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Bakugō se estaba sentado en su trono, bajo sus pies un par de brujos y ancianos le traían ofrendas para ser perdonados y tener misericordia por pecados cometidos.
El faraón anterior había sido asesinado,y aquel hermoso muchacho traía los adornos y pedrería pertenecientes a aquel hombre.
Un individuo que cubría su rostro era el último de la tarde, y en sus manos traía grilletes y a alguien oculto en una manta hecha harapos.

—¿Qué tienes para ofrecerme? Tu. Asqueroso plebeyo —su voz ronca y rasposa causó que aquellas telas temblaran delatando nervios en aquella silueta mas baja—.

—Su majestad, le traigo algo encontrado en los calabozos. Es un sirviente de algún caza recompensas. Esta maldito y no sirve para nada en absoluto, pero tiene un rostro agradable que usted podría usar para darse placer.

Los ojos rojos con líneas negras no cambiaron su expresión, y lo único que aquel rubio cubierto en oro logró y optó por hacer fue apoyar su palma en aquel bastón con una piedra bellísima de tono azulado.

—Si no es aceptable, tu tomarás su lugar. Pues osaste posarte ante mi sin hacer reverencia alguna. Basura.

El anciano recayó en su error, y con sus manos arrugadas y temblorosas no hizo más que ir con el chico que daba pasos hacia atrás mientras se acercaba.

Lo primero que los ojos del faraón admiraron, fueron esos ojos verdes cubiertos en miedo y desesperación, penetrando en el alma de aquel muchacho de aspecto frágil.

—Presentate —Exigió el hombre de edad jalando aquellos grilletes,lo cual causó que aquel cayera torpemente arrodillado—.

—Me llamo Izuku... Pertenecía a un cazarrecompensas... —El chico se arrodilló mientras temblaba,y sus manos raspadas sólo hicieron que Katsuki se le quedara viendo—. Su majestad.

Aquel cabello verde fue mostrado, y el rostro del chico tembloroso mostró dolor junto a una queja de su garganta.
El adulto le había dado un golpe de tal magnitud que lo tumbó en el suelo.

—Izuku, ¿eh? No recordaré el nombre de un inútil. Desde ahora te llamarás Deku. Por lo inútil y patético que eres.

Uno de aquellos que estaba al lado del faraón, dió un paso al frente con su espada, y con solo un paso al frente la sangre inundó el aire haciendo que esos ojos verdes y grandes se abrieran con horror.
El cuerpo de aquel anciano, cayó inerte en el suelo, y el faraón se puso de pie tras tomar la espada ensangrentada.

—Eso te ganas por golpear mis ofrendas. Mierdecilla.

Aquel mirar frío se acercó a las prendas arapientas, y lo primero que Deku logró sentir fue una mano presionando justo una herida.

—Serás mío, serás mi juguete personal, y te haré ser un imbécil fuerte que sea digno de tener algo con un faraón como yo —mencionó aquel rubio con aspecto frío e indiferente tomando los cabellos del menor, el cual tragó en seco luego de sentir unos labios cálidos robarle un beso, dándole una mordida que le hizo sangrar—.

—S-si ....

—Si llegas a querer escapar... —Advirtió tras tomar ese rostro, haciendo que viera el cuerpo—, Serás el próximo cuerpo con el que jugaré.

Algo se estremeció en esa débil mente, la cual únicamente asintió con espasmos y temor ante los tactos del mayor.
Katsuki lo liberó tan deprisa que el contrario hizo un ruido de temor, y admiro así la forma en que se detenía justo al lado de su trono.

—Te levantas sólo o te levanto a la fuerza —indicó en tono neutro sin siquiera ver a aquel chico, ya que ahora limpiaba la hoja con un trozo de tela que había arrancado de aquel cadáver—.

Tortura en corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora