20 - Sansa: Rumores

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Se miró en el espejo intentando acomodarse el cabello. Desde que había ido con su madre por ropa nueva, Sansa también había pensado en cambiar de peinado pero había sido hasta hoy que tuvo el valor de hacerlo. Armada con revistas de moda y algunos productos para el cabello, ella había conseguido darle más volúmen pero aún se sentía infantil y ridícula. Sabía que necesitaba amigas, por más que Joffrey la acompañara e incluso hiciera a Sandor escoltarla a todos lados, Sansa aún necesitaba tratar con otras personas.

-Tal vez si lo hablo con Joff él entenderá, él me quiere, tiene que.

Se secó las manos, revisó si su ropa seguía en perfecto orden y salió del baño.

Al abrir la puerta y mirar a su derecha se encontró con Sandor leyendo algunos de los anuncios del tablero. El Perro la miró pero no dijo nada, solo se limitaron a caminar hacia el aula.

-¿Cómo se supone que tenga amigas si todas las chicas me ven con él?

Recordó la historia del consejero escolar Baelish, incluso imaginó la carne del un Clegane en pubertad derritiéndose como plástico mientras su hermano mayor vaciaba el frasco de ácido en ella.

-¿Qué me miras?- preguntó Sandor, su voz tenía un atisbo de enojo.

-Lo siento.- se limitó a responder Sansa.

-Ya te fueron con ese cuento.- gruñó el joven mientras a su lado unas chicas se hacían a un lado para abrirles a él y a la chica el paso.-Si no te parece lo que ves entonces mira a otro lado.

Sansa asintió. Por un segundo sintió una mano invisible estrujándole el corazón. Entraron al salón y una vez más ella se sentó en la penúltima fila mientras Sandor tomaba el lugar del final. La joven empezó a cuestionarse cómo es que él no parecía tener problemas para entrar al mismo salón que ella, los profesores ni siquiera le pedían que se retirara o le preguntaban su razón de estar tomando clases de grado inferior.

Pensó en que tal vez el perro estaba repitiendo año aunque casi de inmediato descartó la idea al darse cuenta que de ser así, eso iría en contra del reglamento de atletas, mismo que se sabía casi de memoria al haber releído muchas veces algunos reglamentos que tenía su padre para matar el tiempo: mantener calificaciones aprobatorias, asistir a una cuota mínima de horas por materia, acudir a los entrenamientos programados y no meterse en problemas dentro y fuera del instituto.

Las normas eran prácticamente iguales en todas las escuelas del país y si los directivos de ellas eran como Ned Stark, entonces Sandor no quedaba exento de ellas. Sansa escuchó el lápiz de Clegane, era un zumbido audible para ella no solo por tenerlo cerca, también porque él tenía tendencia a presionar fuerte el grafito contra el papel.

Mientras el anciano profesor Pycelle seguía anotando en el pizarrón las notas de biología, Sansa se percató de otro ruido más.

-Ella ya como que lo hizo con Joffrey.

-¿Qué? ¿En serio?

-Sí, y dicen que también con los Clegane.

-¿Los dos?

Sansa buscó el origen de los rumores, tres chicas, también de las últimas filas pero casi al otro extremo del salón, intercambiaban chismes e incluso volteaban a verla a ella. A veces se reían y otras más fingían copiar lo del pizarrón.

No llevaba ni una semana en la preparatoria y ya comenzaba a esparcir rumores sobre ella.

-Tengo que hablar con Joffrey, seguro él sabrá quién dice estas cosas tan horribles.

Preparatoria Westeros (+16)Where stories live. Discover now