Serendipia ━ Barry Allen ✓

5. The power of love

════════✶════════

❛ Love is the light
Scaring darkness away ❜
●●●

La familia Allen es una fuerza a tener en cuenta, y eso April Masen-Allen lo sabe perfectamente. April no era muy cercana a su familia desde que su padre había muerto. Y desde que conoció a Barry y dejó Coast City sus visitas a su familia eran nulas.

Así, cada año la invitación a la reunión familiar de los Masen terminaría en la basura. Barry solía encontrarla e intentaba, en vano, persuadirla para que fueran. El año pasado, Barry se asoció con Nora y Henry, sabiendo que no podía decirles que no a los tres. Y este año, no fue la excepción.

Barry, estaba emocionado por ir. Necesitaba exprimir cada segundo que tuviera con April. Además, consideraba que estar lejos un tiempo de Central City les haría bien a ambos, pues, aunque sus días malos habían desaparecido y ya tenía en su mayoría asimilada su nueva vida aún se sentía en deuda con la castaña. Y relacionarse con la familia de su esposa era un extra.

Es así como la pareja Masen-Allen se encuentra ahora en un parque de Coast City, disfrutando de una parrillada cortesía del tío abuelo de April. El velocista ya conocía a algunos de los miembros de la familia Masen, por la boda. Pero otros, April ni siquiera los había conocido todavía. Había muchas personas interesantes con quienes hablar, pero los miembros favoritos de la familia de su esposa eran las hijas de uno de sus primos. Las gemelas de un año, Valery y Victoria.

April pasaba todo el día sosteniéndolas, jugando y hablando con las niñas. Su vínculo fue instantáneo. Barry recuerda haber observado sus interacciones y se sorprendió de lo maravillosa que April era con los niños. Aunque debería haberlo adivinado, ya que ella tenía un talento natural para hacer amigos. Todos se dejan seducir por sus encantos poco después de conocerla. Y las pequeñas gemelas no fueron la excepción. Llamaban a April "Tía Ri" y se aferraban a su pierna cada vez la veían alejarse.

Ver a la castaña junto a las niñas hizo que un nudo se formara en la garganta de Barry, pensando en el día en que April y él tuvieran hijos. Su esposa sería una maravillosa madre algún día.

Antes, pensar en él mismo como padre era como fantasear, un sueño lejano. Pero ahora, podría convertirse fácilmente en una realidad.

Pero, ¿Barry estaba dispuesto a permitirlo? ¿Estaba dispuesto a permanecer definitivamente en esta realidad?

❪ ✶ ❫

Lo único que a April no le gustaba de vivir en Central City era no poder ver las estrellas en el cielo nocturno. El habitual cielo negro de Central City sin estrellas estaba cubierto de nubes grises cada noche. En cambio, en Coast City la noche era su parte favorita del día.

Luego de la parrillada con su familia, Barry y ella se dirigieron a su hotel. Y ahora se encuentran en el techo del edificio, tumbados en una cálida manta, con los dedos entrelazados observando la magnífica vista que les ofrece la ciudad.

April voltea ligeramente la cabeza para mirar a Barry a los ojos.

—¿Recuerdas nuestra primera cita? Me tiraste el helado encima y accidentalmente te caíste encima de mí al tratar de ayudarme a limpiarlo.

Barry se sonrojo al recordar ese desastroso momento, pero sonrió. —¡Hey! Creí que habíamos prometido no volver a mencionarlo —rio—. En lugar de apartarme me dijiste que me tumbara a tu lado, nos quedamos acostados en el pasto viendo las nubes. Solías inventar historias sobre cómo todas las nubes terminaron una junto a la otra.

Barry se volvió hacia un lado para poder enfrentar a April. Ver la adoración que relucía en los ojos esmeralda de su esposa por él, solo él, hizo que nuevamente se sonrojara. Ella extendió la mano para tocar su cara. Sus ojos se cerraron cuando ella sostuvo su mandíbula en su palma y acarició su mejilla con su pulgar.

—Tengo tanta suerte de haber terminado a tu lado —Barry le dijo a April.

April cerró el espacio entre ellos, colocando sus labios en los de Barry. Los besos comenzaron con un ritmo lento y tierno. Todo a su alrededor desapareció por completo, sin darse cuenta siquiera que había empezado a llover. A medida que la lluvia se intensificó, también lo hicieron los besos. Barry chupó el labio inferior de la castaña.

Un fuerte trueno devolvió a los amantes a la realidad. Sus labios se separaron, pero permanecieron lo suficientemente cerca para que sus narices se tocasen.

—Creo que es mejor que entremos —dijo April, decepcionada.

Barry la acerco aún más a él. —No —respondió.

April frunció el ceño, confundida. Barry alejó algunos mechones de cabello mojados que estaban pegados al rostro de su esposa.

—Siempre quise besarte bajo la lluvia —confesó el velocista. April se rio, encantada.

—¡Barr!

Barry ríe al ver a la mujer sonrojada y siente orgullo de sí mismo.

Sonrojar a April Masen-Allen tendría que estar en el libro de récord Guinness.