te tuve entre mis brazos—con honestidad comparto, Rin al menos tiene la decencia de sonrojarse un poco.

—Aún así, eres lo suficientemente grande para lidiar con simples pesadillas—se jacta mientras mira hacia las sábanas, yo suspiro.

—Nunca seré lo suficientemente grande o maduro para verte partir, Rin—murmuro mientras bajo mi mirada, algo confundido, ¿por qué le estoy diciendo ésto?

—¿Por qué crees que los abandonaría?

—No lo sé, a veces tienes este aire a tu alrededor, como una advertencia de que si presiono demasiado lograré hacer que te vayas—admito con frustración y miedo, y algo de enojo, aunque más conmigo mismo que con ella, porque a veces olvido lo frágil y vulnerable que Rin puede ser, ¿pero cómo no hacerlo con sus miradas duras y su rostro inexpresivo?

—Si me fuera les diría, les avisaría con antelación y ciertamente no les abandonaría...

—Se sentiría así de igual formas, no importa lo que hagas—me quejo en un resoplido, ¿es qué acaso no puede entenderlo?

—¿Por qué quieres ponerme en los zapatos de papá? No me compares, Len, que tengas problemas de abandono es asunto tuyo, no me arrastres en ello—con crudeza ataca, yo me desinflo levemente, estremeciéndome ante sus palabras.

—Es difícil no hacerlo, de entre los dos eres la que más se parece a él—cuento con dolor, sin poder mirarla aún a los ojos, es inquietante.

—Len...

—Olvídalo, estoy siendo dramático, lamento haberte molestado—digo antes de salir de allí con prisas, ni siquiera espero a que responda mientras prácticamente huyo de su habitación, cerrando casi con demasiada fuerza su puerta.

     Mientras camino hacia el baño me siento algo entumecido, es extraño, había pasado un buen tiempo desde éste sentimiento. Pero con las cosas aún no resueltas entre Rin y yo es difícil que el frío no se escurra entre mis huesos...


    Luego de evitar a Rin lo que resta de la mañana finalmente he llegado al instituto, aunque la mañana estuvo gélida ahora que ha salido el Sol las cosas comienzan a ser más cálidas. Yo me quedo recostado contra la pared en la entrada de la institución, mirando hacia el cielo algo nublado y con los rayos del Sol intentando colarse entre ellas.

—¡Lenny!—Teto saluda efusivamente cuando me ve, yo bajo la cabeza y le sonrío tensamente, ella lo nota al instante—. ¿Estás bien? Te noto cansado.

—Sí, yo... no he comenzado bien el día—comparto mientras me encojo de hombros, Teto hace una mueca que reemplaza al instante con una sonrisa.

—¡No te preocupes! Ya verás como te animo el día, podríamos ir a comer unos crepes o incluso...

—Teto, tenemos que hablar—le corto sin poder evitarlo, después de todo, siempre fue mejor ir al punto con las cosas.

Bajo el agua.Where stories live. Discover now