Faustina*

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Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

(Mateo 28:19-20)

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  Helena Kowalska, o en religión como Santa María Faustina Kowalska, (Głogowiec, voivodato de Łódź, 25 de agosto de 1905 — Łagiewniki, Cracovia, 5 de octubre de 1938) fue llamada durante su vida Apostól de la Divina Misericordia, fue una religiosa de la orden de Las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia e instrumento de Jesús para preparar a la gente para su segunda venida. 

Vida

Santa Faustina nació en el seno de una familia campesina en la aldea de Głogowiec, en Świnice Warckie, voivodato de Łódź, Polonia en 1905. Era la tercera de ocho hermanos tenidos por el matrimonio formado por Stanislaus, carpintero y agricultor, y Marianna Kowalska, que los educaron con gran disciplina espiritual, sobre todo por su padre. Como era una familia muy pobre, Faustina apenas tuvo tres años de estudios escolares. Ella y sus hermanas tenían sólo un buen vestido por lo que debían turnarse para ir a Misa. Así pues, cada una asistía a una misa diferente.

A los 9 años tomó la Primera Comunión en la iglesia de San Casimiro. Antes de entrar en el convento trabajó en 1919 como sirvienta en casa de unos amigos de la familia Bryszewski en Aleksandrów, cerca de Łódzki. Más adelante, en 1922, viajó a Łódź y trabajó durante un año en la tienda de Marjanna Sadowska con el fin de mantenerse y ayudar a la familia. Al finalizar este trabajo marchó a Varsovia con la intención de entrar en el convento pero la superiora le recomendó reunir una pequeña dote para su ajuar, lo que la llevó entonces a trabajar como sirvienta o doméstica por un año, hasta 1925.

 Al finalizar este trabajo marchó a Varsovia con la intención de entrar en el convento pero la superiora le recomendó reunir una pequeña dote para su ajuar, lo que la llevó entonces a trabajar como sirvienta o doméstica por un año, hasta 1925

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Faustina a los 18 años

Llamado

A los 18 años Faustina, que ya sentía una vocación religiosa desde los siete años, pidió a sus padres el permiso para entrar en un convento pero sus padres no se lo permitieron. Después de esa negativa decidió entregarse a las vanidades de la vida sin hacer caso alguno a la voz de la Gracia de Dios, aunque su alma en nada encontraba satisfacción y se sentía llamada constantemente, lo que le provocaba un gran tormento que intentaba sanar con más distracciones. Evitaba a Dios y con toda su alma se inclinaba hacia las criaturas. Pero, según Faustina, la gracia divina terminó por ganar su alma.

Ella misma cuenta que al ir a un baile con su hermana Josefina tuvo una experiencia que marcó su vida. Mientras todos se divertían ella sufría y sentía gran tristeza en el alma. Mientras bailaba pudo ver a Jesús crucificado, cubierto de llagas, dirigiéndole este mensaje:

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