CAP 9: Cave

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Al día siguiente desperté para descubrir que Dixon ya no estaba en la cama de al lado. Solté un suspiro y me levanté.

Pasé por la habitación de Carl y no lo encontré.

Entonces salí de la casa para ver si podía ser de utilidad en algo ya que detestaba no hacer nada.

–¡Primor! –Aquella voz.

Oh, no puede ser.

¿Para qué salí de la casa?

Que un caminante me coma, por favor.

–¿Qué quieres, idiota? –Giré para verlo, estaba molesta por su presencia.

–Solo quería asegurarme de que estás bien. Supe que salvaste a mi hermanito bebé.

–Sí, como sea. Tengo que ir a ayudar al chino con lo que sea que esté haciendo.

Luego de decir eso lo ignoré y comencé a caminar en busca de algo que hacer. Entonces vi al RV que había encontrado, parqueado allí.

Fruncí el ceño y me acerqué a él. Shane estaba dentro, haciendo quién sabe qué.

–¿Qué carajos estás haciendo en mi RV, pendejo? –Gruñí, mirándolo.

–Si tan sólo te hubieran dado otro sedante. –Maldijo él, haciendo que me indignara.- Te lo traje, de nada.

Rodé los ojos y busqué al chino, pero encontré a todos practicando disparar. Rick me miró y me llamó con un ademán de mano.

–Necesitamos que todos aprendan a disparar. –Dijo.

–¿Tengo cara de no saber disparar? –Arqueé una ceja.- No necesito que estén enseñándome nada.

Maldije por buscar a esos idiotas y caminé hacia mi RV, lo moví, alejándolo de todos.

Escuché un ladrido y vi a Sky mirándome. No entendí qué es lo que él quería, así que lo dejé entrar al RV y salí de allí.

–Hey, chica suicida. –Oí la voz del menor de los Dixon llamándome.

Rodé los ojos y me acerqué a su tienda. Estaba tirado en el piso, jugando con una de sus flechas.

–¿Qué, quieres que sea tu enfermera sexy? –Gruñí, mirándolo mal.

–No.

–Qué bueno. Ahora deja de joderme la vida.

Caminé sin rumbo hasta que finalmente choqué con el chino.

–Chinito... –Sonreí de lado, mirándolo.- ¿Por qué esa cara?

–Lori está embarazada y hay caminantes en el granero. –Dijo de manera rápida.

–¿Qué? –Lo miré con sorpresa.

–¡Por favor, no le digas a nadie! ¡Maggie me odiará!

–Así que tienes algo con Maggie, ¿eh? –Sonreí de lado, mirándolo.

Glenn se sonrojó a niveles extremos y solté una carcajada, de seguro era la primera vez que le gustaba una chica.

–Tu secreto está a salvo conmigo, chinito. –Sonreí, guiñándole.

Caminé hacia el bosque, para liberar mi mente un poco. No soportaba la idea de estar estancada sin poder hacer nada debido a los estúpidos puntos que tenía.

Caminé y caminé, hasta que encontré una casa de madera que se veía vieja. Entré y me senté en el sillón que allí había. Estaba lleno de telarañas pero no me importó. Necesitaba tiempo para pensar, para estar sola.

–¡Primor! ¿Qué haces aquí tan sola? –La voz del idiota Dixon se escuchó cuando entró a la casa.

–Joder. ¿Qué acaso no puedo librarme de ti ni un segundo? –Gruñí, mirándolo seria.

–Como si quisieras hacerlo. –Sonrió.

–¿Qué carajos hacen aquí? –La voz de Shane se escuchó entrar.

–Yo quería estar sola, pero este imbécil...

–Cuida tus palabras conmigo, primor.

–Mierda, si vinieron aquí solo para follar...

–Cállate, mierda. –Me levanté, para quedar frente a él.

–¿O qué?

–Dijo que te calles. –Merle lo empujó, haciendo que Shane retrocediera.

Entonces Shane le lanzó un golpe y empezaron a pelear. Maldije por tener que poner en riesgo los puntos que me habían cocido otra vez.

Pateé a Merle en las bolas y a Shane le di un golpe en la cara.

Ambos cayeron con un golpe fuerte en el piso, y entonces oí el sonido de la madera quebrarse. Los tres caímos a una especie de cueva o algo así que estaba debajo de la casa.

Me dolió la espalda al caer, y simplemente rogué que mis puntos no se hubieran abierto.

Busqué con la mirada una salida, pero no había ninguna excepto el lugar por el que habíamos caído. Tenía al menos seis metros de alto; no íbamos a salir de aquí sin ayuda.

–Me cago en la puta. –Maldije, levantándome con cuidado de no lastimarme más.

–Furia, estás sangrando. –Dijo Shane, a mis espaldas.

–Es culpa de ustedes dos. –Gruñí.

–¿Cómo carajos saldremos de aquí? –Preguntó Merle, con enojo.

Me encogí de hombros y me senté apoyada contra la pared de tierra. Entonces vi que Merle se rompía la camiseta y me entregaba un pedazo.

–Hazte un torniquete.

Asentí y me até el pedazo de camiseta, para detener la hemorragia.


La chica que enamoró a los DixonWhere stories live. Discover now