Diecisiete

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Castiel avanzó lentamente por los pasillos del búnker. No había nadie, Sam y Dean estaban en un caso y no volverían por un par de días.

Cuando llegó a la habitación de Dean de detuvo con la mano extendida para tomar el pomo. Quizás era mala idea entrar.

La parte de su cerebro que había querido entrar desde el principio ganó sobre la que le decía que estaba traspasando la privacidad de Dean. Abrió la puerta con resolución y caminó hasta la cama.

Con calma se sacó la gabardina y la chaqueta del traje, dejándolos sobre una silla. Luego, despacio y con cuidado se recostó en la cama, pudiendo sentir el aroma de Dean.

Lo extrañaba demasiado y no podía dejar de pensar en él. Y su mejor opción en este momento era estar en un ambiente impregnado con su aroma.

Cas deseaba con todo su ser que Dean lo notara, pero el cazador más de una vez lo había llamado hermano.

El ángel sin saberlo, se quedó dormido. A la mañana siguiente despertó con un peso en su cintura y un cuerpo tibio contra su espalda.

Cas se giró lentamente, encontrándose con Dean, su rostro más pacífico que nunca, todo ese peso no existía en este momento. Largas pestañas acariciaban sus pómulos llenos de pecas.

El ángel sonrió. Estaba listo para levantarse e irse cuando Dean lo sostuvo más fuerte.

-No te vayas Cas- murmuró -quedate por favor-

Castiel se acomodó y cerró sus ojos otra vez. Dean besó fugazmente su cuello par volver a cerrar los ojos.

Ahora Cas estaba ahí para alejar las pesadillas.

Feather Words [destiel one shots]Where stories live. Discover now