Capítulo 60

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Canción recomendada :
Bohemian Rhapsody- Queen

Marco POV
El idiota de Fred no contesta su teléfono. Llevo una hora encerrado en mi habitación, juntando mis cosas como papá me ordenó. Por esto no quería que se enterara, su estúpida mente cerrada no lo comprendería. Logré atravesar el instituto sin estar con ningún chico, pude mantenerlo oculto ¿Ahora vengo a enamorarme de un adolescente idiota del equipo de fútbol? Ni siquiera me gustan los deportes, pero hay algo en él. Odio que mi familia sea tan cerrada. Tenía pensado decirles hace un tiempo, pero vi cómo fue todo el tema entre Zoe y su nuevo novio. Si papá no tolera verla de la mano con un chico con tatuajes y que sea tan distinto a Ryan, jamás toleraría verme de la mano con un chico a mí. Tenía razón. El estúpido de Alessandro vio mi teléfono y leyó mi conversación con Fred y no pudo cerrar su boca. Corrió a preguntarme sin percatarse que papá siempre se las ingenia para escuchar todo. Se que no es su culpa
¿Por qué tiene que ser así? Seco las lágrimas que ahora llegan a mi mentón e inhalan con fuerza, intentando aclarar mi respiración. Parpadeo y otra lágrima aparece. Diablos, odio llorar. No recuerdo cuándo fue la última vez que lo hice. El llorón suele ser Dante. Verás, hay una concepción errónea sobre las lágrimas. La gente suele creer que el llorar te hace menos hombre. Hay valentía en el llanto. Una parte de tí se escapa de tus ojos y se desliza, esperando a que la atrapes pero es imposible que regrese. Un grito de papá me hace sobresaltar y no tardo en acelerar mis acciones ¿Qué debo guardar? Jamás me fui de casa. No sé por cuánto tiempo estaré afuera. No tengo a dónde ir. Fred aún ni le ha dicho a sus papás, aunque para el será un poco más sencillo. Sus padres pueden asegurarse de que al menos hay un 50% de posibilidades de que su hijo salga con una chica. Sin embargo, eso a mi no me deja tranquilo. Ahora hay muchas más opciones para que él me deje. Fred jamás quiso salir del closet.
Cierro mis ojos, y allí está. Sus ojos café me miran a los míos, ambos igual de poderosos, pero con miradas distintas. Sus manos toman mi rostro y me obliga a mirarlo, juntando su frente con la mía.
"No te dejaré sólo, si todo sale mal, estaré para que te sientas bien" Su voz suena como un eco dentro de mi mente, retumbando como percusión en un concierto. Pero cada vez lo siento más lejos y todas las personas a nuestro alrededor me empujan hacia el lado opuesto. Todo está mal, y Fred no está aquí para hacerme sentir bien. La puerta suena y mis ojos se abren, perdiendo por completo de mi mente la presencia de el chico que me está haciendo cometer una locura.
"Ya casi termino y luego me iré" las palabras queman en lo profundo de mi garganta y arden en la punta de mi lengua. Como un jodido chile picante que te hace llorar hasta más no poder. "No soy papá ¿Puedo entrar?" la voz de Zoe suena del otro lado de la puerta, quebrada en pedazos como la mía. Trago saliva, intentando recobrar fuerzas ¿También ella me gritará? ¿Me dirá que lo revierta todo y me vuelva hombre?
"Estoy muy cansado, Zoe" Mi voz se quiebra y tomo aire para no mostrar mi debilidad. Ya me han pisoteado demasiado por una noche.
"No quiero pelear, Marco" La escucho decir.
