Como Ratas

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La primera vez que oí a mis padres discutir fue cuando Elliot, hijo de mi madre pero no de mi padre, llego a casa.
Oía tras la puerta de mi habitación los sollozos de mi madre y las incoherencias de mi padre sintiéndome impotente de no poder hacer nada por ellos.
Se ignoraban un par de días, todo transcurría con ellos viviendo bajo el mismo techo pero simulando que no se conocían, al fin y al cabo después todo volvía a la normalidad y no se volvía a tocar el asunto hasta que sucedía de nuevo.

¿Acaso sería aquello lo que sucedía con Billy? ¿Estaría enfadado conmigo?

Me escondí tras la puerta de mi cuarto con lágrimas en los ojos procesando todo aquello que acababa de suceder y oyendo como la cerradura tras de mi era bloqueada. Estaba segura que no era mi subconsciente jugándome una mala pasada ni Matheus queriendo divertirse con mis sentimientos puesto que se encontraba plácidamente dormido al momento en el que un portazo proporcionado por mi ira había resonado en el cuarto.
Las lagrimas de impotencia se escurrían por mis ojos mientras golpeaba la madera de la estructura que me inpedia salir de allí, intentando incluso inútilmente forcejear con la cerradura.
—¡BILLY! —Solté un grito desgarrador, con mi mente ahogada en pensamientos terribles acerca del que al rubio podría estarle pasando. —¡BILLY! —Volví a gritar de la misma forma sin detener mis golpes, mis lágrimas iban acordes a toda la situación no dejando de escurrirse de mis ojos. —¡Por favor tengo que ver a Billy! ¡Déjenme salir! —Vocifere al bode del desespero mental pegando con fuerza mi espalda a la puerta y deslizando mi peso por ella hasta haberme sentado en el suelo. —¡Hijos de puta! —Chille sin fuerzas sintiendo el sonido del cerrojo tras de mi.

Hice un esfuerzo sobrehumano para correrme de aquel sitio a la velocidad de la luz esperando que milagrosamente Billy pudiese oírme.
Pero no era más que Ashley trayendo consigo una jeringa la cual no le costó introducir en las venas de mi cuello puesto que no me resistí.
Mi cama estaba paralela a la de Matheus, era allí donde me encontraba ahora con un brebaje de tranquilizantes corriendo por todo mi sistema venoso.

—¿Que diablos ha sido todo eso, Leslie? —Preguntó Matheus una vez que me hube relajado por completo, el joven castaño espero por al menos minuto y medio una respuesta que jamás llego puesto que me encontraba lo suficientemente a gusto mirando el techo y sin decir una sola palabra. —Vienes de follar con Mr. Tatuajes, no deberías de...

—Le he visto —Corte su oración con un tono de voz tajante y frío, él gesticuló una mueca de asco formulando otra de sus cuestiones.

—Le has visto... ¿A quien?

—Billy —Musité nuevamente al borde de las lágrimas, queriendo que aquello tan solo fuese una divagación de mi mente.

—Billy —Concreto con indiferencia enarcando una ceja, siquiera mirándome directamente.
Cosa que provoco que me pusiese de pie hecha una furia y caminase hasta donde el castaño se encontraba estirado en su cama.

—Ojalá te maten las aplicaciones de morfina —Vocifere. Al menos podía mantener la boca cerrada si no se iría a mostrar compasivo alguna vez.

— ¿A mi? No lo creo —Me ojeo de arriba a abajo plebeyo ante mi mirada descortés. —Pero en ti si que están teniendo un efecto interesante. —Comentó con desgano volviendo a mirar el techo desinteresado.

Parecíamos dos ratas de laboratorio bajo la espera de la aparición de algún síntoma que demostrase cambios en nuestro singular organismo. Asquerosos experimentos 'letales' que no podían siquiera traspasar un par de puertas para salir.
Volví a pegarme a la puerta con las lágrimas escurriéndose de mis ojos hinchados y ardientes.

—Billy está allí fuera. Solo.

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⏰ Last updated: Mar 08, 2018 ⏰

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Requiem for a Blue Jean [Billy Hargrove]Where stories live. Discover now