Capítulo 7

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Como se ve, la muerte en la cruz puso fin a un nuevo y desde todo punto original conato de movimiento pacifista búdico, de felicidad terrenal efectiva, no solamente prometida. Pues, como ya subrayé, tal es la diferencia principal de estas dos religiones de la décadence: el budismo no promete, sino cumple, en tanto que el cristianismo promete todo, pero no cumple nada. A la "buena nueva" la sustituyó la peor, la de Pablo. En Pablo encarna la antfpoda del portador de la "buena nueva", el genio en el odio, en la visión del odio. ¡Hay que ver lo que este disangelista sacrificó al odio! Sobre todo, al propio Redentor; lo clavó en su cruz. La vida, el ejemplo, la doctrina, la muerte, el sentido y el derecho de todo el Evangelio; nada de esto quedó al comprender este falsario por odio lo que le convenía para sus fines: ¡no la realidad; no la verdad histórica! ... Y una vez más el instinto sacerdotal del judío cometió el mismo grave crimen contra la historia (hasta aquí regleta vieja, desde aquí regleta nueva); borró sin más ni más el ayer, el anteayer, del cristianismo y se inventó una historia del primitivo cristianismo. Todavía más, falseó otra vez la historia de Israel, presentándola como antecedente de su propio acto, como si todos los profetas hubiesen hablado de su "Redentor"... Más tarde, la Iglesia hasta falseó la historia de la humanidad en el sentido de una prehistoria del cristianismo... El tipo del Redentor, la doctrina, la práctica, la muerte, el sentido de la muerte, hasta el epílogo de la muerte..., nada permaneció intacto, ni siquiera conservó una semejanza con la realidad. Pablo simplemente situó el centro de gravedad de toda aquella existencia detrás de dicha existencia, en la mentira del Jesús "resucitado". En el fondo, no le servía la vida del Redentor; precisaba la muerte en la cruz, amén de algo más... Creer en la sinceridad de Pablo, oriundo de la sede principal del esclarecimiento estoico, al tomar una alucinación por la prueba de que el Redentor vivía todavía, o dar siquiera crédito a su afirmación de que tuvo esta alucinación sería de parte de un sicólogo una verdadera . Pablo buscaba su fin y, por ende, también los medios conducentes al logro del mismo... Lo que él no creía, lo creían los idiotas entre los cuales propagaba su doctrina. Su necesidad era el poder; con Pablo, el sacerdote trató una vez más de erigirse en amo; sólo le convenían conceptos, doctrinas y símbolos que sirvieran para tiranizar masas y organizar una grey. ¿Qué fue lo único que más tarde Mahoma tomó prestado del cristianismo? La invención de Pablo, su medio para establecer una tiranía de los sacerdotes y organizar una grey: la fe en la inmortalidad, vale decir, la doctrina del "juicio"

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Si se sitúa el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el "más allá"-en la nada-, se despoja la vida de gravedad. La gran mentira de la inmortalidad de la persona destruye toda razón, toda naturalidad, en el instinto; todo lo que hay de benéfico, de vital, de grávido, de porvenir en los instintos despierta entonces la suspicacia. Vivir en forma que ya no tenga sentido vivir: he aquí lo que llega a ser entonces el sentido de la vida... ¿Pare qué inspirarse en un espíritu de solidaridad, sentir gratitud hacia los antepasados? ¿Pare qué cooperar, confiar, promover cualquier bien común?... Se trata de otras tantas "tentaciones", de otras tantas desviaciones del "justo camino". "Una sola cosa hace falta"... Que cada cual, como "alma inmortal", sea igual a cada cual; que dentro de la totalidad de los seres la "salvación" de cada cual pretenda a título legítimo atribuirse una importancia eterna; que pequeños mojigatos y medio locos tengan derecho a imaginarse que por ellos dejan constantemente de regir las leyes de la Naturaleza; no hay desprecio suficiente para estigmatizar tal exacerbación de toda clase de egoísmos hasta el infinito, hasta la insolencia. Y, sin embargo, a tan deplorable halago a la vanidad de la persona debe el cristianismo su triunfo,- de este modo ha atraído precisamente a todos los malogrados, díscolos y desheredados, toda la hez y escoria de la humanidad. La "salvación del alma" quiere decir: "el mundo gira alrededor de mí"... El veneno de la igualdad de derechos por nadie ha sido esparcido tan sistemáticamente como por el cristianismo. Desde los más recónditos rincones de los malos instintos el cristianismo ha librado una guerre sin cuartel a todo sentimiento de veneración y distancia jerárquica entre los hombres, esto es, a la premisa de toda elevación y expansión de la cultura; del resentimiento de las mesas se ha forjado su arma principal blandida contra nosotros, contra todo lo aristocrático, gallardo y generoso sobre la tierra, contra nuestra felicidad sobre la tierra... La "inmortalidad", acordada a fulano y zutano, ha sido hasta ahora el atentado más grave contra la humanidad aristocrática. ¡Y no subestimamos la fatalidad que partiendo del cristianismo ha penetrado hasta en la política! Ya nadie trata de reivindicar prerrogativas y derechos de señoría, experimentar un sentimiento de veneración ante sí mismo y ante los que le son afines, proclamar un pathos de la distancia jerárquica... ¡Nuestra política se resiente de esta falta de coraje! El aristocratismo de la idiosincrasia ha sido socavado del modo más subrepticio por la mentira de la igualdad de las almas, y si la creencia en la "prerrogativa de los más" hacé, y hará, revoluciones, ¡no se dude de que es el cristianismo, el imperio de los juicios de valores cristianos, lo que toda revolución traduce en sangre y crimen! El cristianismo es una sublevación de todo lo vil y rastrero contra lo que tiene "altura"; el evangelio de los "humildes" rebaja...

EL ANTICRISTO-Friedrich NietzscheWhere stories live. Discover now