Puedo ver su sombra por la rendija de la puerta. Un recuerdo de cuando eramos pequeños llega a mi mente. Siempre nos castigaban por hacer travesuras, y como mamá y papá sabían que intentariamos escapar, cerraban con llave. Tocábamos la puerta tres veces para preguntar si estábamos bien. Un golpe era si, dos era no. Luego conversábamos, nuestros estómagos contra el suelo, hundiendo nuestros labios en la rendija de la puerta para que pudiéramos escucharnos con claridad. Fui un idiota al apartarme de ella. Zoe podría ayudarme en una situación como esta, ella siempre fue la mente del grupo. Pero cuando llegué a la adolescencia, mi sexualidad se convirtió en una batalla contaste entre mi mente y mi corazón. Entre lo que creía ser y lo que sabía que era. Siempre supo todo de mí, incluso antes de que se lo contara. Entonces me alejé, por miedo a que descubriera mi yo verdadero. Camino a la puerta y mi mano tiembla sobre la perilla. No puedo. No puedo ver cómo sus ojos me juzgan. Puedo tolerar el de todos, pero no los de la única persona que, a pesar de la distancia que coloqué entre ambos, jamás perdió confianza en mi. Escucho tres golpes en la puerta. Pequeños, débiles, casi imperceptibles. Pero los escuché. Uno. Dos. Mis nudillos golpean dos veces la madera y no tardo en quebrar en llanto. Siento que mis ojos ya no toleran más la sensación de lágrimas saladas empañándolos como vapor sobre vidrio. La puerta se abre y caigo al piso. Mis rodillas golpean el suelo y mi hermana, con sus pequeños y brazos y diminuta contextura, intenta sostener mi peso.
"No puedo, Zoe. Lo intenté, juro que intenté ver a una chica como Alessandro y Dante lo hacen" sollozo, intentando capturar un poco de aire entre mis palabras. Sus brazos envuelven mi cuerpo, y puedo sentir sus lágrimas mojar mi cuello. La extrañé tanto. Qué tonto he sido al dejarla ir.
"No es tu culpa, Marco. No deberías sentirte culpable por algo así" sus manos toman mi rostro y siento la tranquilidad que Fred me dio días atrás en aquella charla que tuvimos, cuando ambos decidimos decirle a nuestros padres. El plan se fue a la mierda "Alessandro jamás tuvo que dar explicaciones por gustar de una chica, Dante tampoco, yo tampoco tuve que decir que me gustan los chicos. No es justo que tu debas hacerlo. Eres valiente, Marco, porque sabiendo la ola inmensa que se venía frente a ti, decidiste enfrentarla igual. Pudiste haberte defendido y mentido respecto a los mensajes, pero decidiste hacer un paso adelante y luchar por lo que eres. Y por eso te admiro. Alessandro y Dante jamás han hecho semejante acto"
"Te juro que intenté ser como ellos" Mis lágrimas comienzan a calmar, pero el ardor en mi garganta parece no irse. Sus pulgares limpian mis mejillas de lágrimas y la observo fijo a sus ojos inyectados en sangre.
"No necesito otro hermano hetero" Me río y Zoe me imita. Diablos, la amo tanto "Jamás desearía cambiarte. Tienes un corazón de oro, y Fred es un bastardo con suerte al tenerte. Jamás tienes que dar explicaciones por quien eres, porque cuando lo hagas, te perderás a ti mismo. Quédate tranquilo, que llegado el momento, el resto te comprenderá. Es sólo cuestión de tiempo. Te llevó años a tí salir del closet, dales un tiempo a ellos"
"Te prometo que intenté que me gustaran los senos" bromeo y dejo escapar la última lagrima. Zoe estalla en risas. Y el sol siempre sale después de la tormenta.
"Yo también vi los abdominales de Fred López" Zoe sonríe y me ofrece una mirada pícara. Le devuelvo la sonrisa e intento congelar el tiempo, pretendiendo por un segundo que ella es la única en mi familia.
"Recuérdame no dejarte ir nuevamente, Piccola" Mi mano se posa sobre su cabeza y acaricio su cabello.
"Yo permití que lo hicieras, Pampers" sus mejillas se tornan rosas, haciendo resaltar sus pecas color caramelo.
Tardé en comprender cómo una chica como Zoe estaría con alguien como Beck. No es el hecho de que sean opuestos, esa historia de amor ya es muy trillada. Me sorprendió el hecho de que Zoe, siendo tan cerrada en su propia burbuja familiar que le incorporó el chip de novio perfecto/esposo trabajador/muchos hijos que cuidar, lograra liberarse y encontrar sus propios deseos. Se que papá siempre quiso que terminara con Ryan, pero sin importar lo mucho que lo quiera, él significa comodidad. Y amor no es eso, amor es confiar cuando el suelo se quiebra. Terminar con un sujeto que siga los estándares de papá, es asegurarse una vida sencilla, y Zoe ya ha tenido mucho de eso. Vivió encarcelada pero cómoda por muchos años bajo el ala de mi padre.
"¿Cómo lo supiste?" se que no se enteró a través de Alessandro. Desde el lunes que llegó del colegio, cada vez que nos cruzabamos por el pasillo me miraba como si me quisiera decir algo.
"Escuché a Fred hablar contigo por teléfono" giro mis ojos. Tanto tiempo siendo precavidos para no levantar sospechas, y el idiota habla a los gritos por el instituto "Fueron los peores seis días de mi vida. Quédate tranquilo que Beck y Ryan no dirán nada"
"Eso no es lo que me deja intranquilo" le sonrío débilmente, intentando alivianar su dolor.
"¿Listo para salir?" me pregunta, extendiendo su mano frente a mí.
"Tantos años esperando salir del closet, y ahora no me animo a salir de mi habitación" reímos, pero la risa se pierde entre su mano y la mía. Sus dedos apoyados sobre los míos, son lo único que me dan estabilidad.
Tomo mi mochila, cargada con ropa y todo mi dinero. Quito mi teléfono del bolsillo, ansiando leer un mensaje de Fred. Nada. Espero tener suficiente dinero para un hotel. Tal vez deje la ciudad. Ya no tengo nada en Mount Vernon, sólo a Fred, pero no podré quedarme en su casa. No tengo amigos, mi padre no quiere ni verme y mi trabajo es en su restaurante. Tal vez un comienzo fresco sea lo que más necesito. Este pueblo ya no encaja conmigo. Hace rato lo se, pero tal vez hoy sea el momento de abandonarlo de una vez por todas.
En cuanto salgo al pasillo, la voz de papá se hace más fuerte y clara, y no tarda en enviar un escalofríos que corre por mi espalda. No es que sea un mal tipo, es mi papá y lo amo, pero no comprende este tipo de cosas. El día en que descubrió que Alessandro se había tatuado luego de perder una apuesta, no le habló por una semana. Con Dante no es así, por supuesto. Él es el mayor, siempre hizo todo bien. Consiguió una novia y se comprometieron. Ha hecho todo bien, todo a tiempo y sin dar un paso en falso. Se que él esperaba eso de Zoe también, y el hecho de que ahora salga con Beck, fue una gran patada en su estómago. A veces desearía que logre dejar de encapsularnos, que simplemente deje de pretender que seamos los hijos de oro que siempre soñó con tener, y nos aceptará por como somos. Con nuestros amores por el mismo sexo, novios fuera de los estándares y tatuajes estúpidos en la espalda.
"Déjalo ser, papá ¿En qué te afecta esto?" escucho la voz de Alessandro retumbar contra las paredes. No puedo creer que me esté defendiendo. Se que el también prefiere que esté con una chica, pero es más sencillo para él comprender mi situación.
"¿Pretendes que lo acepte? Ningún hijo mío vivirá de esta forma" su voz ruge, escupiendo ira y desilusión. El nudo en mi garganta se tensa, casi dejándome sin aire.
"¿Honestamente esperas que todos seamos perfectos como Dante?" al parecer no soy el único que lo piensa. Siento la mano de Zoe posarse sobre mi hombro "Si Marco se va, yo me iré. Esta casa no es hogar si no estamos todos. No seguiré tus jodidos principios. Le dices que se haga hombre a él pero tu no estas siendo el mejor ejemplo de uno"
Bajo las escaleras, sintiendo más peso en mi pecho que en la espalda que carga la mochila. Una parte de mi cayendo pesadamente con cada paso. Todos los ojos viajan hasta mi y siento mi cuerpo hundirse. Mamá me mira, en silencio y con sus ojos inyectados en sangre.
"Está bien Alessandro, me iré. Hace tiempo vengo pensándolo" su mirada parece muerta. Como si me viera escaparse por entre sus dedos. No me atrevo a ver a papá a los ojos, no sé cómo reaccionó ante las palabras de mi hermano. Quiero irme antes de que mi padre intente llamar a Dante "Algún día lo comprenderá"
Camino hasta la puerta, con la mano de Zoe sobre la mía. No me atrevo a soltarla, porque no sé qué podré hacer por cuenta propia. Giro la perilla y jalo de ella, recibiendo una brisa fresca nocturna. Inhalo, recordando por primera vez en la noche que aún estoy vivo. Exhalo, recordando por primera vez en la noche que tengo más por vivir. Siento una mano tomar mi brazo. Jamás confundiría ese tacto, no importa los kilómetros que recorra y el tiempo que transcurra. Mamá.
