{XXVIII} Problema 8: Los niños crecen

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Yuri no sabía lo mucho que le afectaría el hecho de que sus hijos salieran de la secundaria, pero a medida que los días pasaban e iba haciendo las compras para el acto de colación y la fiesta de recepción se dio cuenta.

–Otabek los chicos se van– dijo de repente el omega rubio viendo hacia el vestido que su hija había elegido para la gala–. Esta vez no es un viaje de vacaciones, se van a ir lejos por mucho tiempo.

Lágrimas empezaron a caer por las blancas mejillas, el castaño solo pudo acercarse para rodear a su esposo, ¿Qué podría decirle? Recordaba muy bien cuando su madre le dijo que cada vez que un hijo se iba una parte de su corazón iba con él, Yuri iba a pasar de tener a sus tres cachorros a su lado a tener solo uno en un par de meses.

–Mi amor, no se iran para siempre, volverán en vacaciones, Albek ni siquiera se irá del país.

–¿Por qué no pueden quedarse aquí conmigo?

–Yura ¿A ti te habría gustado que tú abuelo te impidiera hacer lo que amabas?

–Por supuesto que no.

–Imaginate entonces si impedimos que nuestros niños cumplan sus sueños, Yulia de verdad quiere ir a estudiar a Japón, además no estará sola allá, tú conoces a Mari, sabes que ella la cuidara muy bien.

–Pero no tan bien como yo– dijo el rubio haciendo una mueca.

–Vamos Yura– dijo entonces el alfa abrazando a su pareja–. Disfrutemos de estos días, el acto será el más bonito de todo el país y nuestros niños serán los más preciosos, como siempre.

El rubio asintió, aún no muy convencido sobre el futuro, pero como su mamá solía decir "El futuro más cercano es el más importante" así que sacó los malos pensamientos de su cabeza y solo siguió viendo modelos para su traje.

Otabek en cambio dejo un beso en el suave cabello del omega y subió hasta la habitación de su hija, golpeó suavemente hasta que su niña lo dejo entrar.

–Hola papi, ¿Pasa algo?

–Nada malo preciosa, no te preocupes, solo quería venir hablar contigo sobre el tema de Japón.

–Todavia voy a ir, ¿Verdad?

–Si amor, de eso no te preocupes, solo quería pedirte que seas comprensiva con tu mamá, él está muy estresado con todo esto del acto y los preparativos para la fiesta, así que lo mejor será que no mencionemos el tema por ahora, ¿De acuerdo?

–De acuerdo papi.

La sonrisa de su pequeña le devolvía toda la energía que necesitaba, se levantó y dejo un suave beso en su frente, para luego salir de la habitación, entonces escucho unos gritos en la habitación continua.

–¡ES MI HABITACIÓN ASÍ QUE SI TE PIDO QUE TE VAYAS TE TIENES QUE IR!

–¡No quiero irme porque aquí está la computadora!

–HAY UNA COMPUTADORA EN LA SALA ASLAN.

–Ey, ¿Qué sucede aquí?

Apenas el alfa mayor piso la habitación ambos menores se dieron la espalda.

–Aslan estaba usando mi computadora sin permiso y quería buscar algo así que le pedí que se vaya pero no sé fue.

–Ash, sabes que esa es la computadora de tu hermano.

–Pero está tiene instalada los sims– dijo el menor mirando a su padre.

–Pues ven y los instalaremos en la de abajo pero deja a tu hermano tranquilo.

El pequeño de diez años le saco la lengua a su hermano mientras bajaba a la sala, el mayor solo se tiró a la cama, harto.

–Vamos Al, no es para tanto, ¿Qué pasa en verdad?

–El chico que me gusta invito a otra persona a la fiesta de recepción– dijo hablando contra su almohada–. No sé ni porque lo intento.

Un leve enojo recorrió a Otabek, el sabía mejor que nadie que su pequeño se merecía a la mejor persona del planeta, era el chico más perfecto que conocía así que no entendía como alguien no lo querría como su pareja.

–Vamos campeón, eres literalmente un medallista olímpico, no te puedes poner mal por algo así– dijo el castaño acariciando los rulos de su hijo.

–Lo se, pero por alguna razón me molesta demasiado.

–Y no hay alguien más al que quieras invitar.

El omega lo pensó mucho hasta que sus ojos brillaron, había encontrado su respuesta.

–Claro que si, gracias papi te amo– dijo de repente sacando al mayor de la habitación con un pequeño beso de la mejilla.

Cuando el alfa bajo pudo ver como su esposo instalaba el juego que a su pequeño tanto le gustaba, mientras el niño mantenía su enorme sonrisa en el rostro.

Amaba a su familia más que a ninguna cosa en el mundo, también tenía miedo de que se alejaran, pero no podía impedirles cumplir sus sueños, no quería ser como sus abuelos habían sido con su madre, así que solo suspiro, todavía habían muchas cosas que hacer.

...

El acto de colación se llevaría a cabo en menos de una hora y su hijo menor aún no estaba completamente arreglado.

–Mamá la corbata no es necesaria, el no es el que se gradúa– dijo la mayor de los hermanos viendo a su madre luchar con el pedazo de tela.

–Sabes, tienes razón– dijo lanzando la corbata al sillón–. Así estás perfecto.

Ambos hermanos vestían sus uniformes, uniformes que estrenaban ya que no habían cursado de manera presencial ese último año, y se veían simplemente perfectos. Sus cabellos castaños estaban hermosamente peinados y ambos lo habían adornado con una cinta roja a juego.

Yuri tenía una blusa blanca y un collar con un gran rubí en el dije, también usaba pantalón de vestir y un solo arete de plata adornaba su oreja. Albek y Otabek tenían trajes sueltos, no demasiado formales, pero que les daba una apariencia muy elegante, parecían una de esas familias de revista.

–Bueno, tenemos que ir ya, los abuelos nos están esperando allá.

Todos subieron al auto, hablando como siempre lo hacían, al llegar los mellizos fueron tras bambalinas esperando a que los llamarán mientras el resto de la familia se ubicaba en una de las primeras filas que había sido guardada exclusivamente para ellos.

El acto dió inició, sus niños no tardarían en salir.

–¿Puedes creer que este día llegó?

Dijo el rubio mirando el escenario.

“Altin Plisetski Albek Nikolai”

–Sinceramente sigo en shock.

Compartieron una mirada y se tomaron de las manos.

“Altin Plisetski Yulia Sarik”

Sus hijos estaban ahí, terminando otra gran etapa de sus vidas, y todo había pasado como si fuera un parpadeo.

Diario de la familia Altin-PlisetskiWhere stories live. Discover now