GOOD TIMES [TodoBaku] BNHA

14. Buenos días Bakugō

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BUENOS DÍAS
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Cuando Bakugō abrió los ojos aún era de noche. No sabía qué hora era, pues estaba lo bastante oscuro para que no alcanzara a distinguir los números de su reloj despertador y francamente le había perdido la pista a su celular desde ayer.

Pero estaba seguro que no debía faltar mucho para el amanecer.

Se quedó quieto en la cama mirando el techo sin pensar en nada en específico por varios minutos. La sensación de desconexión era algo placentero para él.

Después de todo lo que había pasado, a veces olvidarlo era mucho más fácil.

Pero no podía.

Una serie de imágenes de lo ocurrido ayer inundaron su cabeza y tuvo que cerrar los ojos con fuerza.

Todo estaba de vuelta, como si hubiera reiniciado el sistema, todo volvió con una realidad sorprendente. Recordaba estar buscando su nombre en la lista de aprobados en el examen, recordaba lo furioso que estaba en el autobús de regreso, su pelea con Deku y las palabras de All Might.

Recordaba su encuentro con Todoroki.

Maldita sea...

Bakugō cubrió sus ojos con su brazo derecho y comenzó a reír de la nada. Debía verse como un completo desquiciado en ese momento. Y lo era.

Ahí estaba, todo llego de magulladuras. Un manojo de vendas, heridas y confusiones. Y aun así se sentía jodidamente bien.

¿Por qué?

El día de ayer había sido un día de mierda, en todas sus letras. Las cosas solo salieron mal y empeoraron.

Y encontraba todo aquello tan divertido, siempre con su humor retorcido.

El rubio sabía que en esos momentos era reír o llorar. Y llorar era para las nenas, él nunca lo volvería a hacer. Así que siguió riendo y apretando los puños con fuerza.

Luego la risa sólo paro de golpe, se esfumo tan rápido como llego. Katsuki aparto su brazo de sus ojos y volvió a perderse en el oscuro techo, otra vez como desconectándose de la realidad. Tan solo respirando, estirando manos y piernas en toda la extensión de la solitaria cama.

Otra vez los recuerdos le golpearon justo en la cara.

El como él y Todoroki habían entrado a su habitación enredados en torpes y húmedos besos, como fue él el que lo arrojo a la cama y siguió dejándose llevar en su desenfrenado e impuro impulso.