16

1.9K 260 38
                                    

Capítulo 16

Nunca apagaban las luces.

En aquel agujero de metal en el que le habían encerrado había muchas cosas que odiaba a muerte, y otras que no estaban tan mal. A Chanyeol le daba igual no tener cama. No podía estarse quieto, así que una cama solo le habría estorbado. Las instalaciones sanitarias eran espartanas, pero estaban limpias: tanto el lavabo como la taza del váter se empotraban en la pared. Aunque las paredes en sí mismas le aislaban de todo. Chanyeol casi no podía sentir la luna a través de todo aquel acero contra el que había desarrollado cierta tolerancia.

Los humanos utilizaban grandes cantidades de metal para construir sus ciudades. Lo más difícil de sobrellevar era el silencio, no podía oír nada del exterior dentro de su minúscula celda. Pero lo que le estaba volviendo loco de verdad eran las luces permanentemente encendidas.

Si la oscuridad hubiera sido total, Chanyeol no habría podido ver las paredes. Habría podido imaginarse que no estaban ahí, o que estaban más lejos. Aunque la oscuridad no le iba a ayudar a estarse quieto. Lo había intentado cerrando brevemente los ojos. No había conseguido nada.
Las cosas podrían haber ido peor.

Como los lupi sanaban sus heridas tan rápido, eran objetivos fáciles para cierto tipo de policías. El daño no quedaría a la vista. Si alguien se daba cuenta de que el prisionero tenía uno o dos huesos rotos, era fácil decir que habían tenido que someterlo por violento. Hace falta mucha fuerza para someter a un lupus rebelde. Y aunque algún policía
sospechara la verdad, no se le ocurriría decir nada.

Chanyeol lo entendía. La policía era como un clan, aunque, en su opinión, su funcionamiento no tenía mucho sentido. Se esperaba mucho de ellos, pero se les negaba el estatus que merecían por su trabajo. No era extraño que muchos se desviaran del camino recto.

Le habían ahorrado la indignidad de golpearle cuando estaba claro que él no iba a contraatacar, se recordó a sí mismo. Prefería que le hubieran dado una paliza.

Chanyeol gruñó a la pared de metal y se giró. Tres pasos en una dirección, vuelta, tres pasos en la otra dirección. Llevaba dando vueltas sin parar desde que le habían encerrado.

Quizá en un día o dos se agotara lo suficiente como para echarse a dormir. Había utilizado la única llamada telefónica que le permitieron hacer para contar a Yongguk lo
que había pasado. Su hermano se encargaría de buscar un abogado, y antes o después tendrían que dejar que ese abogado pasara a verle.

No podía saber si dejarían que viniera a visitarle alguien más. Ni tampoco sabía si alguien más querría venir a verle.

Sus labios se tensaron de disgusto. No servía de nada engañarse a sí mismo. No estaba preocupado por si «alguien» más vendría a verle. Quería que viniera Baekhyun. Quería que estuviera preocupado por él.

Baek le había mirado como si le odiara.

Tres pasos. Vuelta.

Aunque había evitado que su compañero le pegara un tiro. En la mente de Chanyeol no cabía duda de que era lo que aquel sargento quería hacer: provocar a Chanyeol para que cambiara. Si no lo conseguía, obligar a Chanyeol a moverse, a realizar alguna acción que pudiera interpretarse como amenazadora. Quería una excusa para matarle. Y a los demás les habría dado igual. Matar lupi había sido un juego legal durante mucho tiempo.

Baekhyun se había puesto delante de la maldita pistola. En nombre de la Dama, ¿en qué demonios estaba pensando? Él mismo le había advertido justo antes de que los humanos no sanan con tanta rapidez como los lupi. Chanyeol no estaba dispuesto a pasarlo por alto, pero por lo visto a Baek le daba igual.

Peligro Tentador [Adaptación] ChanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora