Capítulo 3.

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N/A: Hola, aquí les dejo un último capítulo antes de tomarme unas leves vacaciones de Navidad. Tranquilas, regresaré para los primeros dias de Enero.

Este capítulo va dedicado a una de mis fieles lectoras porque cumple años el 24/12 y yo no puedo estar ese día entonces, hoy 22/12.

¡TE DESEO UN FELIZ CUMPLEAÑOS!

Capítulo 3

Arranque la hoja, la hice pedazos y la tire al bote de basura.

¡Pero que mierda estoy haciendo!

Me enfurruño en un mar de pensamientos de los cual la Sra. Roberts me despista.

–Selena, necesito que limpies las recamaras de los jóvenes. ¿Sí? –asentí apresuradamente y me dirigí hacia la planta donde son las recamaras de la familia Styles. El pasillo es largo y una tenue luz blanca pálida se extiende por lo largo del pasillo estrecho. Había una que otra planta en las esquinas o al lado de las puertas de madera coloquial. Toque la puerta de Sophie, aunque fue en vano ya que Sophie estaba en la escuela. Abrí la puerta y me encontré con una recamara más grande que la cocina de mi casa. Dios mío. Y solo duerme ella, sola. Mis hermanas tienen que dormir juntas en una misma habitación. La habitación de Sophie es espaciosa y de color azul. No tiene princesas exageradamente o de color rosa la cama y los sillones. No como lo imagine. Solo es de color azul, con peluches, un sofá del monstruo come galletas y una cama de Elmo. Esta niña no es muy femenina como creía. Me agradaba, he de decir que yo tampoco fui muy femenina.

Empecé a juntar los juguetes tirados por aquí y por allá, limpie y barrí el suelo, desempolve los muebles y acomode los muñecos. Arregle las cobijas y cobertores de la cama y limpie las ventanas. No me llevo ni dos horas, una quizá. Salí de su recamara y por ultimo limpie el nombre de "Sophie" que se encontraba en palabras de metal pegadas a la puerta de su habitación. Recorrí hasta la habitación de Gemma, no fue difícil, a decir verdad. Tenía muchas revistas y posters de artistas. Vaya, una buena chica. Sus libros desordenados por toda la mesa, hojas con información, libretas, anotaciones sin terminar. ¡Madre mía! Esta chica su que estudia. Empiezo por los libros y luego por el suelo, después arregle la cama y arregle una que otra revista. Cuando salí de su recamara, no me había tardado ni una hora. Genial.

Por último, tuve que limpiar la recamara de Harry. Su nombre relucía en las placas colocadas en su puerta. El estaría en la universidad, así que abrí la puerta y la escena frente a mis ojos me impacto demasiado.

– ¡Maldita perra!–gritó Harry. Si no estuviera es putrefacta me iría, pero solo pude quedarme ahí, paralizada, con los ojos bien abiertos – ¿Que no sabes tocar? ¿Nunca te enseñaron los modales? ¿Qué esperas? ¡Sal de aquí, estúpida sirvienta! ¡Lárgate imbécil!

Cerré la puerta. La imagen se quedó pegada en las paredes de mi mente, Harry tocando los pechos de una chica, la desconocí. Pero qué mierda... ¿Harry no va a la universidad? ¿A qué hora metió a esta chica? No vi que saliera...mierda. Él es un jodido imbécil. Estoy harta, joder, harta. No voy a dejar que ese hijo de fruta me venga a insultar como si fuera su sirvienta. No lo soy. Solo soy una empleada que hace el aseo de la casa.

¿No es lo mismo?

¡No! Solo porque su familia es reconocida y millonaria no tiene derecho a gritarme, a insultarme. No. Jamás me he dejado que alguien me falte al respeto, y Harry no será una excepción. Esta fue la última vez que le acepto. Si vuelve a insultarme de esa manera...Dios, juro que le pondré en práctica mis clases de boxeo con Brian. Lo juro.

