capítulo treinta y dos

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[ Justin ]

Solté un suspiro de alivio cuando por fin me levanté de la silla. Finalmente, después de horas y de un difícil día de trabajo, podría regresar a cada.

Y también regresar a Lea.

Sonreí ante el pensamiento. También me hizo darme prisa con mis movimientos. Entre más pronto tomara mis cosas, más pronto podría irme a casa. Tomé los folders y documentos en mi maletín, deseando estar ya en casa.

Me puse mi chaqueta y me fijé en mi apariencia, queriendo lucir bien. Caminé hacia la puerta y apagué las luces. Pausé, dándome media vuelta para cerrar mi oficina, por el rabadillo de mi ojo pude ver a Janice.

Hola, Justin– saludó, con un extraño brillo en sus ojos.

—Hey– respondí de mala gana, dándole a entender que no estaba con los ánimos correctos para charlas.

Todo lo que quería era llegar a casa.

—Te veo mañana– asentí hacia ella, comenzando a caminar.

—¿Por qué tanta prisa, J?– cuestionó, llegando hasta donde me encontraba.

—Mira, Janice, he tenido un día realmente largo y todo lo que quiero es llegar a casa– suspiré, siguiendo con mi camino y dejándola de lado. Lo sé, sé que probablemente me estaba viendo como un idiota, pero estaba cansado y siempre que estaba con Janice terminaba de muy mal humor. Inclusive, me frustraba.

Finamente salí del ascensor y comencé a caminar por el estacionamiento. Mi auto estaba en un lugar especial. Sólo alguien que fuera importante podía tener un lugar como ese. Saqué mis llaves, desbloqueando el vehículo

Cuando entré en él, lo encendí y entonces salí del estacionamiento. El viaje a casa no era tan largo, sólo cuando había mucho tráfico. Suspiré pesadamente, sintiéndome impaciente ante todos los autos que había frente a mí.

El chillido de una fuerte sirena resonó en mis oídos. Miré por el espejo retrovisor y la ambulancia era seguida por un camión de bomberos. Solté una maldición mientras intentaba abrirles paso.

Cuando las sirenas se alejaron, el tráfico comenzó a moverse. Solté un suspiro de alivio y comencé a conducir a casa. Cuando di la vuelta en la calle por la que vivía, el tráfico creció de nuevo. Impaciente, bajé la ventana de mi auto y saqué mi cabeza para ver qué era lo que pasaba.

Un oficial estaba de pie frente al comienzo del camino, deteniendo a todos.

—Joder– murmuré, moviendo el auto para el otro lado de la calle, en un intento de aparcarlo. Solté un suspiro de frustración, tomando mi portafolio para terminar llendo caminando.

Supongo que mañana puedo recoger mi auto.

Mis ojos estaban pegados al suelo mientras caminaba a casa. Cuando varias voces gritando entraron por mis oídos y por el rabadillo de mi ojos ví luces rojas, levanté la vista, encontrándome con que la ambulancia y el camión de bomberos estaban afuera de mi casa.

—¿Qué mierda?– murmuré para mí mismo. Miré al cielo y una gran nube de humo había ahí, indicando que ya había pasado un tiempo desde que el fuego inició. Mientras camina hasta llegar por completo a la casa, sentí como mi respiración se estancaba en mi garganta.

—Disculpe, señor– una voz masculina habló. Salí de mi hechizo, mirando al oficial.

—¡Esa es mi casa!– lloré, mis ojos volando de regreso a la casa, la cual parecía tener una gran nube de fuego en la cima. —¿Q-qué pasó?– pregunté.

Arranged [ spanish version ]Where stories live. Discover now