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Moodboard por yeollieness

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Moodboard por yeollieness

No quedaba mucho de la cara. Baekhyun se quedó lejos, intentando que sus zapatos nuevos, negros y de cuero, no se mancharan en aquel charco de sangre que empezaba a secarse por los bordes, pero que aún seguía pegajoso cerca del cuerpo. Se recordó a sí mismo que había visto cosas peores cuando trabajaba en el departamento de tráfico.

Pero no era lo mismo sabiendo que alguien había hecho aquella carnicería a propósito.

La niebla, atrapada en el aire caliente, era visible por los focos de la policía y la notaba húmeda contra su rostro. El olor a sangre llegaba intenso hasta su nariz. El flash del fotógrafo iluminó el lugar en secuencias de dos segundos mientras recogía instantáneas de la escena.

— Hey, Byeong —dijo el oficial tras la cámara. Era un tipo alto de mejillas coloradas y el pelo rojo tan corto que parecía la pelusa de la piel de un melocotón.

A él no le hizo gracia. Sehun nunca se cansaba de hacer chistes, aunque estuvieran rancios y gastados. Si llegaran a vivir cien años y se encontrarán de repente en un asilo, lo primero que él diría sería «¡Hey, Byeong!». Sehun no iba a dejar que se olvide jamás de cómo evadió el servicio militar, llamándolo soldado (Byeong) hasta en su funeral.

— ¿Sí, irlandés?

— Parece que tenías una cita caliente esta noche.

— No, mi gato y yo siempre nos vestimos elegantes para cenar. Harry el Sucio está guapísimo con esmoquin.

Sehun se rió y se movió para cambiar de ángulo. Baekhyun se aisló de él, de los de la policía científica, de los curiosos que se agolpaban tras la valla y de los agentes de uniforme que los mantenían allí.

La sangre derramada atrae a las multitudes como el azúcar  atrae a las moscas.

Aunque, probablemente, el público que curioseaba  este crimen en particular ni siquiera era del barrio. Allí la gente sabía que la curiosidad siempre tenía un precio. Sabía cómo sonaba un tiroteo, y qué aspecto tenía una transacción de drogas. Los miembros del público que estiraban el cuello para poder ver un poco de sangre eran probablemente clientes del club nocturno que había en esa misma calle. El Club Infierno atraía a un tipo de clientela muy concreta. Igual que la víctima tampoco tenía aspecto de ser de los alrededores.

Estaba tirado sobre el cemento. Había un vaso de bebida extra grande aplastado junto a sus pies, un trozo de periódico bajo su trasero y una botella de cerveza rota cercano a pie derecho. Lo que fuera que le había arrancado la garganta y destrozado su rostro había dejado intactos su ojo y mejilla derecha. Un ojo asustado de color marrón miraba hacia arriba y sobresalía de la suave piel del color de la mecedora del porche de su madre. Vaqueros de marca, observó, de los que se compran en tiendas caras, zapatillas negras, de marca también. Una camisa de seda roja.

Peligro Tentador [Adaptación] ChanbaekWhere stories live. Discover now