Caminé por el largo pasillo para regresar a la cocina. Mi corazón se estrujó poquito. ¿Pero qué…?

Sentía cómo si me hubiera arrollado un camión. La mirada de Harry…fue como una puñalada. Sus ojos verde oscuro inyectados de rabia y furia. Llenos de odio…hacia mí. ¿Qué mierda le hice? No le he hecho nada. ¿Por qué es así? No entiendo nada, Joder…

Aun así, sentía un dolor punzante en mi pecho, su mirada me lastimo más de lo que yo creía. Él estaba mirando a la chica con lujuria y, dos segundos después, me miraba como si fuera la peor persona del mundo. Sus ojos estaban completamente verde oscuro de rabia y enojo. Decidí que era una estupidez lo que pensaba, así que agité la cabeza para borrar los pensamientos.

Vi el reloj desesperadamente, ya daban las 7 y media de la tarde, en media hora saldría. Vamos estúpido reloj, avanza.

Sophie salió sollozando de su habitación.

— ¿Qué paso, Sophie? —me puse en cuclillas para estar a su altura y le acaricié el hombro.

—Mi…muñeco…se…rompió —dijo entre sollozos y se limpiaba la nariz con la manga larga de su blusa. En su otra mano traía un muñeco de Woody de Toy Story con el brazo deshilachado.

—Oh, vamos, no llores, Sophie. —La abracé y ella estrujo levemente mi cuello con sus bracitos delgados y pequeños— Yo lo arreglaré ¿Vale? Ven conmigo.

La tomé de la mano y la metí a la cocina, la senté en un banquito. Busqué entre los cajones de la alacena hilo y aguja. Debería de haber algo aquí…

—Aquí está. —susurré y tomé la aguja e hilo del penúltimo cajón. Tomé a

Woody y Sophie me miró cómo cuando esperas a que el doctor te diga cómo está alguien que tuvo un accidente. Comencé a pasarle la aguja y el hilo por el brazo de Woody, uniendo poco a poco su brazo con su demás cuerpo. Después de unir todos los puntos con el hilo se lo entregué a Sophie.

—Sano y salvo —le sonreí y se lo di. Ella miró al muñeco estupefacta, cómo si no se lo creyera… Una luz apareció en sus ojos, estaba contenta. Cuánto daría porque mi hermana pequeña tuviera un muñeco tan hermoso como el de Sophie. Ella solo tiene muñecas mías viejas y deshilachadas, mugrosas.

—Vente Sophie. No tenías que decirle que te lo arreglara. Sabes que te podemos comprar más Woody’s cuando quieras. —se acercó Harry, con el mentón hacía arriba, mostrando superioridad. Solté un bufido de burla, era gracioso que hiciese eso. Creo que se enfureció, no le agrado que me burlara.

—Pero yo no quiero otro Woody. ¡Gracias, Selena! ¡Eres la mejor, en serio! —me abrazó Sophie y le sonreí, ella hizo a un lado a Harry y corrió a su habitación. Reí por el comportamiento de Sophie.

— ¿Piensas que arreglando sus muñecos obtendrás su cariño? Ella no se encariñará con gente tan baja como tú. —dijo Harry. »Pues tú estás más bajo que yo, de estatura« quise decirle, pero me correrían inmediatamente, y yo necesito el dinero. Suspiré para no soltarle una palabrota.

—Ella es cariñosa de por sí. Ella si tiene corazón. —su mirada volvió a centrarse negra, muy obscura. La mandíbula se le tensó, pero volvió a relajar los hombros.

—No me vengas con ridiculeces, el corazón bombea sangre, estúpida. —me dijo, tenía razón. Soy una ridícula. Él se acercó corriendo hacia mí.

Mierda… ¿qué me haría? Sólo cerré con fuerza los ojos, y de ahí, sentí sus labios contra los míos.

Dangerous |Harlena| »Adaptación« |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora