4. Lencería blanca.

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Cameron salió del armario con unas orejas de burro sobre la cabeza.

-¿Ves cómo no es tan difícil, Lauren? -dijo con una sonrisa burlona- ¿Quieres tarta de calabaza?

Lauren se sobresaltó al ver dos gigantescos trozos de tarta con forma de pechos de mujer.

-Vamos, sé que te gusta la tarta de calabaza. Está tan rica. A mí me encanta -el castaño se relamió y metió la cabeza entre las tartas.

La pelinegra ahogó un sonido de asco y salió corriendo por el pasillo hacia el aseo de los prefectos.

-Mantener a Cameron alejado de las tartas. Mantener a Cameron alejado de las tartas. Mantener a Cameron alejado de...-repetía incansable.

Al entrar al baño y cerrar la puerta tras de sí, supo que tenía que haberse quedado con Cameron.

Lauren notó como su mandíbula golpeaba contra el suelo. Justin estaba agachado, con el culo en pompa mientras Shawn le golpeaba el susodicho una y otra vez con una toalla mojada. Ambos sólo llevaban unas toalla alrededor de la cintura.

-Dime que te gusta, puta -dijo Shawn sin piedad.

-Oh, sí, me gusta, dame más.

-¡No te oigo, zorra!

-¡Dame más! Oh, sí, amo, dame más -lloriqueó Bieber.

Notó los ojos de Shawn clavados en ella.

-Largo, escoria.

El capitán le propinó una patada al Slytherin, que salió corriendo por la puerta tras dedicarle una mirada de odio a Lauren. Shawn estaba impresionantemente atractivo, con el pelo mojado revuelto, los abdominales marcados y una mirada que Lauren nunca imaginó tener que descubrir.

-Hola, Lern -susurró Shawn.

-Ehm, hola Shawn-semi-desnudo -respondió la prefecta mientras trataba de abrir la puerta.

-Esta cerrada. Pero hay otras cosas que puedes abrir -dijo acercándose a ella con la mano en la toalla.

-Creo que voy a pasar, eres mi amigo...

Empezó a dar pataditas a la puerta disimuladamente.

-Te quiero, pero no de esa manera...

Shawn siguió acercándose y la toalla empezó a resbalar.

-Es que los hombres no me terminan de...

Mendes apoyó una mano en el marco de la puerta, atrapando a Lauren entre él y la madera.

-¡Socorro! ¡Ayuda! -gritó Lauren ya sin ningún disimulo.

-Quizá esto te convenza -dijo Shawn.

Y se quitó la toalla.

La prefecta lo miró, le miró, lo miró, le miró. Y justo cuando un "Merlín bendito" salia de su boca, se abrió la puerta y cayó hacia atrás, dejando a Shawn desnudo dentro del cuarto de baño.

Notó unos brazos a su alrededor y unos labios susurrándole al oído.

-Ya me lo agradecerás.

Se volvió casi dislocándose el cuello y vio a Camila Cabello en un conjunto de ropa interior de encaje blanco. Estaban en la Sala de los Menesteres, que estaba desierta excepto por un enorme sofá detrás de Lauren.

-¿Te gusta? -dijo Camila.

Lauren alcanzó a tragar saliva y asentir con la cabeza.

-Yo también quiero mirar -pidió la castaña.

Le quitó el jersey y la corbata muy despacio, y después de mirarla con lujuria durante un segundo,  le arrancó los botones de la camisa de un tirón. Empujó a una Lauren apunto de tener aneurisma al sofá y se sentó encima de ella mientras le acariciaba los pechos. Sus labios se acercaron y...

Jack saltó encima de Lauren despertándola. La prefecta se incorporó asustada y suspiró de alivio cuando vio que se trataba de su gato negro.

-No alcanzas a imaginar lo poco que te quiero ahora mismo, Jack -masculló Lauren entre dientes.

El gato pareció entenderla y bufó muy digno para luego bajarse de la cama y regresar a su cojín.

-Lauren Jauregui, estás enferma -se dijo la prefecta recordando el tacto de las manos de Camila.

Entonces se tumbó violentamente en la cama y agarrando la almohada, intentó seguir por donde se había quedado.

15 minutos más tarde lo dio por imposible y se levantó para darse una ducha fría antes de ir a desayunar.

Mirándose en el espejo y tratando de domar su negra melena, se repetía que no podía dejar que todo esto pudiera con ello. Vale, estaba enamorada. Vale, de una mujer. Pero era Lauren Jauregui y no iba a ir dejando que se le escaparan los sentimientos por las esquinas. Iba a llegar a ser fría, iba a llegar a ser dura, iba a llegar tarde a desayunar.

Bajó los escalones con apresurada elegancia y sonrió a Shawn y a Cameron al sentarse en el banco, intentando no recordar lo que había visto la noche anterior. Estaban hablando de las clases cuando Lauren no pudo evitar distraer la atención de su tostada y mirar a la entrepierna de Shawn, que estaba sentado a su lado, preguntándose si de verdad la varita de Shawn sería tan...

-¿Qué miras, Lauren? -preguntó extrañado Shawn.

"Mierda" pensó.

-Uhm, nada, pensé que te había visto una mancha -se pringó con disimulo el dedo con mermelada y tocó la camisa de Shawn- Aquí, ¿la ves?

-¡Ah, sí! Vaya, espero que salga -dijo Mendes limpiándose con la servilleta.

Lauren miró en dirección a la puerta y se chupó el dedo cuando sus amigos volvieron a concentrarse en su desayuno. Y entró ella.

"Tienes un don de la oportunidad admirable" se dijo Lauren. Era una de las razones por las que la castaña la volvía loca. Una de tantas.

Entró con Ally Brooke, riendo seguramente por la ultima ocurrencia de la rubia, y al ver a Lauren, le dirigió una enorme sonrisa de buenos días. Esa sonrisa que...

¿Que estaba haciendo? Se acabaron los sueñecitos inútiles. No más algodón de azúcar, no más ositos de peluche, no más Camila en lencería blanca de encaje. Quizá roja.

Lauren tenía el ceño fruncido, probando mentalmente distintos colores sobre la piel morena y sin ninguna imperfección de Camila y así evitar mirarla. Y en su cabeza esa solución tenía sentido.

-Oye, Lauren -dijo Cameron llamando su atención- ¿Tu falda es así de corta o es sólo la de mi hermana?

Lauren cometió el grave error de mirar hacia dónde Cameron apuntaba con el dedo y ver a Camila agachada, recogiendo algunos libros que se le habían caído a Ally al suelo.

Se ruborizó con violencia, no podía apartar los ojos de esas piernas. Sintió una mirada invadiendo su espacio personal y descubrió a Cameron mirándole la falda, haciendo cálculos mentales de comparación con la de su hermana.

La bofetada hizo eco en el Gran Comedor.

-Perdona -murmuró Cameron con la mano en la adolorida mejilla.

-La mía no es tan corta -aclaró Lauren pensando que quizá el golpe había sido excesivo aunque bien merecido.

Austin apareció por detrás de Camila y la envolvió en un abrazo. La prefecta alejo de sí la varita por temor a lanzar alguna de las maldiciones que le estaban rondando por la cabeza.

Extraordinario | Camren (Adaptación)Where stories live. Discover now