Capítulo 6

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Después de ese día tan ajetreado había olvidado cenar, un mozo me serbio amablemente antes de retirarse dejándome solo en la amplia cocina lo que me indicaba que la noche se había precipitado y la mayoría descansaba puesto que desde muy temprano todos iniciaban sus actividades correspondientes al reino.

Trasnochar se volvió cotidiano en los último días, la plaga de arañas era un tema que se hablaba y se trataba todos los días, la repudia era parte del sentir diario de Thranduil, y, ni él dotado de una excepcional  capacidad estratégica podía evitar su rápida expansión siendo esta una de las causas por las que los guerreros silvanos entrenaban desde el amanecer hasta el anochecer por tanto mandato del rey.

Muchas de las técnicas de entrenamiento fueron implementadas por mi, de ahí el respeto que se me tenía  como antiguo guerrero, por otro lado constantemente me consternaba el proceder de Thranduil hacia Elrond lo que mantenía mi mente generalmente abrumada. Queja que se volvió frecuente.

Los pasos impacientes de un servil me sacaron de mi pequeño transe, al entrar note que cargaba con la charola de plata aun con la cena intacta, Enlif, ese era su nombre. Enlif se encargaba, entre otras tareas, de llevar el desayuno, comida y cena a mi señor cada que así, él, se lo requiriese. Cuando mire su cara esta se encontraba pálida y su mirada consternada, deduje entonces que mi malhumorante Rey le había apercibido por de más furibundo. No hice preguntas por respeto a su afligida vergüenza. Él se retiro apresurado y yo permanecí ahí hasta terminar mi cena.

[...]

Al día siguiente realizaba mi tradicional caminata por los jardines mientras el sol aun permanecía escondido. La vegetación estaba bañada en rocío, mientras que las flores temblorosas por el frío desprendían su aroma, si, aquella que se resguardaba celosamente. Pero no era el único quien había decidido tomar una caminata esa mañana, Elrond se situaba contemplando a la nada. Un sabio como él no es de extrañarse sorprenderle tan pensativo, supuse.

Me acerque en silencio para hacerle compañía, previamente salude con respeto con una inclinación de cabeza y así permanecimos un instante hasta que él quebrantó el mutismo.

__El bosque...

__¿El bosque, Sir Elrond?_ estaba abstraído y aunque él habló quedamente logré escucharle con claridad.

__Se lamenta, cada vez esta más enfermo... Como Thranduil, siente un profundo dolor_ mencionó meditabundo.

__Me enteré que ayer por la noche le mando a preparar un brebaje, se lo agradezco, aunque eso no curará...

__Las enfermedades del corazón_ me interrumpió_ pero si logra apaciguarlos... Lleva primaveras tras primavera dolorido que no se a percatado de su padecer, pero nosotros si, ¿no es cierto, Borag?

Eso explicaba su repentino resfriado, que en realidad era un brote reflejo de años de enfermedad otro de sus secretos personales mejor reservados. Hasta entonces había ignorado ese supuesto y lo seguí haciendo por la prosperidad del reino de mi señor.

Elrond me miraba interrogativo, era indiscutible, él sabía de mi pensar.

__Es cierto, sir Elrond_ respondí con la verdad_ pero saberlo no aporta mucho_ reté.

__ Y negarlo no soluciona nada, al contrario, lo empeora_ Finalizó el señor de Imaladris, quien hasta el momento me pareció algo ausente.

La conversación se apaciguó, por el contrario internamente me sentía enervante. No podía negar la prudencia con la que Elrond se refería al inconveniente de mi señor.

[...]

Después del inoportuno encuentro con Elrond y con más serenidad me dispuse a encaminarme con mi señor. Recorrí los laberínticos pasillos hasta llegar a la librería personal de Thranduil antes de anunciarme oí a mi señor, quien hablaba con Enlif.

__Ten más cuidado con lo que vez, Enlif... yo omitiré tu negligencia así que tú también lo harás, lo olvidaremos y verás que para el amanecer será un secreto más en el olvido.

