Capítulo 32

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Lucia Cooper

—Lucia, estaba buscándote —en cuanto Axel entró al pasillo la puerta se cerró de golpe y lo más extraño fue que no hizo ningún ruido.

Miré hacia él que venía a mitad del pasillo — ¿Qué haces? —miré hacia la puerta, pero ya no estaba, solo la pared en su lugar.

—Estaba... estaba... me perdí... y ya sabes... este lugar es grande... pero la puerta... entonces desapareció... - comencé a balbucear mirando la pared.

—A ver, a ver, céntrate, Lucia —me dio la vuelta y me hizo mirarlo a la cara — ¿qué es lo que quieres decir?

—Me perdí entre los pasillos —él asintió para que continuara —luego —iba a decirle lo de la puerta, pero me frené —apareciste tu —frunció el ceño y yo traté de no pensar en la puerta, pues él podría leer mis pensamientos.

—Bien, yo andaba buscándote para ir a dar una vuelta, bueno si quieres —ofreció algo dudoso.

—Claro que quiero ¿a dónde vamos? —él sonrió en respuesta.

—Es una sorpresa —rodé los ojos irritada.

Yo detestaba las sorpresas, el hecho de no saber a donde iba o que sería lo que me esperaba me irritaba y descontrolaba en partes iguales.

—Bien —acepté sabiendo que no valdría la pena preguntar nuevamente.

—Cierra los ojos —pidió y así lo hice.

Él tomó mi mano y como la última vez sentí un remolino tragándome, la sensación era abrumadora pero soportable y luego de unos segundos todas esas sensaciones se detuvieron.

—Ya puedes abrirlos —al abrir mis ojos me encontré con un lindo lugar, pero se me haría muy difícil explicarlo.

—Te explico dónde estamos —asentí —es una cueva subterránea, por debajo de este puente de piedra en el que estamos hay un río que desemboca en un lago no me preguntes cosas como ¿de dónde viene el agua? ¿Como cabe toda en el lago si siempre está corriendo el agua del río? por qué no lo sé, es mágico, en el sentido más literal —explicó y yo sonreí.

—¿De dónde entra la luz que la ilumina de esa forma tan linda? —cuestioné mirando maravillada la luz que se reflejaba en las paredes de piedras.

—La verdad tampoco lo sé —se encogió de hombros y yo reí.

— ¿Solo sabes que es una cueva y que tiene un río? —él asintió como niño pequeño causándome cierta ternura.

Nos quedamos en silencio; él mirando el río y yo mirando al suelo percatándome de que el pequeño puente no poseía ningún tipo de protección o barandal.

—Te quiero —cubrí mi rostro con mis manos avergonzada.

— ¿Lo dijiste? —asentí —espera, espera ¿de verdad lo dijiste? —asentí otra vez —no te escuché —destapé mis ojos para mirarlo acusadoramente.

—Si piensas que lo repetiré estas muy equivocado —él bufó en respuesta.

— ¿De verdad? — él empezó a acercarse a mí y yo a retroceder evitando que se acercara de más.

El último paso que di hacia atrás lo di al vacío y si hubiese sido por Axel caía al agua, pues él me sostuvo por mi espalda y yo quedé con un pie suspendido y él soportando todo mi peso para evitar que cayera.

—Axel, no —dije cuando vi que se estaba acercando para besarme.

—Escuché lo que dijiste cuando llegamos al castillo —yo suspiré recordado lo que dije —sí, he estado un poco alejado, pero ya volví o al menos una parte —yo reí —lo que quiero decir es que... —lo interrumpí.

Mi Demonio PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora