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Isabelle.

Sintió como su cuerpo volvía a sanarse, una ventaja de ser una estrella muerta es que no podía volver a morir, en cambio sentía una descomposición, como una enfermedad en el estómago para después recuperarse. Cerró los ojos descansando en su asiento, no sabía si el malestar que sentía dentro también incluía el malestar de Alec, su rechazo.

Había pasado su vida, la mitad de su vida mirándole desde arriba, cuidando sus pasos, susurrando cuando algo iba mal en su vida y rezando a Raziel para que nada le pasará.

— Jace.

Tenía un poco de dificultad para hablar, pero de igual manera lo hizo, también conocía a los Herondale desde arriba, cuando la madre siempre hablaba de él y contaba de cuanto amaba a ese niño, le había prometido a ella cuidar de él también.

— ¿Qué?

La cabellera rubia apareció en el medio de los dos asientos, y esos ojos dorados le miraron preocupantes.

— ¿Se te pasó el llanto? — bromeó Izzy.

Trató de reír pero una tos hizo que se evitará.

— Tú madre estará orgullosa de ti cuando te enseñe a pelear— susurró— Ahora llámame a Alec.

Jace quién no pudo evitar responder por estar anonadado con lo que había dicho la chica se volvió hacia atrás para comenzar a balbucear, sin poder evitarlo miró a Magnus, su amigo parecía más mundano de lo que creía, no lo había dicho, pero no podía sacar su mirada de él, su pelo corto, sus aretes, su vestimenta.

Y podía sentir el amor emanar de su cuerpo, amor por un humano, por Alexander. Y sintió lástima, porque no podrían estar juntos por mucho tiempo, no cuando Raziel pidiera la vuelta de ambos cuando la guerra comenzará.

— ¿Si?

Una cabellera negruzca y unos ojos azulados taparon su vista, no pudo evitar sonreír, amaba a su hermano, había pensado más de una vez como habría sido vivir con él, sobreprotector, feliz, ninguno hubiera tenido que hacerse adulto muy temprano para pasar una niñez buena. Pero los sueños no se cumplen.

— Lo siento— dijo ella.

No quería que su hermano mayor sintiera un rechazo por ella, porque dentro, muy dentro, aún era una pequeña niña que quería tener una familia y ser mimada, por lo menos la única que quedaba viva, ya que se había encargado de Robert hace unos años.

— Aún debo procesar todo esto, déjame procesarlo y cuando te diga, hablaremos— dijo con dificultad Alec— ahora haz reposo.

El chico volvió hacia atrás y Izzy pudo sentir como sus mejillas se mojaban, un sentimiento que nunca había vivido, le dolía el pecho, y tenía un sentimiento dentro de su pecho que era difícil de descifrar, sintió un apretó cariñoso en su pierna, Magnus le estaba tratando de dar apoyo a esta situación.

— ¿Dónde será nuestra ubicación?

Magnus alzó sus hombros sin saber que responder, estaban acorralados, Tessa y Jem sabían sus movimientos, sabían cómo sería las piezas, y cuál sería el objeto a llegar, no pudo evitar dejar escapar un gruñido molesta, no podía creer que esa pareja, una de las más amada por Cat fallará así, que hicieran ese giro, después de tantos secretos, después de tantas confianza, les odiaba.

— ¿Acaso lograste ver a Raphael? — preguntó Magnus.

Raphael, el chico que había salvado su hermano, había sido un milagro que no muriera allá arriba, Cat logro salvarle por el aprecio y el deseo que Magnus y Alec habían pedido, ahora estaba siendo entrenado, como los dos nuevos que habían llegado por una imprudencia de Helen, que no soporto verlos ser maltratados y las marcas llegaron a ellos con facilidad.

— Sí, está con los nuevos.

Ella no pudo conocerle, pero escuchó sus nombres antes de bajar a su misión.

— ¿Nuevos?

Asintió, sintiendo como volvía a la normalidad.

— Helen quiso hacerse heroína, Fray y Lewis, dos huérfanos.

Miró hacia atrás viendo como Jace sonreía pero comenzaba a llorar, sabía que eran personas importantes en su vida.

— Raziel y Cat estarán encantados con el nuevo refuerzo— opinó Magnus.

Izzy sin darse vuelta miró a Jace y después a Alec.

— Haré todo lo posible para que ustedes también lo sean— dijo Izzy— o por lo menos hacer su estancia aquí buena y sin peligro a su alrededor.

Pidiéndole a la luna. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora