3. Compañías inesperadas.

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Su estado anímico iba de mal en peor, como si de a poco un dementor imaginario e invisible le estuviera robando todas las energías.

Sus recientes buenas calificaciones y el favorable clima soleado no lograban sacarle una mísera sonrisa, ni siquiera de aquellas fingidas. No sentía absolutamente nada, estaba vacío por dentro.

Ya se cumplirían dos semanas desde que comenzó su tortura, y aún no lograba ningún avance al respecto. Por más que trató de fijarse en alguien con intenciones puras de futuro enamoramiento nada sucedía. Quizás, tenía una gran relevancia el hecho de que ahora, con su actual aspecto, prácticamente toda persona del sexo opuesto lo evitaba como si tuviera lepra. O quizás la razón era aún más sencilla. Los Malfoy no estaban hechos para esa clase de sentimientos.

Quien quiera que sea el o la que le jugó esta mala pasada sabía perfectamente como condenarlo... y lo logró.

–¿En qué piensas? –preguntó Theodore desde su cama.

Afortunadamente para Draco, sólo compartía habitación con él y con Blaise, quien ahora solía pasar todas las noches afuera con alguna de sus conquistas

–Estás tan concentrado que ya puedo ver el humo salir por tus orejas. No le exijas tanto a tus neuronas, que no están acostumbradas y se pueden acalambrar –agregó con burla, un privilegio que sólo gozaba él sin morir en el intento.

–Pienso que estoy jodido –confesó lanzando un gruñido de frustración–. Completa e irremediablemente jodido.

–Quizás no. Quizás solo estás buscando en el sitio equivocado –opinó tranquilamente su compañero, mientras ojeaba un libro de pociones avanzadas.

–¿A qué te refieres?

–A que sigues frecuentando a las mismas personas y desenvolviéndote en los mismos círculos. Círculos en donde las muchachas son muy estúpidas y superficiales para ver más allá de tus "kilitos". Yo diría que si no fueras de apellido Malfoy probablemente te tratarían aún peor. Te apuntarían con el índice para burlarse de ti a carcajada limpia.

"Zorras" pensó enfadado el rubio, haciendo crujir sonoramente su cama al moverse en ella.

–No estás buscando bien. Así jamás solucionarás tu problema.

–¿Y qué quieres que haga? –espetó fastidiado–. Aceptémoslo. Soy demasiado exquisito para involucrarme con una fea, y lo suficientemente superficial para no fijarme en una obesa. Y ahora que soy una bola de grasa, no tengo muchas opciones donde escoger.

Lo escuchó chasquear la lengua.

–No tiene porque ser fea –lo corrigió–. Ni gorda. Aún te falta tratar con las chicas de una casa en particular.

Draco rió con ganas de solo imaginarlo.

–¿Quieres que vaya y me pasee por Gryffindor? –inquirió con sarcasmo–. Ni pensarlo. Ese lugar está lleno de tarados traidores a la sangre e impuros.

A pesar de la oscuridad, pudo advertir como Theodore fruncía las cejas y los labios en un gesto de completa desaprobación y reproche. "Demonios, la cagué" pensó, ya que su amigo no era como el resto de las serpientes. Si bien su apellido estaba fuertemente ligado al del Señor Tenebroso -incluso más que el suyo-, para él no tenía la más mínima importancia. La sangre era solo eso, sangre, y valoraba a las personas por sus acciones, no por su apellido.

Si le preguntaban a Draco, Theodore Nott era un chico inteligente y honesto, algo que escaseaba en Slytherin y por eso mismo lo tenía cerca.

–Buenas noches –dijo de pronto, finalizando la conversación.

¿Malfoy?Where stories live. Discover now