El Sabio de los 6 Caminos

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Allí estaba, la figura omnipotente de un ser desconocido a todos se alzaba orgulloso de su brillo cegador encima de  una titánica bestia, cuyo tamaño era incomparable a cualquier ser existente o por existir, dando la sensación de destrucción ante el mínimo movimiento de una de las Diez colas que poseía. 

"Un Dios"

No, no era eso... la palabra "Dios" sería o muy poco o mucho para ese ser por encima de la bestia. Sabiendo que un Dios es un objeto de fe, ser supremo o entidad divina, pero este ser no era lo mismo, es como si sólo fuera una persona ordinaria montando un monstruo.

"¿Ser supremo? ¿entidad divina? Entonces... ¿Qué clase de ser sería el que controla a tan poderosa bestia que solamente podría traer destrucción a un mundo con su sola presencia?"

Es fácil, Un sabio.

"¿Un sabio¿Cómo es posible?"

Eso también es fácil, un ser cuya conexión con el planeta tuvo una evolución al pasar milenios en completa sincronía y plenitud. Esa criatura es la personalización y formación de aquella energía producida de la naturaleza, tanto energía espiritual como física.

"Pero... ¿Por qué tiene tanto poder?"

La criatura en si misma es un demonio, y no cualquier demonio, sino el rey de esta clase de demonios conocidos como Bijū, es el nombre con que se alude a diez demonios o Yōma.

"Increíble. Continua"

El ser rodeado por un manto sobre la cabeza de la gigantesca bestia blanca, a cada segundo que pasaba su manto de dejaba divisar como un fuego de un color casi inexistente a su presencia. Su figura apenas visible hacia temblar al pobre ejército de miles y miles de hombres y criaturas frente a él acompañada de la montaña viviente.

Varios guerreros se alzaron contra su presencia, induciéndolo a un estado casi iracundo, mas las sombras que lo bañaban en su rostro ocultaban cualquier expresión que pudo haber existido. Dio un paso áspero, casi deseando no moverse en absoluto y aun así logro que el suelo temblara ante su presencia. 

"Tanto poder."

Millares de alas hicieron que muchas manchas en el cielo se mantuvieran a flote con los mismos guerreros liderándolos en su contra.

No dudo ni por un segundo en posarse encima de la bestia de un poderoso salto. Suspiro en silencio, casi como una brisa perdida en el más violento huracán, abrió sus labios y emitió unas palabras.

"Nadie sabe quien es ni cual es el significado de su existencia, brilla por la paz de las almas putrefactas por la maldad."

El ser omnipotente elevó un brazo flameante en un brillo dorado con runas negras carbón mientras la bestia movía sus colas con furia.

"Un humano con la habilidad de un Dios..."

El sabio lentamente comenzó a bajar el brazo mientras la tierra temblaba, el suelo se abría revelando un segundo suelo repleto de un azul purpureo. El cielo mismo se desgarraba con el violento cantar angelical resonando de fondo, casi partiendo los tímpanos de los oyentes. 

"... Ser omnipotente confundido con el ser supremo que fue en otra vida siendo su sola presencia la de un hombre normal..."

El Ejército comenzaba a moverse, todos llenos de terror comenzaban a incitar la huida mientras los más fuertes se preparaban para lanzar un ataque.

" Oh hombre que una vez fue un mortal... protege nuestros corazones de las maldades de este mundo... ¡Muéstranos una manera de conservar las Seis Sendas que recorres por nosotros!"

Bajo por completo el brazo.

Nada paso. Hubo un completo silencio, tan sepulcral que hasta los canticos murieron en la misma nada con todos los presentes observándolo, como una figura divina quien partía los cielos con solo el mover de sus dedos.

"¡Despierta por la Paz! ¡POR NOSOTROS!" 

La bestia dio un poderoso rugido y todo se esfumo en el aire, como si nunca hubiera existido nada. El sabio permaneció en la nada, con sus ojos brillando finalmente en un atisbo de vida de color escarlata.

"¡DESPIERTA!"

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Un par de párpados dejaron paso al azul del océano plasmado en unos ojos perezosos. El dueño de estas joyas dio un gran suspiro, cargado de cansancio, aunque la normalidad con la que se levanto dejaba en duda aquel mencionado cansancio. El sol se coló a través de la ventana, besando su presencia, su pálida piel y la figura del joven estirándose en medio de la habitación. 

Su melena dorada y salvaje se mecía con suavidad, al no tener nada sosteniéndola, intentaba ocultar su mirada aburrida, aunque claro, él lo evitaba. Rascándose las mejillas relucía pequeños bigotes con similitudes a un zorro.

El adolescente poseedor de estos rasgos se levantó de la cama para comenzar una caminata perezosa hacia lo que pareciese el baño con una mirada fastidiada.

Al llegar, solo abrió la pequeña llave para liberar un pequeño chorro de agua y así mojar su rostro. Elevo su cansada mirada y aquellos pequeños cristales azules captaron un ser cuyos ojos se encontraron con él

Se alejó un poco para poder estudiar la figura presente en el espejo.

Su piel pálida era lo que más destacaba de su cuerpo al igual que las marcas en sus mejillas, su condición física era mayor al de un adolescente promedio.

Un cuerpo, no normal, más bien, maltratado a través de los años. Quemaduras como la mancha roja áspera en su cintura relucía junto a una gran cicatriz cubría su pecho y muchas más se dispersaban como cuchillas invisibles que alguna vez se insertaron en su cuerpo. Su condición especial lo curaba de todo, pero aquellas habían sido mucho para un "Actual Yo" y simplemente permanecieron allí, recordándole su humanidad.

Una fina sonrisa se marcó por sus labios mientras una pregunta rondaba su mente hecha por si mismo.

"¿Quién eres?"

Pensó por un momento en la extraña y desconocida voz en su cabeza, aunque lo dicho causo más ansia de saber sobre su propia presencia.

Se perdió entre recuerdos sin fin donde varias personas cantaban su nombre. Tanto gente buena como mala, llenas de una bondad inconmensurable como una maldad pútrida. Animales, sobrenaturales o humanos.

Su propia existencia recordaba su nombre con vehemencia, sin dudar un momento en grabarse en piel viva el como cambiaba la historia, la vida de tantos, dándoles una nueva o incluso quitándola a muchos otros. Marcaba los corazones de tantos seres que era imposible describir en una sola palabra la cantidad de sentimientos dirigidos a su persona. 

-...Naruto.-Soltó con un suspiro perdido entre sueños despierto. 

Aun siendo un sabio permitió darse un momento de ignorancia ante todo, permitió ser algo que nadie conozca por primera vez en mucho tiempo y permitió cuidar todo desde las sombras. Su titulo era algo mas allá de la comprensión de cualquiera, porque poseía sabiduría que nadie poseía. 

O si, hubo uno, su antiguo predecesor, el padre de su antepasado; Hagoromo Ōtsutsuki. Al igual que el antiguo sabio, decidió cumplir sus promesas desde el anonimato, pues no necesitaba confiar plenamente en su poder para resolver cada disputa.

El permanecía como un Sabio más con un regalo, o una maldición, que lo perseguiría hasta el fin de los tiempo. 

Era únicamente eso, otro sabio que recorría las Sendas del antiguo. 




Solo era otro Sabio de los Seis caminos.

Mi Eterna Maldición (Re-escribiendo)Where stories live. Discover now