No escuche más, tras lo anterior el servil salio serio y pálido como ayer por la noche, me saludo y se fue sin mirar otro lado que no fuese el suyo. Percibí entonces que su falta era grabe, pero hasta al momento no sospechaba el desafortunado encuentro pasional, mucho menos una culminación entre Thranduil y Elrond.

Entre haciendo previamente un saludo de respeto, él hizo como si no le importase y e indico que tomara asiento.

Relucía con su inigualable sonrisa insolente, lo cual intérprete como resultado del desestresante regaño hacía Enlif.

__Veo que se a recuperado, mi señor.

__Es demasiado patético que su rey se muestre afligido por un insignificante resfriado.

No era insignificante, como serlo si el transfondo era pesadumbre, tormento inclusive angustia. Aceptaba que Elrond le ayudase el primer día que llego al bosque, la muerte de Elros lo consideré como un obstáculo constante para la mente de mi señor, lo que evitaba una psique clara para los asuntos del reinado, por supuesto le tenía gratitud. por otro lado al único que le importaba este infortunio era solo al propio Elrond lo cual no aceptaba más por las complicaciones que causaría a futuro.

__Le he expresado mis agradecimientos a sir Elrond, por tomarse la molestia de proporcionarle a nuestro curandero su receta.

__¡¿Le viste, tan temprano?!... No hay por qué sentir gratitud ni a punto de sucumbir, además no me esta haciendo ningún favor _ pregunto interesado aunque para aminorar significación hizo mención de lo último con indignación.

__En el jardín, es un monarca su crianza le ha exigido rendir desde muy temprano no es más que el hábito_ menoscabe para evadir dialogar más del señor de Imaladris.

__Es un calvario tenerle aquí_ le oí más sincero.

[...]

Salude de manera general a los elfos guerreros. Thranduil me había confiado tutelar el entrenamiento de sus tropas tal como en el pasado hice a lado de Oropher. Y así hice hasta tarde sin el conocimiento previo de que mi señor mientras tanto pretendía encontrarse con Elrond. Hecho que consiguió.

[...]

__¿Tan rápido se ha aburrido del príncipe Legolas?

Esbozo mi señor para hacer notar su presencia añadiendo un falso ademán de sorpresa al ver en aquellos rincones del territorio silvano al señor de Imaladris, quien era el realmente desconcertado.

__Me ha dicho que este es uno de sus lugares favoritos junto con las aguas subterráneas_ respondió inequívoco.

__Los son, aunque eso no te convierte en alguien especial para él..._ reparo arrogante.

A mi señor le había costado bastante encontrarle, jamás logré concebir a Thranduil buscándole con impaciencia haciendo uso de su privilegiada vista, y menos concebía lo estólido que se sentía por mencionar en primera instancia a su hijo.

__Además es insuficiente el vagido tiempo que has pasado con mi hijo, no basta, se necesita más de una vida_ prosiguió mi señor.

__ Aunque me niegues la dicha con mi sobrino, nuestros lazos se han estrechado, seguir insistiendo es lo más diáfano_ refuto sereno.

__ Se atribuye demasiado, Elrond_ contesto irritado mi señor.

Lo que no poseía mi señor era esa templanza con la que Elrond analizaba las contingencias, le observó con mesura molestándole su docta persona. Ambos se mantuvieron contemplando la inconmensurable cascada a una distancia apropiada entre ellos, ineludible sus pensamientos revivían su concupiscencia de la noche anterior.

__¿Te arrepientes?_ inquirió mi señor sin mirarle y aparentando desinterés.

__Nunca..._ respondió Elrond con imperturbabilidad_ es un hecho que jamás se volverá a repetir lo de anoche, no volveré a acariciarte como tan desesperadamente hice, ni podré besar esos labios que aun siento impregnados en los mios, lo lamento Thranduil, lo lamento sobremanera... Es egoísta por donde se mire, pero te suplico que tengas la certeza de que hubiese lamentado con locura no haber poseído jamás tu cuerpo y alma.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2020 ⏰

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"Los secretos del indubitable Thranduil"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora