Catorce

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—Pero, ¿qué t...?

Alzo una mano para que Jen se calle.

—No preguntes. —Cierro con un portazo, ella hace una mueca inquisitiva—. Solo conduce.

Asiente. Gira las llaves, observa el espejo retrovisor y aprieta el acelerador para salir del estacionamiento.

—De acuerdo. Puede que no quieras hablar ahora, pero luego quiero que me expliques por qué te estoy dejando empapar mi auto sin... —No respondo, ya que realmente no estoy prestando atención, solo pretendo escucharla—. Lo siento, Tess, debo preguntarlo, ¿Eso es pipi o algo así?

Hago una cara de asco.

—¿Qué? ¡No! Solo es agua —me da una mirada que me incita hablar—, agua de la fuente del centro comercial.

—Y, ¿qué hacías ahí?, ¿nadabas?

La fulmino con la mirada entrecerrando mis ojos.

—No es gracioso, Jen. —Vuelvo mi vista al frente—. Y no, no nadábamos. Ese idiota prácticamente me empujo —digo al recordar ese vergonzoso momento.

—Oh, estabas con Kieran —deduce. Me señala y sonríe como si hubiera resuelto un misterio. Su expresión no tarda en cambiar a una de pasmo al caer en cuenta de la situación —. Tessa, ¡¿Estas diciendo que te metiste a una fuente con él?! —No contesto, es más una afirmación que una aclaración—. ¿Que hacías con él?  —enfatiza el artículo, exagerando, como siempre.

—Quedamos en ir al centro comercial, él tenía que comprar algo y yo debía buscar un regalo para la abuela —le muestro la bolsa con el sombrero dentro, que obviamente está mojado—, y... —Me quedo callada. No quiero contarle sobre la escena con la chica de la tienda, ni mi corta discusión con Kavinky. ¿Por qué? Por esa palabra que Kieran usó para describirme, esa que empieza con C, no quiero volver a escucharla. No me describe para nada, es del todo errónea.

—¿Y qué? —pregunta mientras gira el volante y por consecuente el auto también.

—Caminamos cerca de la fuente y, no lo sé Jen, caímos.

—¿Cayeron?, ¿de la nada? —Turna su visión entre la calle y yo. Los autos pasan a toda prisa a nuestro al rededor y Jen los esquiva con maniobras no aprobadas por las normas de tránsito. A veces, cuando me lleva en su auto, creo que chocaremos pero, siempre se salva, por milímetros.

—Sí, Jennifer. —Hace una mueca al oír su nombre de pila—. De la nada. —le respondo irritada.

—Bien, ya no preguntaré más.

Me recuesto en el respaldo del asiento y tomo una larga respiración. Comienzo a sentir un poco de paz que segundos después es interrumpida por mi exasperante chófer.

—Pero... —empieza a replicar.

—¡Jenn!

—Okey, ya, me callo.

Paramos en un semáforo en rojo. Cuando cambia a verde doblamos en la esquina y una calle después, llegamos a mi casa.

Aparcamos justo al frente. Desde aquí me es posible ver las luces prendidas, de seguro mamá sigue un tanto histérica por mañana, alistando hasta los últimos detalles . Bajo, preparándome mentalmente para lo que me espera adentro.

Antes de cerrar la puerta Jen vuelve a hablar:

—Entonces, mañana es el cumpleaños de tu abuela...

Mis ojos la observan de una pésima forma. Se perfectamente cuales son sus intenciones, pero la dejo continuar.

—Tal vez... no sé, podría pasar a saludar... —Dibuja una sonrisa para tratar de ablandarme. No está funcionando.

Ayudando al PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora