Sola noche

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Aquella triste y negra amiga, la que luchaba con monstruos y fantasmas, pero desaparecía cada amanecer...¡Si! Ella, la Noche, susurrante y helada, cansada de prejuicios, salio de aventura en busca de un acompañante.

Un día mas sobre la tierra, observaba envidiosa a los humanos. -Desgraciados y dichosos- gritaba ella, pero nadie la escuchaba.

Su mirada se fijaba en un caballero en especial ¡Ja! todo un Don Juan. Era aquel ''caballero hidalgo'' descrito en los cuentos, cabellos negros y sedosos, ojos penetrantes y oscuros como el mar y su voz similar al trueno, que envolvía a damiselas y las refugiaba en el calor de sus cobijas... Ay, como lo hacia.

Observando a otros seres, contaba cuantas veces, entres sus horas se estremecían, algunos en llanto, otros en placer. Uno que otro luchaba con el miedo, ese frió interno que deja la soledad, cosa que -respecto a ella- vivía maldita desde el génesis, donde una voz la separo de aquel caos que amaba, de aquella revuelta y agradable compañía.

Cansada estaba ya de esta vil sentencia, y sin mayor escándalo a este hombre capturo.-Ahora mio eres- decía ella, pero él ni nadie la podía escuchar, y entre una lluvia de lagrimas inundo su ser. ¿como hacer que este hombre le obedezca, si ni siquiera la puede oír?.. con unos cuantos castigos, quizás entenderá...

Su pequeño muñeco perdía vida en cada respiro, y así, por mas castigos, su dolor no cesaba. Los castigos eran en vano, ya que no sabia si lo hacia bien. Entregaba a sus pies miles de mujerzuelas, para dejar libre a aquellas niñas ingenuas. El ''caballero'' no discutía, pero ni un rayo de luz del día veía. Así poco a poco, su cuerpo se lo discutió y en un profundo sueño, el muchacho cayó. Muerto sin sol, el hombre durmió y la Noche nuevamente la sola quedo.

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