03 | Dolor interno

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Si el próximo viernes quieren dos capítulos les dejo de tarea recomendar la novela, comentar todo lo que sus deditos puedan y votar, NO SEAS UNA LECTORA FANTASMA ♡♡
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Canción: Ember island, Need you.

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Capítulo 3. Dolor interno.

Maydelinne Hanae.

El aire escapa de mi cuerpo, cierro los ojos con fuerza escuchando los pasos torpes acercándose a mí. No me atrevo a mover un solo musculo, abro los ojos tratando de retener las lágrimas y ganas de llorar que me consumen. Miro la puerta de mi habitación cerrada, Dawson está seguro ahí.

Suelto mi mochila dejándola caer al suelo en un golpe seco, parpadeo tratando de ahuyentar las lágrimas. Tomo aire lentamente lista para lo que viene, para las palabras hirientes y los golpes sin medir fuerza. De esas dos cosas lo que más duele son las palabras, el dolor físico se va con el paso de los días pero el pecho no deja de doler.

Siento una presencia detrás de mí y aunque me de terror girar lo hago quedando frente al hombre que ha hecho mi vida un infierno durante un año, las lágrimas caen de mis ojos sin poder detenerlas, aprieto la mandíbula tratando de que ningún sonido salga de mis labios.

—Linne, linda, linda, Linne —hago un puchero con mis labios sin poder evitarlo y un pequeño sollozo sale de mi garganta—. ¿Qué haces despierta a esta hora? —las palabras arrastradas confirman lo ahogado en alcohol que se encuentra.

—Y-yo...—carraspeo y suspiro varias veces para poder calmarme, no necesito un ataque ahora mismo.

—Sabes que no me gusta que tartamudez ni que llores.

Levanto la mirada a sus ojos, están rojos e irritados que me hace entrar en pánico inmediatamente.

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Cepillo mi cabello mientras miro las enormes ojeras debajo de mis ojos a través del espejo. No tengo ganas de asistir a la facultad pero tengo que hacerlo. Descubro un poco uno de mis hombros encontrándome con un cardenal reciente, producto de hace unas horas. Mi mirada cae en mi cuello solitario, mi collar. Suspiro antes de levantarme y tomar mi mochila junto con las cosas de Dawson, tomo al castaño envuelto en su cobija favorita, salgo de la habitación en completo silencio como siempre. Un cuerpo se encuentra recostado en uno de los sofás y los recuerdos me invaden apresurando mis pasos hasta estar fuera de esas paredes que retienen mis gritos.

Camino, como todas las mañanas hacia el departamento de la única vecina que acepto gustosa a ayudarme sin recibir nada a cambio. Le debo tanto a esta señora, cuando abre le sonrío sinceramente y le paso a Daw que ahora se encuentra despierto, acaricio su cabello con delicadeza.

—No te preocupes niña, yo te lo cuido, si vuelve a tener fiebre yo misma lo llevo al médico.

Niego rápidamente: —No, ¿cómo cree? Me llama, yo misma lo llevaré al médico. Usted ya hace mucho por ayudarme a cuidarlo, y se lo agradezco —sus ojos verdes me miran con una sonrisa maternal.

—¿Ya desayunaste? —pregunta mientras abre más la puerta—. Preparé panqueques, anda entra, te serviré algunos para que te vayas con fuerzas a la universidad—hace un ademan con la cabeza para que entre.

Muerdo mi labio pensativa.

—¿No es mucha molestia? —pregunto avergonzada mientras miro como Daw juega con el cabello rojizo de Anisa.

—Para nada niña, pasa antes de que se enfríen, me salieron muy buenos —sonrío junto con ella adentrándome al departamento, una calidez me envuelve de pronto al estar dentro, tan diferente a donde duermo, allá es más frío que afuera.

Respírame © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora