1. ¿Te multiplicaste por cinco?

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Malfoy. Draco Malfoy.

Muchas cosas se pueden decir de aquel rubio de ojos grises que causaba en el resto tanto odio como amor.

Hijo de mortífago, sangre pura y arrogante.

Cabezota, hiriente y venenoso.

Orgulloso, vanidoso y soberbio.

Buen mozo, elegante y sofisticado.

Una mezcla extraña.

Intrigante y a la vez atrayente.

No le era indiferente a nadie. Y eso él lo sabía, pues le sacaba un desmedido provecho.

Le encantaba tanto fastidiar como seducir.

Tanto insultar como cautivar.

Ondeaba su capa con garbo como si el mundo le perteneciera y llamaba la atención donde se encontrara con tan solo proponérselo.

Sí.

Ese era Draco.

Ese era Malfoy.

O al menos, eso parecía ser...

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&

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Dos jóvenes caminaban por los oscuros pasillos del castillo bromeando entre sí, contándose las anécdotas de la noche anterior mientras patrullaban como los prefectos que eran.

A pesar de que a vista de terceros Pansy Parkinson y Draco Malfoy parecían una pareja, ellos solo eran buenos amigos. Se conocían desde la infancia y si bien, ambos eran picaflores, los dos conquistaban por separado. La sola idea de acostarse en una misma cama a hacer "de las suyas" les provocaba arcadas.

Todas las noches salían en la búsqueda de algo de acción. Y esa noche no sería distinta al resto.

–¿Qué te traes hoy entre manos? –preguntó ella pícaramente.

–Nada especial, una chica de Ravenclaw –contestó no muy entusiasmado–. Llevo tres días y podría decirse que ya está en mi bolsillo... ¿y tú?

–También un Ravenclaw, estamos sintonizados ¿no te parece? –opinó mientras se colgaba de su brazo como de costumbre–. Yo creo que algún día deberíamos proponernos algo más difícil, como atrapar a un león.

–¿Para qué? –inquirió ceñudo–. No me gustan esos estúpidos con complejo de héroes.

–Sólo porque ahí se encuentre el trío de oligofrénicos no quiere decir que todos sean iguales –observó ella.

–Ni pensarlo. Me niego. Si quieres ensuciarte allá tú –respondió con desdén.

–¡Bah! Eres un aburrido –se quejó soltándose, colocando sus brazos a la altura del pecho–. Te apuesto que Blaise estaría encantado con mi idea.

–Probablemente. A él le sirve cualquier escoba.

La muchacha le sacó la lengua como una pequeña y se giró sobre sus talones para partir, no sin antes guiñarle el ojo con complicidad.

–Suerte Draco –dijo caminando en la dirección contraria.

–No la necesito Pansy –replicó encogiéndose de hombros.

Se dirigió al lugar acordado con unos minutos de retraso. Le gustaba ver la cara de alivio de sus citas cuando él hacia su triunfal aparición. Se regocijaba con la imagen de ellas nerviosas, mirando compulsivamente el reloj, impacientes, temerosas de una decepción o de esperar en vano.

¿Malfoy?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant