42. "Memorias de un pasado olvidado"

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42.

"Memorias de un pasado olvidado"

Mi primer acercamiento con los libros fue a muy temprana edad, mis padres me leían todas las noches cuentos, leyendas, fábulas e historias maravillosas de tiempos antiguos. Tanta es la fascinación que en mi provocaban que aun antes de aprender a leer me pasaba horas tirado en la alfombra hojeando los libros de mis papás, la mayoría de ellos solo tenían letras y una que otra ilustración. Jamás fue un impedimento el no saber leer para disfrutar de la experiencia, trataba de recordar lo que ellos me leían, y con cada ilustración me imaginaba una pequeña historia. Tenía juguetes y muchos, aunque poco caso les hacía si tenía a disposición cualquier libro.

¡Fue un día grandioso cuando en la escuela por fin nos enseñaron a leer!, ¡Un mundo se abrió ante mis ojos! La maestra nos iba enseñando letra por letra, día a día; las tareas que para muchos eran fastidiosas pues les robaba tiempo de sus tontos juegos, para mi eran una experiencia casi religiosa, si me dejaban hacer una plana hacía cuatro para luego tomar mi libro favorito y buscar esa letra en particular. Poco a poco fui descubriendo el mensaje oculto que escondían, me sentía como un explorador, un Indiana Jones revelando los secretos ancestrales.

No cabe duda soy un niño raro. O por lo menos es lo que siempre me dicen los demás niños que no logran entender mi fascinación por algo tan aburrido como los libros. Poco o nada me importa, pues en las letras he encontrado a mis mejores amigos, porque a diferencia de ellos, tienen el poder de transmitirme una idea, un recuerdo, una ilusión, una esperanza.

Por tanto, término "devorando" todo texto que llega a mis manos. ¡Y mira que son muchos! Gracias a que mamá me alienta a cultivar esta pasión. Una pila material de lectura que cada día va creciendo más y más se acumula en mi librero, tanto, que no me alcanza el tiempo que me queda después de hacer los deberes y antes de dormir. Por ello acostumbro llevarme a la escuela el que estoy leyendo para continuar con él durante los descansos.

Hobbie que al no ser como el de mis compañeros al principio les causa gracia e intentan animarme a dejarlos por ir a jugar, cedo un par de veces y voy con ellos, la actividad física, sin embargo, no me gusta tanto como a ellos, por lo que pronto termino alejándome retomando la lectura.

Con el tiempo, se van dando cuenta de que soy un solitario por lo que sus intentos de acercarse a mi disminuyen gradualmente hasta desaparecer. No hablo con nadie y nadie habla conmigo, soy un fantasma ocupando un espacio en la banca, cosa que por mi esta bien. Me encierro en mi propio mundo olvidándome del resto, aunque de pronto me siento como "el chico de la burbuja de plástico".

A mis escasos siete años estoy tan acostumbrado a que nadie se dirija a mí que cuando un niño lo hace no me percato sino hasta varios minutos después.

-Entonces, ¿Qué dices?

Como no le había puesto atención desde un principio no supe qué contestar.

-Anda deja eso por un momento y vamos a jugar, yo seré Dragonzord y tú puedes ser el rojo, a menos que quieras ser el verde, claro.

Su insistencia me causa extrañeza, por lo que levanto la cara para ver a este niño, debe ser nuevo puesto que no se me hace conocido, lo que más me llama la atención son sus ojos de color café claro. Algo en su mirada me atrae, tanto que me quedo embobado viéndolo por un rato, sin decir nada puesto que desconozco de que me está hablando. Él levanta una ceja y sonríe de lado esperando mi respuesta. Me doy cuenta que la situación se ha vuelto incómoda por lo que regreso mi atención al libro sin dirigirle la palabra, sin inmutarse se queda de pie frente a mí por otro rato hasta que sus amigos le llaman.

The Teacher's Son [Gay + Adultos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora