Capítulo 5.

529 35 17
                                    

Thranduil dormía recargado sobre el tronco de un árbol, se le veía sereno como en pocas ocasiones, podía decirse que tenía la apariencia de una deidad, de esas a las que se les teme pero deidad al y fin y al cabo, las hojas secas provocadas por el ráfagante otoño caían delicadas sobre el rostro del aquel entonces príncipe Thranduil. Yo le observaba desde las afueras del jardín extrañado de que el príncipe no estuviese cumpliendo con su horario como Monarca y sus obligaciones durante el día le demandaba todo su tiempo, aún así me mantuve alejado, casi escondido detrás de las enormes ramificaciones. Fue una coincidencia encontrarle ahí pues yo caminaba apresurado para entregarle un informe sobre las tropas a mi majestad  el Rey Oropher, en aquella época yo era su militar en jefe hasta que una herida casi de muerte impidió servirle como antaño, pese a ello, mi lealtad me permitió perdurar a su lado durante las próximas décadas entre guerras y batallas hasta la llegada de su trágica muerte. 

Frecuentemente Thranduil pasaba la mayor parte de su tiempo "libre" entrenando con los demás  guerreros silvanos, convirtiéndose con el pasar de las primaveras y sobretodo gracias a su esfuerzo, dolor y extrema disciplina en uno de los más valientes, dedicado y obstinado guerrero por ende en el mejor en el arte de la doble espada.

En variadas ocasiones había dejado de dormir sustituyendo su descanso por caminatas nocturnas, si, en aquella época en la que aun se podía deambular en medio del bosque sin el temor real de ser cazado por hambrientas arañas o en su defecto acechado por despiadados orcos.

Por lo general cuando mi señor despierta de sus sueños tiende a tener un humor terrible, como casi siempre, admito que me sorprendí verle sonreír y cuando por fin despertó de su somnolencia esta era una sonrisa llena de regocijo, y, observarle en ese estado, me hizo quedar por mi curiosidad desmedida la cual me  invadió y no me resistí el preguntarle el motivo de su contentamiento, obteniendo como respuesta su más puro escarnio. Me dijo aún carialegre.

_Borag, tuve un sueño muy singular y aún tengo esa particular sensación de que ha sido bastante palpable, pues verás y quizá te parezca extraño... el ser que curará esta frivolidad de mi desquiciada alma a tenido la desfachatez de besarme pero... Te hablo más bien en un sentido metafórico.

Le miré escéptico por lo que el continuo sin importarle que le creyera en realidad.

_Te diré, es probable que le este en deuda, me atormentaba la pesadumbre de una pesadilla, era cruel y me carcomía el alma. Sino hubiese sido por aquella presencia yo abría caído en un sueño profundo en donde cada vez se volvía más atroz y esta despaciosa me absorbía y me consumía más y más en la obscura desesperanza.

Thranduil parecía convencido, inclusive cautivado. Por supuesto que yo no le creí, tiende a jugar en ocasiones con mi incredulidad y suele ser muy convincente por lo que evito caer en su palabrería.

Según mi señor su sueño era una premonición en la cual le mostraba una de las dichosas más puras y a pesar de que en el propio sueño no se mostraba el rostro de la persona a la que él alegaba estar destinado, la propia vida se encargaría de otorgarle la oportunidad de cruzar caminos y sin dificultad sabría distinguirla entre todas las demás.

Claro eso jamás sucedió y en un par de semanas se canso de esperar.

[...]

Diría que jamás entendí la negligencia de mi majestad pero sería mentirles a ustedes y a mi, invariablemente supe desde la llegada de Elrond que algo así podría suceder, en todo caso los sentimientos pasionales arraigados durante pletóricos años de algún modo arrebataron  por un momento el aborrecimiento que aún se le puede tener al señor de Imaladris.

[...]

Elrond dirigía con sagacidad a mi señor hasta la mesa de los planisferios de contraataque en donde se encontraban cada extensión del bosque, estos arrugandolos casi en su totalidad. En otra circunstancia, muy distinta por supuesto, Thranduil hubiese estallado de cólera contra cualquiera sin oportunidad de escapar de un inexorable castigo, pero ahora, ahí, se encontraba con esa sonrisa ladina y dejándose acariciar sin oposición alguna.

"Los secretos del indubitable Thranduil"Where stories live. Discover now