Capítulo 15: Lo sabe.

90 18 13
                                    

~Días después~

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

~Días después~

Era tan lindo.  

Acaricio nuevamente su cabeza con mi mano derecha, sintiendo su pelaje rozar con mi piel mientras él cierra sus ojos y se deja llevar por el placer. Es grande, peludo y sus orejas asimilan perfectamente la forma de unos cuernos, aunque solo sea pelo lo que las adorna. 

—Eres tan lindo —murmuro.

Escucho cómo ronronea, eso causa una ternura enorme. Es como un gato, pero su tamaño es el de una bestia. Abre un poco sus ojos y los veo; verdes, grandes, un brillo increíble y el reflejo de la luna les da un toque hermoso. Puedo ver el reflejo de mi cara en ellos, y quedo hipnotizada por unos pocos minutos. 

Luego, un ruido lo alerta y, asustado, corre lejos. 

Justo lo que no quería. 

—No piense que soy estúpida. Salga. 

Me doy la vuelta y lo veo salir de uno de los tantos árboles que hay. Se ve cansado, tiene ojeras enormes y parece estar...

Sí, está apenado.

—¿Qué quiere? 

—Necesito que vuelvas. Llevo días buscándote. Si no hubiese sido por uno de mis amigos cazadores que dijo verte por aquí, no sé si te hubiese encontrado.

Frunzo el ceño. Él parece estar agotado, y me pregunto hace cuánto no duerme correctamente. Sus claros ojos se encuentran opacos bajo el resplandor de la luna y aprecio la forma en que la misma juega con su rostro.

—¿Para qué necesita que vuelva? Si es por la maleta, puedo ir... 

—No —interrumpe—. Forest está muy mal: no ha querido comer en días y estoy seguro que en estos momentos me está odiando. —Mi mente procesa cada palabra y puedo apreciar sus ojos, los cuales se cristalizan cada vez más con cada palabra expulsada—. Necesito que vuelvas, Celina. Lamento si escuchaste algo que no debías escuchar y no creas que lo hice con una mala intención. Solamente quería quitarme a Natalie de encima y poder estar en paz sin que ella esté detrás de mí.

Claro, él tenía que hablar y arruinarlo todo.

Recuerdo ese día. Ni siquiera me permití cambiarme la ropa. Sus palabras dolieron mucho. A pesar de que me juré a mí misma que no era importante, en realidad sus palabras habían sido como estacas. Cada una más filosa, letra por letra, espacio por espacio. 

No iba a permitir que eso volviera a pasar.

—No sé de qué habla, Samuel —miento—. Solo quería estar un tiempo sola. Ya sabe: pensar en mis cosas, mis planes, mi vida. No les avisé porque seguro la bestia se iba a negar. Y muchas veces necesitamos que nuestra única compañía sea la soledad, al menos por un tiempo.

LABIOS CARMESÍ © | TERMINADA Where stories live. Discover now