5. A Newgate

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Algunas veces, sobre todo los fines de semana, Ace se quedaba hasta el cierre del restaurante para lavar la loza o ayudar en lo que se necesitara. Thatch al principio se reusaba a aceptar su ayuda, puesto que no le pagaban horas extras. En realidad, no le pagaban a Ace para nada. Pero cuando él aseguró que no esperaba nada a cambio, que sólo quería ayudar mientras estuviera ahí, fue suficiente para Thatch y el resto de su familia.

— ¿No es aburrido? — preguntó Curiel, mientras colocaba las sillas encima de las mesas para que Ace pudiera barrer y trapear sin problemas. Era uno de los tantos hermanos de Thatch y Marco.

— ¿Hm?

— En todos los meses que has estado aquí no has salido a divertirte ni tampoco has tomado ningún día libre — comentó de forma casual mientras revisaba su celular.

Ace se paró en seco. Nunca creyó que alguien notara su tendencia a llenarse de tantos quehaceres, aparentemente, de forma desinteresada.

— Iremos a festejar al Moby Dick que Oyaji salió del hospital, ¿quieres venir? — Curiel le sonreía de oreja de oreja, y al parecer no tomaría un no por respuesta.

— ¿En el hospital? ¿Pasó algo grave? — Ace desvió el tema, aunque no había escuchado nada de que el padre de Marco estuviera enfermo.

— Ah, no, no — Curiel sacudió la cabeza —. Pescó una infección en la garganta y resfriado, pero a su edad los resfriados no son como cualquier resfriado, ¿sabes? Se quedó algunos días en el hospital pero ahora está bien. Muchas medicinas e inyecciones, pero está bien.

— Qué bien — sonrió Ace y continúo barriendo.

Curiel continuó levantando las sillas mientras bailaba al ritmo de la música que escuchaba por sus audífonos. Cuando terminaron de limpiar, Curiel todavía tenía energía para seguir bailando.

— ¡Será divertido! Puedes llevar a Luffy si quieres.

:::

Curiel abrió la puerta y un proyectil se iba acercando velozmente a ese lado de la habitación. Ace vio dicho proyectil, que era un dardo, acercarse peligrosamente hacia su persona, y antes de que pudiera reaccionar, el dardo se había clavado perfectamente en un punto diminuto marcado en la pared con un plumón rojo.

En toda la habitación se escucharon gruñidos de decepción. Entre todos esos gruñidos, se escuchó una risa estruendosa acompañada por tos.

— ¡Gané! ¡Les toca pagar, bastardos! — gritó una voz aguda pero claramente masculina.

La voz provenía de un hombre en kimono y maquillaje, que arrebataba sin piedad el dinero de las manos de todos sus hermanos. Ace se quedó petrificado en la puerta, no sabiendo si adentrarse o no. Luffy entró tras Curiel y de inmediato se acercó brincando a Izou con grandes ojos y gritos de júbilo.

— ¡Ace! — Alguien rodeó su cuello con el brazo y lo arrastró hasta el centro de la habitación — Es hora de presentarte a Oyaji — Thatch caminaba entusiasmado y tomaba cerveza con su otra mano al mismo tiempo —. No voy a darte cerveza por obvias razones — y después le susurró al menor —: No le hemos dicho a Doma que tú eres el culpable por vomitar afuera de su bar.

Al parecer nunca le iban a dejar de recordar aquel vergonzoso incidente. Al llegar al centro de la habitación, Ace vio entre toda la multitud un gran sillón y a una persona sentada en él. Thatch se abrió paso entre todos sus hermanos y hermanas y colocó a Ace frente a su padre, Edward Newgate.

— ¡Oyaji, Ace! ¡Ace, Oyaji! — los presentó con clara alegría en su voz.

Ace se quedó atontado ante la vista del padre y mesías del orfanato. Era tan alto que de haber estado de pie le hubiera atemorizado más de los escalofríos que sentía recorrer todo su cuerpo mientras la mirada cansada del viejo lo inspeccionaba. En cuanto los presentaron, Ace hizo una reverencia y dijo alegrarse de conocerlo.

El padre de Thatch no dijo nada, y pronto el silencio se rompió cuando Stefan, el perro de la familia, corrió delante de Ace con Luffy en su lomo espoleándolo como si fuera un caballo. Ace sintió su sangre enfriarse cuando "Oyaji" apretó los labios.

Pero su preocupación se desvaneció en cuanto el viejo soltó una sonora carcajada en la que parecía decir algo como "gurararara".

— Gusto en conocerte, hijo — habló el viejo lobo de mar.

Ace ladeó la cabeza, confuso.

:::

Marco estaba recargado en el muro del fondo, observando a Ace que se encontraba frente a él, sin contar el sillón de Oyaji. Daba sorbos a su vaso de cerveza de vez en cuando.

Izou se le acercó a Marco, contaba todo el dinero que había ganado.

— Paga, Marco — demandó mientras que colocaba una liga para mantener unido el fajo de billetes.

— No soy tan tonto como para apostar contra ti, yoi — comentó, sin apartar su mirada de Ace.

Izou notó a quién observaban los ojos de su hermano con tanto empeño. Marco acercaba la cerveza a su boca para dar otro trago, y aprovechando esto, Izou le susurró en un tono travieso:

— ¿De ese chico es del que siempre estás hablando?

Marco escupió la cerveza. 

No es un crimen (aunque lo parezca) [Marco/Ace]Where stories live. Discover now