"Te amo, no importa que. A través de lo ancho y angosto" sus manos agarran mi rostro y atrapan una lágrima "Y él también te ama, sólo necesita tiempo"
"Adiós, mamá" mi garganta arde con cada letra que pronuncio, causando que sus ojos se tornen más brillantes que antes.
Salgo y cierro la puerta detrás mío. Jamás fue tan doloroso cruzar el jardín de mi casa. Camino por la calle desolada. Este es el dolor del que los poetas tanto hablan. La melancolía se apodera de cada fibra de mi cuerpo. Tirito del frío y frío es lo único que logró sentir. Escucho un claxon a mi costado y logró respirar. No estoy solo. Camino al auto y me subo sin dudarlo. "Te puedes quedar en casa si quieres, el tiempo que sea necesario " Me dice con ojos suaves. Puedo ver un tono en ellos que jamás había visto. Asiento y sonrío débilmente.
No estoy tan solo después de todo.

Zoe POV
No puedo quedarme en casa, no si Marco ya no está. Mamá debe hacer entrar en razón a papá. Se que lo comprenderá. Es impulsivo. Sólo necesita un baldazo de agua fría. Ni Beck ni Ryan responden mis mensajes. Pero opto por huir a casa de Beck. Sus brazos cubriendo mi cuerpo son lo único que lograrán quitarme el frío que se apodera de mi. Alessandro me espera en el auto, sus ojos inyectados en furia. Me llevará hasta lo de Beck y luego irá a Saint Louis hasta el departamento de Jay.
Subo al auto y el silencio es lo que predomina. Ni siquiera estoy de humor como para prender el radio. Apoyo mi cabeza contra la ventanilla y cierro los ojos, añorando mi encuentro con Beck. La simple idea de poder sentir su cuerpo junto al mío hasta dormirme, me da un poco de luz.
No se si el viaje fue más corto de lo normal, o si me dormí y no lo noté, pero la voz de Alessandro, asombrosamente pacífica, me hizo saltar.
"Llámame si necesitas algo. Por esta noche intentemos darle espacio a Marco" Asiento, sin ser capaz de emitir sonido alguno. No creo tener las fuerzas para eso, ya lloré demasiado "Te buscaré si lo necesitas, pero se que estarás bien con él"
Mis ojos se cristalizan ante la simple idea de que Alessandro haya hablado de Beck de aquella manera. La realidad es que, a esta altura, cualquier cosa parece liberar mis lágrimas. Le sonrió y deposito un beso en su mejilla. Su barba me pincha pero no hago comentarios al respecto. Siento sus dedos aferrarse a mi brazo. Es increíble cómo siempre lo único constante en mi vida fue mi familia, y ahora, en el único momento en que siento que mis padres, mis hermanos y yo estamos desmoronándonos mutuamente, Beck es mi ancla.
Camino por el pasillo, esperando que no esté dormido o que por lo menos, se despierte con el sonido de la puerta. Aquel camino parece repetitivo y aburrido, pero cada vez me resulta más emocionante caminarlo. En esta noche, simplemente tranquilizador. Toco la puerta con mis nudillos, ya congelados por la fría brisa de octubre. Doy pequeños saltos, retándome por no haber traído más abrigo. Escucho la llave girar dentro  y la impaciencia crece. Mis ojos buscan con hambre y ansiedad los suyos. Sonrío en cuanto lo veo y él me mira con confusión.
"Lo siento, no respondías, realmente te necesitaba" Corro a sus brazos y me aferro para no soltarme nunca más. Respiro para poder impregnar mis sentidos de su perfume.
"Jamás dudes en venir aquí, Pecas" me susurra al oído, y no puedo evitar sonreír y llorar a la vez. Soy una bola de hormonas "Mi casa es hogar para la gente que amo. En especial para ti"
Abro mis ojos y dejo escapar un grito del susto al ver a alguien más en la casa, sentado en el sillón, observando la situación con un tanto de incomodidad. Marco.

REBELWhere stories live. Discover now