Peter Maximoff.

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Título: Un poco de lencería.
Advertencia: Smut para las hormonas... Nah mentira OS divertido.

§§§§§

-¡No voy a ponerme eso, Maximoff! -gritó _______, encerrándose en el baño.

-¡Oh, vamos! ¡¿Qué tiene de malo?! -gritó el de vuelta, tomando la prenda entre sus manos -. Sólo es un poco de lencería.

-No es "un poco de lencería", es de Jean.

-A ella no le importa, ya no le queda por su embarazo.

-¡No me importa! -le gritó la chica a través de la puerta.

Peter no sabía que hacer. Scott le había dicho que dejara a la chica en paz y le devolviera las prendas de su novia, pero Peter era terco y con su velocidad salió de la habitación. Digamos que Scott quedó afónico por su culpa.
-Te lo dije -dijo la ronca voz de Scott -. Te lo dije, maldito terco.

-Cállate, imbécil -le respondió Maximoff.

Un grito se escuchó en el baño. Peter y Scott se acercaron a la puerta y trataron de abrirla, pero _______ la había cerrado con pestillo.

–¡_______! –gritó Peter –¡Abre la maldita puerta, _______!

Scott y Peter cayeron al piso. La mutante había salido a toda velocidad del baño y se montó en la cama. Peter se levantó y corrió hacia su novia.

–¡¿Qué paso?!

–Una... Una... –la chica hizo extraños movimientos y muecas. Peter estaba confundido.

–¿Una qué? ¿Preciosa? –preguntó Peter muy preocupado.

–¡Una cucaracha! –gritó la chica y se movió hasta el espaldar de la cama.

Scott se levantó, le dio una mirada divertida a Peter y salió del cuarto. Todos en la mansión sabían el miedo de Peter a esos insectos.

–¿Una cucaracha? –dijo. Esperando que fuera una broma.

–¡Matala! –le gritó _______, apretándose más contra el espaldar.

Peter tuvo que contener su impulso de montarse en la cama con ella. Tragó saliva con dificultad y trató de adoptar, lo que el creía, era una postura valiente.

–¿Yo? ¿Ma.. Ma... Matarla?

–¡Sí! –gritó fuertemente _______, sorprendida por las palabras de su novio –¡Eres un X-men! ¡Un súper héroe!

«Pero no quiero»

Peter formaba un berrinche mental, pero exteriormente trataba de parecer sereno.

–Bien –suspiró el platinado, y se encaminó al baño... Cuando se le vino una idea a la mente.

Se volteó hacia su novia con una sonrisa: –Oh, _______ –canturreo el velocista. La chica lo miró, desconfiando.

—¿Qué?

–Pues...




–Es increíble que lo hayas hecho –murmuró frustrada la mutante.

–Pues yo me siento muy feliz –le restregó el platinado a su novia, dándole un sorbo a su Coca-Cola –. Date la vuelta.

_______ bufó, le sacó el dedo del medio al chico e hizo lo que quería.

–Amo tu trasero –silbó él. Chilló fuertemente cuando su novia le dio con un grueso libro que fue transportado de la librería privada de Charles a la cabeza de Maximoff.

–Te lo mereces, imbécil –le espetó la chica, tomó una manta del espaldar de una silla, se la puso y se sentó en la silla con el grueso libro apoyado en los muslos.

–Has mejorado bastante –alagó el platinado.

–Cállate –gruñó la chica. Molesta abrió el libro.

–¿Sobre qué es el libro? –le preguntó el chico.

–Algo sobre la evolución...

–Aburrido –bostezó el muchacho.

–Creo que es una tesis...

–¿En serio? –preguntó con desinterés Peter, se levantó de su cama y se acercó a su novia.

–Sí.

–¿Cómo es posible que aún tenga eso? –preguntó sorprendido Peter.

–Hay algunas personas que estudian –recriminó ella.

–Pero guardar tesis y esa cosas es extremo.

–Es algo muy común en realidad –indicó ella. Peter la miró como si estuviera loca –. Yo lo hago
Mis gavetas están llenas de papeles.

–Rara...

–Cállate –le dio de nuevo con el libro, pero ésta vez con sus propias manos.

–Ay, mi cabecita –lloriqueo el muchacho, sobandose su platinada cabeza.

–Llorón.

–Idiota.

–¡Es suficiente! –rugió la chica. Se levantó del asiento y miró a Peter, apuntándolo con un dedo acusador –. Te ganaste un mes sin acción.

–¡No! –Peter estaba horrorizado, no aguantaría nada.

–Te lo ganaste. Es justicia divina.

–¡No! ¡No! –Peter se arrodilló y se abrazó a las piernas de la chica –. Por favor, por favor. No.

–Sueltame, Maximoff.

–No.

–Django...

–De acuerdo –el chico la soltó, ya que había percibido su tono amenazante.

–Vete.

–Pero...

–¡Vete!

–Ok, ok.

El platinado salió de la habitación y escuchó el portazo que ella le había dado a la puerta a sus espaldas. Levantó la mirada y vio a Scott, Logan y a Jean mirándolo con un poco de aprehensión.

–¿Valió la pena? –le preguntó Jean, sobando su panza de cinco meses y mirándolo con un poco de rabia.

–Toda la pena –le contestó éste. Un candelabro le dio en la nuca; por culpa de Jean.

–El profesor busca un libro –interrumpió Logan –. Algo sobre la evolución... Sé que tú lo tienes.

–_______ lo está leyendo –contestó Maximoff –. No creo que vaya a devolverlo...

–Mierda... –murmuró Wolverine, se dio la vuelta y se fue del pasillo.

–Eres un imbécil –le dijo la ronca voz de Scott.

–Me lo han dicho.

–¿Cuál fue tu castigo? –preguntó Jean, esperando que fuera algo serio; como no dejarlo ver televisión.

–Un mes hambriento –se quejó Peter, haciendo un puchero.

Escucharon una risa grave. Voltearon y vieron a Erik; riendo y con una pieza de ajedrez en su mano.

–¿Qué te pasa, idiota? –le ladró el platinado.

Erik paró de reír, miró iracundo a Peter y, por tercera vez en ese día, el platinado recibió un golpe en su cabeza. Ésta vez con la reina de un juego de ajedrez.

–¡Eso debió doler! –trató de gritar Scott. Recibió un golpe de su novia, con el candelabro.

Peter le sacó la lengua. Scott salió gimoteando y maldiciendo por lo bajo. Su novia lo siguió.

Peter se quedó solo en el pasillo, se volvió a la puerta del cuarto de su novia y tocó.

Pasó toda la tarde tratando de que ella le abriera, pero lo único que recibió fueron gruñidos y maldiciones de su novia y posibles amenazas de muerte de los alumnos de las habitaciones contiguas.

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