Bienvenido a casa, Sasuke-kun

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Uchiha Sasuke. Así me llamaban los demás. Mientras mis pies avanzaban a paso sigiloso, el mundo alrededor conspiraba en silencio para reducir el largo camino que me llevaba a Konoha.

La única razón por la que tus objetivos y todas tus acciones hasta ahora fueron perdonados fue debido a que tu ayuda fue fundamental para disipar el tsukuyomi infinito...

Aquellas palabras me devolvían la esperanza de gozar de un buen recibimiento en la aldea. ¿Qué habrá pasado en mi ausencia? ¿La aldea habrá cambiado? ¿Naruto se habrá vuelto hokage? ¿Kakashi seguirá con ese típico comportamiento de viejo responsable?

¿Qué tal si... te pido... me lleves contigo?

Eso había dicho ella. Aquella chica de cabellos rosas que alguna vez fue una niña detrás de un amor fantasioso, pero que maduró y se convirtió en una de la kunoichis más fuertes del mundo ninja.

¿Cómo lo sabía? Pues, en mis viajes había escuchado noticias del mundo ninja. Como el gran héroe de Konoha, Naruto Uzumaki, había podido por fin alcanzar todos sus sueños y como su compañera, Sakura Haruno, era una de las mejores ninjas médico del lugar.

Sakura-chan ha estado esperando por ti todo este tiempo, ¿no crees que es hora de volver por ella, teme?

Eso decía en una de las últimas cartas que Naruto me había enviado. No sabía si estaba persuadiéndome para volver a la aldea y verla a ella específicamente. No podía negarlo. Tenía curiosidad por ver lo cambiada que estaba, lo fuerte que se había vuelto y la madurez de la que tanto presumía el rubio.

Y esa curiosidad fue lo que me llevó a la situación en la que estaba ahora.

A paso lento seguía mi rumbo. Las hojas de los árboles se movían al compás del viento y me guiaban a través del bosque, a través del silencio que solo la vegetación podía regalar. Mi respiración calmada, mis ojos cerrados disfrutando de la tranquilidad y mis pies moviéndose por sí solos hasta un lugar donde sabía que podía llamar Hogar.

De pronto el camino se me hizo menos largo que antes y ya podía sentir el olor a hierba fresca, el sonido de las risas ajenas y la sensación de pertenencia, de estar dentro de una aldea donde podían reconocerme, donde podían mirarme a igual y no como un criminal o traidor.

Seguí caminando hasta toparme con la entrada de una de las aldeas más poderosas de todo el mundo: Konoha. Observé hacia dentro y pude ver niños jugando, aldeanos hablando entre ellos y la paz de la que tanto se jactaba mi mejor amigo. Ya no había guerras, ya no había sufrimiento, ni siquiera una pisca de llanto. Solo alegría, como lo recordaba.

— Uchiha Sasuke —respondí en cuanto preguntaron mi nombre. La seguridad seguía siendo la misma y eso me tranquilizaba.

Seguí mi camino y fui blanco de miradas extrañadas y curiosas. No quería ver a nadie aquel día, solo quería entregar mi reporte y descansar por el largo viaje que había realizado hasta la aldea. Ya mañana hablaría con Naruto para ponernos al tanto de todo, ya que, aunque me niegue, sé que él estará parloteando de todo y poniéndome al tanto.

— Adelante —dijo la voz dentro de la oficina.

Aquella voz era demasiado conocida para mí, sería imposible olvidarla. Mi maestro me observó de pies a cabeza para cerciorar que lo que estaba viendo no era una ilusión y vaya que no lo era. Me había tardando en decidir si debía volver o no, pero sabía que no podía retrasar mi llegada de nuevo.

— Me sorprende verte por aquí, Sasuke —rápidamente se puso de pie para darme un abrazo— no sabía que llegarías tan pronto.

— Si retrasaba mas mi llegada, seguramente Naruto mandaría mas cartas quejándose —suspiré—no quería que siga reclamándome por no venir.

Someone to stay (Alguien para quedarse)Where stories live. Discover now