{II} Problema 1: Papá Beka viaja, mamá Yuri... ñe, Yuri

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Los niños ya podían salir a pasear en cochecito, y Yuri lo aprovechaba al máximo.

Las visitas a casa de sus amigos regresaron y el salir a caminar por las mañanas con Beka también. Los niños disfrutaban mucho de estar fuera, o por lo menos eso demostraban sonriendo cada que sacaban el cochecito doble.

Una semana, cuando los pequeños tenían ya seis meses, Otabek tuvo que viajar de urgencia a Almaty, su padre había tenido un accidente y lo necesitaban mucho. Yuri lo empujó, por así decirlo, a ir. Porque está bien, son su responsabilidad, pero los niños eran demasiado importantes para el joven alfa, casi rozaba la sobreproteccion

...

–Llámame todos los días y si pasa algo volveré en el primer avión, entiendes– decía el azabache acariciando la mejilla de su omega, ésta sería su primer despedida desde el embarazo del menor, y no le gustaba para nada.

–Ya se, tranquilo, el anciano y katsudon estarán con migo.

El mayor solo asentía, pero no estaba para nada de acuerdo, el se tenía que quedar, porque justo ahora su padre tenía que hacerse el ocurrente y pelear con el novio de Arman.

–Estaré de vuelta antes de que te des cuenta– el mayor se agachó hasta el coche de sus bebés y les beso en la frente–. Papá volverá pronto.

Yuri beso a su esposo y luego se despidió de el. Intento no llorar cuando lo vio subir al avión.

Jean se había ofrecido a llevarlo y volver a dejarlo en la casa, al ser amigo de Otabek tuvo que acostumbrarse al idiota, aunque solo recurrió a él porque meter y sacar la silla de los niños del coche era demasiado complicado para el rubio

–Tienes que tener cuidado Yuri, no es bueno que salgas solo con los niños si Beks no estará.

El menor solo revoleo los ojos pensando en el ridículo apodo–. No veo que podría salir mal– contesto desinteresado.

–No lo sabes eh, bueno yo te lo explicaré– arrancó el auto y el oji-azul empezó a hablar con una mirada seria–. Cuando un omega está embarazado aún tiene celos, entiendes?–dijo mientras el rubio se sonrojaba un poco–. Veo que si, pero cuando tienes a los cachorros tu cuerpo deja de buscar el apareamiento por lo menos durante un año.

–Entonces me libraré del celo durante un año– dijo satisfecho el rubio.

–Aun así cuídate, algunos alfas son muy susceptibles al olor de los cachorros en un omega, y si tú alfa no está cerca para impregnar su olor en ti podrían enloquecer.

–¿Enloquecer?

–A Isa le pasó, cuando Michael era un bebé, que un hombre se puso como loco y quiso atacar a nuestro cachorro, fue horrible. Supuestamente, si matas al cachorro de un omega soltero el o ella entrara en celo por la perdida, buscando remplazar el bebé.

Al rubio la piel se le erizo, sus bebés, miro hacia atrás y los encontró durmiendo a causa del sonido y vibración motor, y volvió a respirar tranquilizandose. Sus niños iban a estar bien.

¿Verdad?

No, no era momento para preocuparse, porque si él se preocupaba Beka lo sentiría mediante el lazo. No podía preocupar a su pareja por menudencias, cosas que eran absolutamente improbables.

–Gracias por traernos Jaques.

–Ahg, porque eres tan formal, somos casi familia, puedes llamarme JJ...

–Eso no será necesario, gracias.

Entro a la casa dejando fuera a Jean y sus esperanzas de quedar en paz, aunque hubiese sido un pesado de joven, eso había pasado hace años y el gatito no parecía siquiera querer olvidar aquellos momentos tan vergonzosos.

Diario de la familia Altin-PlisetskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora