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Deku divisó la sangre salir por un cuerpo, siendo ni más ni menos que el de Dabi, quien con una de sus armas había terminado por cortar parte del cuerpo del faraón por detrás. Sus ojos olivos vieron la manera perfecta en que lo había atacado por detrás, causando así dolor y el sangrado automático.

—¡Dabi!—Himiko exclamó aquel nombre con molestia, viendo los ojos de su compañero admirar su cuerpo—, ¿Porqué?

La risita escapó de los labios opuestos, negando aquella cabeza junto a sus negros cabellos que veían el arma con sangre.
Tomura se hallaba también de pie, con su mirar frío y distante a la rubia que era su amiga.

—Estamos moviendo nuestras ideas con acciones —aclaró mientras tomaba aquel arma, estando tranquilo por su confianza—.  Loca, siempre fuimos tus amigos, pero no los de tu hermano.

Himiko comenzó a alzar su cuerpo, frunciendo suavemente el entrecejo mientras tomaba su arma propia con la palma de su mano.

—Osea... Ya no somos amigos y piensas interferir con el anhelo de Katsuki... ¿Vas a interferir? —preguntó con calma en su voz, sujetando al contrario el arma con cólera y rabia—.

Su mente era todo un desastre, el dolor y resentimiento dado por la traición le dolía de forma innexplicable a ellos, y la hoja que sujetaba el mango de su arma le podía dar alivio en su confianza y fe personal.

Sus cabellos sueltos pero largos, se habían dirigido a Dabi de forma fugaz, recibiendo una llamarada de frente en cuanto ambos estaban en la cercanía justa.
Bakugō, quien aún sujetaba su cintura por la sangre que corría, solo frunció sus cejas al hacer una explosión encima de su piel, retirando su palma tras haber ahogado una queja obvia y merecida.

—Kacchan... —Izuku anhelaba ir con él y abrazarlo, siendo frenado por la mirada asesina de Katsuki, quien con solo admirarlo así, hizo que se quedara en su lugar presionando sus puños—... Estás herido... —murmuró, solo viéndolo avanzar a donde estaba tanto Dabi como Himiko—.

La explosión se presentó entre ambos, impulsando que Dabi se alejara de su hermana única.

—¿Piensas hacer una revolución en plena guerra e intento de asesinato por parte de todos? ¿Estás demente? —Preguntó al estar frente a ella, viendo la forma en que volvía a alzar sus llamas azules—. Eso parece.

Se giró en dirección a la rubia, tomando a esta en sus brazos antes de saltar lejos con una explosión de su palma, aterrizando y tocando la zona cauterizada que amenazaba con abrirse nuevamente.
Himiko se quedó viendo a su hermano, divisando la zona en la que Dabi había cortado, oculta tras su mano.

Cayó sentada, así pues, por elección de Bakugō, el cual serio, y fastidiado, tomó el arma que pertenecía a Himiko en ese momento.

Ambos creadores de calor ahora estaban batallando entre sí, teniendo ante su vista propia, toda su atención Anubis.

El dios que aún no poseía una forma física ,a causa de que el de ojos jarabe había despertado, no tenía oportunidad de tomarla aún hasta que uno de ellos muriera.

Dabi por su parte asintió exclusivamente para su compañero, el cual apareció de un momento a otro, frente a Izuku.

—Si no quieres que muera detente —Advirtió aquel de cabello celeste, con el arma puesta en la garganta del joven, rozando apenas—. Si te mueves con explosiones, morirá.

Katsuki no tenía otra opción en su mente ante eso, por lo que solo evitó aquellas intimidaciones, sin utilizar su maldición en ninguna oportunidad.

Si bien se movía de forma ágil, evitar era lo más que podía hacer.  La herida en su cuerpo y su limitación, ahora le jugaban en su contra.

Gruñó más que molesto, abriendo sus palmas al volver a reaccionar, tras haber caído al suelo y alzarse sutilmente.

Tortura en corazonesWhere stories live. Discover now