Steve Rogers.

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Título: Arrestado.
Advertencia: Ninguna.

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Tomaste el teléfono apresuradamente. Estabas asustada, y como no estarlo si en la televisión se veía una perfecta imagen de Steve en una persecución con Sam, un tipo vestido de gato y su mejor amigo de guerra, Bucky Barnes. 

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho tonos y el buzón de voz. Algo te decía que si volvías a ver a Steve lo matarías.

Frustrada colgaste, colocaste bruscamente de nuevo el móvil en la cómoda. Caminaste de nuevo a la sala y no pudiste evitar rodar los ojos.

Los estaban arrestando.

Rhodes estaba ahí, en su traje de parodia de Iron man; y si las cosas no se pudieran poner peor, el tipo del traje de gato se quitó la máscara. Y aunque no pudiste reconocerlo, pudiste notar que hubo un impacto en todos los que estaban en la persecución.

La imagen cambió al estudio, donde estaba una mujer, seguro para opinar tonterías de la situación. Apagaste la televisión.

La banda sonora de Harry Potter sonó desde tu cuarto, caminaste lentamente a el y tomaste tu teléfono. En la pantalla ubicaste el nombre de Tony.

–¿Qué quieres, Anthony? –preguntaste rápidamente, luego de descolgar.

–Que hostilidad –repuso él con un deje de burla en su voz.

–No estoy para tus juegos, Stark –este hombre te estaba cansando. 

–Bien, bien –aunque no lo vieras, supusiste que tenía una sonrisa estúpida en su rostro –. ¿Sabes lo de Steve?

–Es lo único de lo que hablan desde hace media hora.

–Genial, más fácil para mi –en tu mente, su estúpida sonrisa crecía cada vez más –. Te necesito aquí para hacerlo entrar en razón.

Sonreíste con burla, aunque sabías que el no podía verte.

–No te ayudaré.

–Tienes sólo dos opciones y una de esas no es muy agradable.

–Quiero ver que puedes hacer –colgaste.

Sabías que Tony era capaz de mandar a la SWAT si era necesario, pero si lo hacía tú estabas lista. 

Tu novio era el Capitán América por Dios Santo.

Caminaste perezosamente a la cocina, de la isla tomaste una naranja, abriste el cajón de la encimera y sacaste un cuchillo; empezaste a pelar la naranja.

Cuando cortaste la fruta a la mitad, el repique del timbre inundó la casa. Dejaste el cuchillo en la mesa y caminaste hasta la puerta con la naranja en mano. Miraste por el pequeño mirador, dos hombres vestidos con impecables trajes negros y con lentes de mismo color.

–Stark –murmuraste entre dientes. Ese hombre estaba colmando tu paciencia.

Suspiraste y pusiste tu sonrisa más falsa. Abriste la puerta y los hombres te miraron con neutralidad, de arriba a abajo.

–¿Se les ofrece algo, caballeros? –preguntaste. Esperando que el tono hipócrita sólo estuviera en tu mente.

–¿Es usted ______ Allen? –preguntó el de la derecha, un hombre afroamericano.

–¿Paso algo malo? –mordiste el interior de tu mejilla.

–Necesitamos que venga con nosotros –informó el de la izquierda, un tipo caucásico.

Marvel One-ShotsWhere stories live. Discover now