Veintiseis

24.6K 1.2K 151
                                    

Estar arropada en el sillón de mi casa viendo Netflix era sumamente relajante. Tenía el toque justo de calidez y cotidianidad que muchos buscan. Era placentero. Súmenle a eso un tazón lleno de palomitas y la presencia de Kieran Kavinsky a mi lado, el resultado era, sencillamente, espléndido.

Luego de Año Nuevo, una tarde, en la que no tenía absolutamente nada que hacer, tuve el antojo de rememorar el romance de Fitzwilliam Darcy y Elizabeth Bennet y no quería mover mi trasero del sillón para buscar el libro. Entonces, traje bocadillos, una manta y me coloqué frente a la televisión.

La película ya iba por la parte en que Darcy se declaraba bajo la lluvia cuando el timbre sonó.

Las lágrimas seguían rodando por mis mejillas al abrir la puerta.

—Hola —saludé.

Kieran me evaluaba preocupado, decidiendo si preguntar o no. Finalmente lo hizo.

—¿Por qué lloras? —Mientras sus ojos grises me veían fijamente esperando la respuesta, su pulgar recorrió la piel húmeda y la dejó sin rastros de agua

Ese simple gesto hizo que me estremeciera. Traté de ocultarlo lo mejor que pude aunque era un tanto complicado con la mirada fija de Kieran sobre mí.

—Es tan triste —comencé, tratando de actuar como si nada —, Elizabeth va a rechazar a Mr. Darcy. Aunque en ese momento aún era un idiota, insensible que rara vez la miraba pero... —La preocupación de Kieran se había transformado en una rara mueca en la que su ceño estaba bastante fruncido —. ¿No has visto Orgullo y Prejuicio? —exclamé exageradamente.

—La película en la que la chica y el chico no pueden estar juntos y ambos mue...

—Eso es Romeo y Julieta, tonto. —Quise golpearlo suavemente en la cabeza pero antes de hacerlo mi mano fue interceptada por una de las suyas.

Una sonrisa pícara se plasmó en su rostro acompañada de su hoyuelo, dándole un aspecto peligrosamente sexy, con su pelo levemente desordenado y ese brillo en sus ojos. Mi pulso dejo se ser normal, pasó a ser un desastre junto con la idea de tener una placida y relajada tarde. Su mano se deslizó por la mía y entrelazó nuestros dedos. Su otra mano se posicionó en mi cadera para atraerme lentamente hacia él hasta que no hubiera nada entre nosotros.

Primero, sentí su respiración sobre mi boca y a continuación el impacto de sus labios.

Aún no dejaba de sorprenderme esto. Besarnos y lo bien que se sentía. Lo perfecto y maravilloso que era. Sentir sus brazos sobre mi cintura, sosteniéndome, sus labios aprisionando los míos y su cabello cayendo sobre sus ojos que yo me empeñaba en despeinar cada vez más. Tenerlo aquí, justo frente a mí, besándome, me encantaba.

El beso no duró mucho. Daba la sensación de que jamas duraban lo suficiente. Aún así, sirvió para desorientarme, distraerme y meterse a mi casa. Kieran se acomodó en el sofá (inicialmente a una distancia prudente de mí), comió mis bocadillos y vio el resto de la película conmigo. Bueno, en realidad, luego de diez minutos de incesantes preguntas de parte de Kieran tomé el control remoto y volví al principio de la película. Había logrado ser más molesto que el mismo Mr. Collins.

—¿Volverás a ver toda la película por mí?

—Solo lo haré porque si no te callas voy a empujarte por las escaleras. —Le dediqué mi mirada más amenazante.

Apenas terminaba de hablar cuando un puñado de palomitas voló por los aires directo hacia mí.

Las carcajadas de Kieran retumbaron por toda la casa. Estaba tan distraído partiéndose de la risa, burlándose de mí que no se percató cuando tomé un gran almohadón y lo lancé contra su cara.

Ayudando al PlayboyWhere stories live. Discover now